Erotica Robotica, el Keep Talking and Nobody Explodes de follar con robots

Hace ya tiempo que nos hicimos eco de la existencia de Keep Talking and Nobody Explodes y yo mismo le dediqué unas líneas muy en plan superficial, hablando de lo interesante del concepto de multijugador asimétrico a través de la realidad virtual. Unos meses después, Pep tuvo la ocasión de echarse algunas partidas con Xavi y acabó escribiendo un estupendo artículo sobre el juego y sobre las posibilidades que ofrecía la brecha que había abierto esta especie de experimento transmedia entre lo virtual del videojuego y lo palpable de los juegos de mesa.

Hoy me encuentro con otro juego distinto, mucho más modesto y de factura técnica más pobre, pero que da una vuelta de tuerca a la misma fórmula: con Erotica Robotica, en lugar de consultar unas instrucciones para desactivar una bomba, se trata de leer un manual para provocarle un orgasmo a un robot sexual. Mucho más excitante, si me preguntáis. El planteamiento sigue jugando con la idea de que un participante dé con la secuencia de acciones y el otro las ejecute a partir de la información recibida.

Tras la idea sencilla y jocosa de Erotica Robotica se esconden algunas reflexiones interesantes. La más evidente, es que el camino hacia estas locas invenciones sexuales es tan real como inevitable. La tecnología se ha apoderado de la manufactura de instrumentos masturbatorios, y en territorio asiático es donde parecen tener menos remilgos a la hora de poner la ingeniería avanzada al servicio del onanismo con cacharros robóticos que imitan el movimiento pélvico o que sacuden los genitales masculinos con inquebrantable ritmo y precisión. En Occidente, mientras tanto, el enfoque parece un poco más visual: las love dolls empiezan a tener el peso de una mujer auténtica de la misma constitución física, a poseer una textura realista de la piel y una caída natural de los senos, amén de modelos que empiezan a tener cierta movilidad, una voz o la capacidad de, ay, aspirar rítmicamente por la boca.

Que los robots sexuales van a llegar antes o después está clarísimo y todo lo sabemos, pero lo que quizá nunca nos habíamos planteado es la posibilidad que sea el usuario quien eventualmente proporcione placer a su compañera sintética. Sensores que sirvan para transmitir interacciones al procesador y que este nos devuelva un feedback imitando la gestualidad típica de experimentar un orgasmo, una manera de estimular no solo las zonas erógenas del consumidor sino también su autoestima, de crearle la certeza de que es un buen amante y de que es capaz de hacer disfrutar a otro ser sexual.

Si las muñecas sexuales buscan cada vez emular con mayor realismo y detalle el acto sexual con una mujer, el siguiente paso lógico es efectivamente cubrir también la faceta más emocional y psicológica del sexo.

Hace poco la cineasta Anna Ginsburg publicaba en Random Acts un cortometraje de animación titulado Private Parts en el que ponía imagen a la manifestación de varias opiniones de gente aleatoria sobre cuestiones relativas al sexo de la mujer. Personajes en forma de coño y polla conversaban de maneras bastante graciosas sobre temas como la terminología que tiende a utilizarse mal (solemos decir vagina cuando queremos decir vulva, por ejemplo), las reticencias habituales en la práctica del cunnilingus, la exploración necesaria del propio cuerpo o esa especie de mística incomprensible que existe alrededor del clítoris, su localización exacta y su funcionamiento. En pleno 2016 todavía se hacen chistes sobre dónde encontrar el punto G, y eso es algo muy representativo de la falta de información que sufrimos cuando nos dan clases de sexualidad centradas solo en la seguridad y la higiene, pero nunca en la correcta administración del placer.

Erotica Robotica nos pone delante de un robot sin género claro, llamado SAMM-69 y plagado de extraños pulsadores y mecanismos que son son la puerta hacia su orgasmo, y por extensión hacia nuestro éxito como manipuladores de la sexualidad electrónica, pero que son imposibles de comprender sin el manual de uso que complementa al juego. Al final es un amigo quien nos dice qué hacer y nosotros llevamos a cabo las acciones descritas con la esperanza de que acaben funcionando, sin saber muy bien lo que estamos haciendo. Visto así, se parece bastante al primer encuentro sexual de juventud.

Se podría decir que Erotica Robotica contempla, desde el humor y la diversión desenfadada de un juego de mesa, la perspectiva de un futuro donde la masturbación más sofisticada incorporará un factor inesperado: la gamificación del orgasmo femenino. Quién sabe sabe si esa gamificación hipotética también tendrá un sentido divulgativo, un componente de aprendizaje a modo de ensayo sobre lo que nos encontraremos más tarde en la vida real. En cierto modo esa sigue siendo la motivación tras los primeros juegos que uno lleva cabo, en general o con uno mismo: practicar.

Erotica Robotica está disponible en itch.io para navegador, Windows y Mac.