Autumn, videojuegos contra el trauma después de la violación

¿Pueden los videojuegos ayudar a las víctimas de una violación?, se pregunta el artículo de Jess Joho para The Atlantic por el que me entero de la existencia de Autumn. Es una pregunta retórica, pero no por ello se hace fácil responderla. ¿Es posible? ¿Es utópico? ¿Es abarcar más de lo que el medio permite? Lo más importante aquí es, quizá, no tanto que los videojuegos lo consigan como que lo intenten. Videojuegos terapéuticos; hace quince años nos habríamos rascado la coronilla al oír esa expresión. Eso es lo que algunos suelen llamar Progreso.

Son los daneses del minúsculo estudio Tusmørke (Marta y Mikkel) quienes han dado a luz Autumn, una experiencia interactiva concebida para vivirse idealmente usando Oculus Rift en la que encarnamos el rol de una mujer en los meses siguientes a su violación. El juego se divide en estaciones, empezando en verano, y procura recorrer los distintos estadios de recuperación psicológica, los nuevos terrores adquiridos, las recaídas, la forma en que los demás la juzgan, la depresión, la vergüenza y algo tan habitual como el mazazo emocional que supone el primer aniversario de una experiencia dolorosísima y esa forma extraña en que la memoria se convierte en enemigo, como células de un cáncer cambiando de bando, atacando al organismo que habitan.

Autumn nace de una conversación entre Marta y sus amigos, incapaces de comprender las diferencias a nivel social y psicológico que supone para una mujer salir a tirar la basura de noche o volver a casa sola después de tomar algo en un bar. La cantidad de pautas no escritas que la población femenina se ve obligada a seguir para no sufrir una agresión sexual (pautas que, por cierto, no son fijas e inmóviles: en España quizá sea peligroso caminar en minifalda por la calle de noche, pero en India es peligroso subirse a un autobús a plena luz del día), la presión que eso supone y la forma en que coarta brutalmente las libertades de mujeres que viven en civilizaciones en teoría avanzadas y más igualitarias que nunca. Y lo más deprimente y terrorífico: que ni siquiera la cautela y la prudencia más extremas sirven de nada cuando el lobo feroz acecha desde todas partes.

Marta pensó que si no era capaz de explicarse mejor, quizá podría intentarlo diseñando un videojuego. Este es el paso que nadie en el medio intentaba y que ahora, contra viento y marea, muchos tienen la valentía de intentar: dejar de lado por un momento las mecánicas divertidas y ejercitar la enorme capacidad comunicativa del videojuego. Usarlo como una herramienta para generar empatía en el jugador, hacerle comprender, o como mínimo proponerle una revisión de sus esquemas, y sobre todo enfrentarle a representaciones visuales del infierno introspectivo que es el estrés postraumático.

Dibujo: Liza Donnelly

Este es uno de los objetivos que se propone Autumn, pero su planteamiento persigue cierta dualidad de funciones: la otra meta del proyecto es ayudar a las mujeres que se encuentran en una situación parecida a la de la protagonista, de forma que pueda explorar su trauma y sus miedos y emociones desde la seguridad del hogar, de un modo íntimo y en un entorno controlado y a su medida. Si uno lo piensa detenidamente en realidad no tiene nada de utópico, ni siquiera es nuevo: una práctica habitual en los grupos de ayuda para víctimas de agresión sexual es recomendarse libros, canciones y películas relacionadas con sus tragedias. Es lo que los especialistas llaman «terapia de desencadenante emocional», un ejercicio que consiste en exponerse voluntariamente a recuerdos negativos que sirven de disparador a una cascada de angustia, pánico y ansiedad a la vez que se ofrece a la víctima un control absoluto de la situación en un escenario familiar y seguro.

Exactamente lo mismo que hace Autumn: generar una especie de simulación como entrenamiento de cara a enfrentarse de nuevo al mundo real y a situaciones delicadas en lugar de barrer todas esas emociones y ocultarlas bajo la alfombra, de donde acabarán saliendo tarde o temprano.

Había muchas formas muy distintas de encarar el desarrollo de Autumn, y el duo de diseñadores terminó decantándose por una vertiente muy sensorial de la exposición en lugar de echar mano de la vulnerabilidad que tan bien suelen transmitir los juegos convencionales. Ellos lo definen como una suerte de «pasillo infinito al estilo Alicia en el País de las Maravillas», aunque quizá tenga más presencia el sonido, que sirve para marcar la intensidad del estrés y la presión que recibe la protagonista, subiendo el volumen de los efectos, la respiración, los latidos, el roce de la ropa. Con el Oculus Rift enfundado la sensación de pánico y angustia se transmite al jugador alcanza su máxima expresión gracia a la realidad virtual, casi como someterle a una simulación totalmente inmersiva. Y aun así, Mikkel y Marta saben de sobra que el hecho de que la simulación funcione depende más de la voluntad del jugador por someterse a la experiencia y ejercitar su sentido de la empatía que de todos los artificios e inventos de alta tecnología, por muy sofisticados que sean.

A todos se nos puso un nudo en el estómago, en el mejor de los casos, con la escena de la violación de Monica Bellucci en Irreversible (Gaspar Noé, 2002). El realismo y la crueldad casi recreativa con la que se rodó aquel pedacito convulso de la historia del cine fue una trampa, una mirada al espejo forzada y traicionera de una sociedad que no estaba preparada para reconocer las monstruosidades que todavía aloja en sus arterias. Dice Jess Joho que cuando conoció Autumn, entre todas las entradas al IGF, le sorprendió el bajo perfil del proyecto: ni un web, ni una cuenta de Twitter, ni el más mínimo atisbo de querer destacar. Meses después, los comentarios en el tráiler del juego que Tusmørke subió a YouTube la semana pasada demuestran, una vez más, que los monstruos de la total ausencia de empatía y de la cerrazón y del prejuicio siguen viviendo bajo la cama, frente al ordenador, en los callejones oscuros y en las paradas de autobús a mediodía.

Autumn sale el próximo verano y será gratuito.