Brexit y sabermetrics: cuando el mundo real invade los juegos de fútbol, y viceversa

Esta misma mañana he leído en el Telegraph un artículo de Alistair Tweedale que me ha resultado interesantísimo: al parecer Football Manager 2017, que sale el día 4 de noviembre, incluye lo que se podría denominar algo así como un simulador de Brexit. A dos meses de que arranque el proceso de divorcio entre Reino Unido y Europa con la activación del Artículo 50, que tardará unos dos años en completarse, las incógnitas siguen aflorando en todos los ámbitos de la sociedad británica. Todo se verá afectado, desde las variables económicas como la inflación o la renta por cápita hasta la educación, la sanidad o el trato institucional al extranjero, pasando por la exportación, el marco contractual y otros cientos de engranajes del país que es imposible abarcar en una predicción detallada durante y después de la consecución de la separación. En cuanto al fútbol inglés, estamos hablando de una liga que es la más prestigiosa del mundo —su acuerdo televisivo más reciente roza los 7.000 millones de euros— y que en los últimos años ha invertido cantidades exorbitantes de dinero en la importación de talento extranjero —en las dos últimas temporada la Premier ha hecho los fichajes más caros del mercado estival: Kevin de Bruyne en 2015 y Paul Pogba en 2016: un belga y un francés—. La Ley Bosman, que se aplicó hace dos décadas y que permite a los jugadores de la Comunidad Europea formar parte de cualquier club sin el antiguo límite de extranjeros, forma parte de la legislación europea, así que en principio será de las primeras cosas que saldrán por la ventana de cara a diciembre de 2018. Los empresarios que sostienen negocio del fútbol en Inglaterra tienen motivos para estar preocupados ahora que su reloj suizo con función de imprimir dinero corre el riesgo de sufrir interferencias en su mecanismo perfectamente pulido y calibrado. Y está claro que los problemas irán cuesta abajo: en lo deportivo los managers sufrirán las consecuencias en la gestión de sus plantillas, los agentes FIFA tendrán que reformular sus contratos y cláusulas y replantearse el asesoramiento a sus representados, y los jugadores verán influidas sus decisiones tanto en lo futbolístico como en lo extradeportivo. Así que el equipo de Sports Interactive está dedicando este año un esfuerzo extra en estudiar muy a fondo todos los cambios que supondrá el Brexit para el fútbol inglés y la catarata de alteraciones que va a sufrir el fútbol. Dicen los medios que el Brexit es la decisión política más importante de la la historia británica desde la Segunda Guerra Mundial, y en el estudio saben perfectamente que la tarea que se han propuesto es de lo más ambiciosa: «Hasta donde yo sé», advierte Miles Jacobson, director del juego, «esta es la primera vez en que un videojuego ha intentado predecir el futuro de un país». El trabajo del equipo de investigación de Sports Interactive ha sido de lo más exhaustivo, y ha tomado «muchas horas de lectura y de conversaciones con políticos y gente del fútbol» para diseñar cada una de las numerosas ramificaciones que el juego planteará a nivel político y logístico. Saben que se acerca una época convulsa de negociaciones, así que ante la imposibilidad de predecirlo con exactitud han decidido «tomar otro camino e incluir cada posible consecuencia lógica utilizando inteligencia artificial y análisis de probabilidades». Todo se resume en tres escenarios generales: el soft Brexit, donde la libre circulación de trabajos permanece intacta; el hard Brexit, en el que se aplicará a los extranjeros europeos la misma reglamentación legal que a los futbolistas extracomunitarios; y un punto intermedio en el que los jugadores profesionales son favorecidos con exenciones especiales habitualmente de destinadas a gente del entretenimiento. A partir de ahí se desprenden varios racimos de opciones, desde límites de jugadores no británicos en plantilla hasta un sistema de puntos que favorecería a los futbolistas extranjeros que logren situarse en el 25% con mayor salario de la Premier o en su equipo, los que jueguen en selecciones nacionales del máximo nivel o si el precio de su fichaje es muy alto. Dice Jacobson que «con reglas como esas ni N’Golo Kante ni Dimitri Payet habrían conseguido un permiso de trabajo en la liga inglesa, y son dos de los tres mejores jugadores de la pasada temporada». Sin talento internacional el nivel deportivo baja, la competitividad desciende y los ingresos por patrocinios y derechos de emisión empiezan a menguar. Desde luego, por equilibrado y justo que pueda parecer el sistema que se elija en el caso de un hard Brexit, el fútbol inglés va a sufrir un impacto múltiple y profundo se mire por donde se mire. Lo más increíble del asunto es la ambición con la que el equipo de Sports Interactive busca reflejar las distintas posibilidades tras la realidad política de un futuro inminente. En Football Manager 2017 existe también la posibilidad de que algunas naciones del Reino Unido planteen un referéndum por la independencia como el de Escocia en 2014 si no ven claro el futuro del país, algo que tendría consecuencias para los centenares de futbolistas escoceses en las distintas ligas de Inglaterra. Jacobson está intentando no dejar ni un solo cabo suelto: la idea es que, si puede suceder en el mundo real, suceda también en el juego.*** Si bien la influencia de la realidad palpable en los videojuegos de fútbol es algo relativamente nuevo, la relación lleva fortaleciéndose en el sentido opuesto desde hace una década y media. Tal como explica Rory Smith en otro artículo reciente para el New York Times, el fútbol europeo ha sufrido un proceso de modernización en términos científicos. No solo en nutrición y preparación física: todo deporte masivo está tendiendo hacia los principios de un concepto llamado sabermetrics, el análisis empírico de cada una de las estadísticas generadas por el ejercicio del deporte competitivo. La palabra viene de las siglas Society for American Baseball Research, una institución dedicada a «la investigación del conocimiento objetivo sobre el béisbol» y fue acuñada por Billy James, el más importante escritor, historiador y estadista del béisbol americano, y popularizada por Bill Beane y Paul DePodesta durante su gestión de los Oakland Athletics, una historia que fue adaptada al cine hace unos años en la estupenda Money Ball con Brad Pitt y Jonah Hill. En el fútbol, no obstante, todavía estamos al principio de un largo recorrido para alcanzar la escrupulosísima, exhaustiva y en cierto modo extenuante metodología estadística integrada en el béisbol, la síntesis de conclusiones derivadas y la aplicación de estas conclusiones al día a día del profesional. Pero en el terreno del scouting, la caza de talentos y el análisis de las capacidades físicas, técnicas y tácticas del futbolista, cada vez entran más variables y el software empieza a ser más completo y más complejo. Y mucha culpa la tienen los videojuegos. Empresas como Opta viven exclusivamente de la recolección, asociación y contextualización de datos y estadísticas del fútbol que venden a grandes clubes de Champions League, que a su vez han empezado a contratar desde hace años a scouters que se dedican a complementar esos datos para ponderar algunas valoraciones, pero también a analistas especializados en sopesar e interpretar todas esas cifras para servirlas a los managers y los entrenadores en un formato que puedan comprender y utilizar en su trabajo. La «cronología entre la popularidad de los videojuegos de gestión futbolística avanzada y el uso de los números en el deporte», explica Duncan Alexander, jefe de Opta, «es ampliamente similar». No solo se trata de toda una generación de nerds del fútbol que crecieron memorizando estadísticas de jugadores en Football Manager o PC Fútbol, convirtiendo a cada futbolista en una ecuación con patas que funcionaba o dejaba de funcionar en combinación con otras con exactitud matemática y totalmente predecible, sino que el mismo software profesional que los analistas utilizan o programan ellos mismos se basa en los formatos, las variables y la interfaz de aquellos juegos de gestión. Es algo que además ha ayudado a hacer más accesible el estudio estadístico: cualquier jugador medio de Football Manager sabría utilizar e incluso interpretar ese tipo de aplicaciones pensadas para la élite competitiva. En una sociedad donde oímos continuamente expresiones como big data, donde hasta los juegos de fútbol más comerciales se sostienen sobre fundamentos estadísticos visibles e invisibles, donde hasta los cromos de toda la vida se han convertido en una experiencia digital plagada de números como Ultimate Team, es evidente que los videojuegos han tenido una influencia clara y palpable en el nada sencillo proceso de sofisticación de un deporte como el fútbol tan convencidamente conservador. La realidad del deporte y la del audiovisual interactivo se tocan y se intoxican entre sí para demostrarnos por enésima vez que los videojuegos, sean lo que sean, son algo especial.*** Mientras tanto, sobre el césped, que es donde empieza y termina todo al final del día, futbolistas como el delantero nigeriano del Arsenal Alex Iwobi reconoce en una entrevista que cuando se enfrenta a un central en el campo «leo su nombre e intento recordar cómo de bueno es en el FIFA».