Al principio no tenía muy claro a qué respondía el título, pero supongo que la mayoría pensó que se trataba de algo relacionado con los robots, el ciberpunk, las distopías o con Windows. Ahora, después de terminarlo, sigo sin tenerlo claro pero al menos se me ocurre una teoría: Hard Reset saca su ametralladora multimunición de tecnología ultrafuturista y le pega un culatazo en la nuca al mismísimo género FPS, ese maromo calvo y cachas con la cabeza llena de mierda aunque en el fondo buen tipo, y le deja inconsciente para que despierte con amnesia, siendo solamente la esencia de quien fue al principio y quedando despojado de todos los añadidos, todo el artificio y todas las interferencias que para bien o para mal la industria se ha empeñado en introducir. ¿Y cuál es la esencia del FPS? Pues solo hace falta mirar un Doom o un Quake: niveles pasilleros, enemigos a oleadas, arsenales de armas progresivamente más potentes y a menudo una dirección artística como para lanzarse desde un séptimo. Esto es básicamente Hard Reset y parece muy consciente de ello con cada paso que nos permite dar y la historia es meramente testimonial hasta el punto de que las cinemáticas se pueden omitir desde el principio gracias a un cartelón desproporcionado que casi parece decir: “pasa de esta mierda y vete a pegar tiros ya, puto friki”. Así que eso es lo que hacemos y nos topamos con un apartado visual que es todo lo contrario de lo que uno espera de un producto independiente: técnicamente dignísimo, con un texturizado decente y unos efectos de luz y de explosiones que podrían estar sin problemas en un ‘AAA’, todo ello comandado, eso sí, por un diseño mediocre y genérico que lo situaría al nivel artístico de cualquier medianía de Raven Software si fuese por el uso del cómic para explicarnos algunas cosas, algo que siempre mola. Los enemigos son muy poco variados, y los niveles están scriptadísimos en los escasos eventos que se suceden y plagados de zonas secretas accesibles a base de reventar paredes. Y es que esa es uno de los argumentos de Hard Reset: la filosofía del barril explosivo, en este caso en forma de motores, depósitos de combustible o incluso aparatos eléctricos que al ser disparados lanzan sus descargas a los enemigos cercanos los mata de un cortocircuito. El desarrollo de la campaña, siguiendo con los conceptos básicos del FPS primigenio, simplón y cejijunto, es repetitivo hasta desear la muerte, aunque queda más o menos compensado con unos combates muy entretenidos que se sirven de las muchas variantes de las armas y cómo las vayamos mejorando y los objetos del entorno de cada batalla, que juega un papel muy importante en la estrategia que seguimos para aniquilar a los malos. La dificultad de esto aumenta en un sentido literalmente exponencial: más avance, más enemigos. El mismo tipo, eso sí, y siempre apareciendo en las mismas zonas y en la misma cantidad total y condenadamente exacta. A este desfile de matemáticas se une la espectacular cifra de DOS jefes finales, eso sí, de los que tienen un tamaño respetable, un patrón de movimientos trabajado y una resistencia bien apañada. Y cuando el abanico de armas empieza a ser jugoso y la cosa se va poniendo más interesante, Hard Reset dice que ya está, que se acabó el juego. El final es tan coitus interruptus que llegué a sospechar que mi instalación del juego estaba corrupta, pero no. La duración no suele ser un factor de importancia en la nota de mis análisis, pero comprendo que a quien esté pensando en desembolsar los 28 euros que vale el juego le interesará saber que en seis u ocho horas (dependiendo de lo que os paréis a explorar y buscar brechas secretas) uno se ventila Hard Reset sin demasiados problemas, y el hecho de que no tenga multijugador le convierte en una experiencia tan efímera como intrascendente. Por otro lado, el juego nos anima a rejugarlo dejándonos empezar de nuevo con el armamento que hemos ido acumulando y bastante más todavía si insistimos lo suficiente en nuestra segunda partida. Pero eso es algo que yo, me temo, nunca llegaré a ver. [6]
Redactor
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tiene pinta de divertido….
Es tan básico y te deja tan a medias con los upgrades que prácticamentente te obliga moralmente a rejugarlo para completar el equipo, momento en el que ya sientes que el juego ha llegado a su fin real. Pero durante todo ese proceso absurdo divierte y te hace sufrir el condenado por la dificultad desmedida de algunos momentos puntuales. Hacía tiempo que no me mataban tanto en un juego y eso, hoy en día, es una grata rareza.
Es un jueguico menor, de usar y tirar, cierto, pero ejerce de sobras su función de divertir. Un 6 se queda corto.
Demasiado exigente con el jueguico, en comparación con la manga ancha que se les da a otros. Es mi impresión.
Lástima, para uno de los pocos shooters exclusivos subjetivos que actualmente salen para PC, éste parece ser que se ha quedado dentro de lo que se podria denominar como «un juego más» dentro de ese género.
Joder, pues esa definición me huele a 6 que tira de espaldas. Un juego que cumple y poco más.
Mmm. difiero rotundamente con el analisis .
Pero en conclusion… vale esos 28 euros?
Pero no te lo calles, hombre de dios, escúpelo, habla, dí algo…