Teoría política con ositos

Goldi: Maquiavelo y los tres ositos

Goldi: Maquiavelo y los tres ositos

Cuando hay que hablar de las primeras versiones del cuento de Ricitos de Oro y los tres osos, la gran mayoría de autores están de acuerdo en situar su origen en Escocia; la fábula popular hablaba de una zorra que, sin permiso, entra en la casa de tres osos cuando están ausentes. El final es variable: hay quien dice que la zorra se duerme en la cama de uno de los osos, pero a pesar del despiste se da cuenta a tiempo del regreso de los habitantes de la casa y consigue escapar sana y salva; Bettelheim, en su Psicoanálisis de los cuentos de hadas, es menos misericordioso y afirma que «los osos terminan por devorar a la intrusa».

En la primera mitad del siglo XIX se encuentra el primer registro escrito del cuento de los tres oso (un librito casero escrito como regalo de cumpleaños para un niño), y allí la zorra se sustituye por una mujer «vieja y gruñona». A finales del mismo XIX, otra versión nos cuenta cómo la anciana se sirve leche, se sienta en las sillas y se tumba en las camas de los osos. Ambas historias acaban con la intrusa siendo castigada: arrojada al fuego, ahogada o arrojada desde lo alto de un campanario. Cualquiera de estas versiones nos deja un «cuento admonitorio que nos aconseja respetar la propiedad privada de nuestros semejantes», de nuevo en palabras de Bettelheim.

En la versión de Robert Southey, recogida en su libro The Doctor en 1837, la intrusa escapaba, pero el lector no llegaba a conocer su destino. «La mujercilla saltó por la ventana; pero no puedo deciros si se rompió la crisma al saltar, si corrió hacia el bosque y se perdió, o si encontró el camino de salida y fue arrestada por el comisario de policía por ir vagabundeando por ahí. Lo que sí sé es que los Tres Osos nunca más oyeron hablar de ella», cita Bettelheim. Más adelante, a principios del siglo XX, se asentó la imagen de la intrusa como una niña, que acabó siendo Ricitos de Oro después de tenerlos de plata; los osos, hasta ahora solo distinguibles por su tamaño (uno era grande, otro mediano y otro pequeño), pasaron a ser una familia: Papá Oso, Mamá Oso y Bebé Osito.

Goldi: Maquiavelo y los tres ositos

La lectura en clave de Freud que da Bettelheim sobre el cuento es la siguiente: la niña, colándose en la casa de los osos y usando sus cosas (comiendo su comida, sentándose en sus sillas, durmiendo en sus camas), está tratando de decidir si tiene que ser como el padre, como la madre o como el hijo. «El hecho de decidir lo que uno quiere ser respecto a esas posiciones humanas fundamentales comporta una tremenda lucha psicológica, una penosa experiencia por la que todo ser humano tiene que pasar», escribe Bettelheim. Ricitos de Oro es intrusa en la casa, pero también en la vida de la familia de osos: independientemente de en qué cama se duerma, siempre estará usurpando el lugar de alguno de ellos. Es Bebé Osito el que despierta a Ricitos de Oro con su voz, «estridente y chillona», como el niño que reacciona ante la llegada de un recién nacido a la familia.

Al final del cuento, «asustada de su propio atrevimiento y derrotada en sus esfuerzos por encontrarse a sí misma», Ricitos de Oro escapa por la ventana de vuelta a su edad infantil, huye sin que el lector llegue a conocer, como en la versión de Southey, su fortuna posterior. No hay moraleja; solo una amenaza: si eres un niño, actúa como un niño.

La última versión que conozco del cuento de Ricitos de Oro y los tres osos es Goldi, un videojuego desarrollado por Ed Curtis-Sivess. Como en la mayoría de reescrituras modernas del cuento, el papel protagonista en Goldi lo tiene Ricitos de Oro, la intrusa (el jugador, en este caso), en lugar de los osos; como hemos visto, en las primeras versiones, normalmente tituladas Los tres osos o Los tres ositos, el castigo al que se sometía a la que se colaba en la casa era terrible. Como en el cuento, aquí se nos ofrece la tentación de invadir la privacidad de los osos: usar sus teléfonos móviles para publicar chistes malos en redes sociales usando su nombre; leer sus libros y moverles el marcapáginas; intentar sin éxito dormir en sus duros futones. En mi primera partida metí (es un proceso simple: pulsas en el punto verde que hay sobre los objetos interactivos, y una narración nos dice qué ha hecho Ricitos de Oro) una bola de papel de plata en el microondas, y se rompió; bebí de su vino, y Ricitos de Oro se puso enferma.

Después de dos interacciones, los osos vuelven a casa; el juego nos pide que pulsemos la tecla E para escondernos. «El que consigue la soberanía con el auxilio de los grandes se mantiene con más dificultad que el que la consigue con el del pueblo», está contando Papá Oso mientras entra con Mamá Oso y Bebé Osito, «porque siendo príncipe, se halla cercado de muchas gentes que se tienen por iguales con él, y no puede mandarlas ni manejarlas a su discreción». Entonces descubren nuestra huella: el microondas roto y el vino bebido. Cuando Papá Oso nos caza, nos hace una pregunta: podemos elegir entre dos respuestas, y solo una es correcta. Cuando respondemos, el juego nos lanza un final basado en lo que hayamos hecho durante la partida y volvemos a aparecer en la entrada de la casa, listos para volver a empezar.

Goldi: Maquiavelo y los tres ositos

Goldi (abreviatura del título en inglés del cuento de Ricitos de Oro, Goldilocks and the Three Bears) es una reescritura, o una relectura, de la popular historia infantil cruzada con El príncipe, de Maquiavelo.

El adjetivo maquiavélico, nacido a raíz del ensayo de Maquiavelo sobre cómo se debe gobernar un Estado, se refiere a quien «actúa con astucia o doblez»; no es una cita literal ni significa exactamente lo que hoy solemos atribuirle, pero lo de que el fin justifica los medios es fácilmente asociable al libro de Maquiavelo. «Es menester, pues, que sepáis que hay dos modos de defenderse», escribe: «el uno con las leyes y el otro con la fuerza. El primero es el que conviene a los hombres; el segundo pertenece esencialmente a los animales; pero, como a menudo no basta, es preciso recurrir al segundo. Le es, pues, indispensable a un príncipe, el saber hacer buen uso de uno y otro enteramente juntos». Menos maquiavélica es la lectura de la Encyclopédie (Althusser se la atribuye a Diderot), donde se dice que «cuando Maquiavelo escribió su tratado El príncipe, es como si hubiera dicho a sus conciudadanos: leed bien esta obra. Si alguna vez aceptáis un amo, será tal y como os lo describo, ésta es la bestia feroz a la cual os abandonaréis».

«Así pues», remata, «fue error de sus contemporáneos desconocer el objetivo de El príncipe: ellos tomaron una sátira por un elogio».

La relectura que hace Goldi del cuento de los tres ositos deja de lado la fijación en el número tres del original (por ejemplo, Ricitos de Oro llama a la puerta tres veces antes de entrar, o, en otras versiones del cuento, su intrusión tiene tres pasos: primero mira por la ventana, luego por el ojo de la cerradura y finalmente se cuela en la casa) y se centra en el dos: podemos tocar dos objetos antes de que lleguen los osos; las preguntas de Papá Oso tienen dos respuestas posibles; los finales se nos presentan en dos partes, e incluso el gran final del juego ocurre después de dos bloques concretos e identificables. Cuando hay tres personajes en un cuento infantil, muchas veces dos de ellos representan soluciones erróneas, por exceso o por defecto, mientras que el tercero da la correcta: es la virtud aristotélica, esa «especie de término intermedio entre el exceso y el defecto, entre lo más y lo menos» de la que hablaba el filósofo. Maquiavelo, por otro lado, opone nobleza y pueblo; ley y fuerza; confianza y traición.

Goldi: Maquiavelo y los tres ositos

En la pantalla de título de Goldi se nos dice que es un juego «sobre el jamais vu, Maquiavelo y hacer las cosas bien». En cierto momento, Goldi nos permite, a lo Portal, echar un vistazo detrás del telón; frente a nosotros, en un monitor, podemos leer «Reproduciendo: Los tres ositos enseñan Maquiavelo». Más adelante, el sistema se rompe y podemos salir de la cabina en la que estábamos encerrados, quizá viviendo en bucle una realidad virtual en la que éramos Ricitos de Oro, entrando una y otra vez en la casa de los ositos a toquetear sus cosas, partiendo siempre de cero, sin posibilidad de aprovechar la moraleja del cuento, en caso de que exista una. Bettelheim, de nuevo: «Contrariamente a lo que suele ocurrir en los cuentos de hadas tradicionales, en esta historia tenemos la impresión de que la experiencia que Ricitos de Oro obtiene en casa los ositos no produce cambio alguno en su vida ni en la de aquéllos; no se menciona nada al respecto. Aunque la niña busque desesperadamente el lugar más apropiado para ella —es decir, quién es en realidad—, no se nos dice que Ricitos de Oro llegue a alcanzar un nivel superior de identidad».

Al lado del monitor frente al que estábamos retenidos hay otros en los que otras narraciones populares se deshacen de las enseñanzas a las que solemos asociarlas para explicar otros asuntos; en una, Hércules enseña estructura nuclear. También encontramos un panel de control en el que nos enteramos de que la nave en la que vamos está cerca de un planeta habitable por el ser humano, en el que tenemos un 45% de posibilidades de sobrevivir. La decisión, esta vez, sí es triple: podemos poner en marcha el descenso, descartar el planeta o ignorarlo. Entonces el juego termina.

Goldi: Maquiavelo y los tres ositos

Goldi fue parte de la Public Domain Jam 2; podéis descargarlo gratis, para Windows, Mac o Linux, aquí.

  1. Señor Cereza

    Vaya pedazo de artículo te has marcado, Victor. Da gusto encontrarse con cosas así para leer de buena mañana, enhorabuena. Vamos descargando el jueguín a ver qué tal.

  2. RoNiN

    Venir del gimnasio y leer esto con un desayuno. Así es como debían imaginarse el paraíso los antiguos.

  3. Mominito

    Voy a preferir probarlo en lugar de leer el artículo, a ver que tal.

  4. Deses

    Holy shiet, ya no sé si jugarlo, que con el artículo me he quedado satisfecho.

  5. dennel

    Ecselente testo, nuclearsito

  6. Cheddarenelpelo

    Solo venía a decir lo mucho que se agradecen estas cosillas tan ricas usando el juego casi como excusa (o al revés, qué más da).

  7. Osuka

    Grande! El tipo de artículo por el que vengo a esta casa; no podía llegar en mejor momento porque estaba pasando un crisis como patron tras el E3. Aprovecho para reivindicar El príncipe y a Maquiavelo. Es un pequeño tratado que se lee casi de un tirón y es plenamente actual, de hecho es muy aplicable a muchos entornos laborales.

    Un saludo.

  8. snakec

    Recuerden que el mérito del principe reside en que puso el dominio de la política bajo el dominio de los hombres (si, hombres, recuerden la época en que fue escrito). Es decir, no se trata sólo de ser un análisis realista de la política, sino que inventó el realismo político! Se puede aplicar en muchos entornos yo sé, pero el ejercicio político no sólo se reduce a lo que percibió Maquiavelo. Incluso hay lecturas desde la subalternidad, osea de los que son dominados, que reivindican positivamente a Maquiavelo.

    Sobre el juego habrá que probarlo, pero ya no comulgo tanto con el tipo de análisis que yo hace un tiempo escribía sobre la política en los juegos (y que esta casa tuvo la gentileza de publicar). Ahora me suenan más el tipo de análisis que incluyen al usuario dentro de la experiencia del videojuego… ¿Cómo te afectó a ti @chiconuclear y de qué modo quién diseña los juegos podría llevarnos de la mano para dar con estos significados políticos sin que nosotros tengamos que aportar el grueso del conocimiento previo? Estoy seguro que los videojuegos pueden lograr eso sin ser tan explícitos y refregarnos en la cara que están hablando de política (si, The Witcher, el palo va para ti)

    Me voy a jugar Euro Truck Simulator, efectos post E3 y caja de comentarios de anaitgames.

  9. lolskiller

    Lo mejor del juego, para mi, es el articulo que se ha montado @chiconuclear. ¡Aceite de oliva!

  10. Osuka

    Pero qué bien os va a los de letras este tipo de artículos para sacaros la chorra! XD

    No offense 😉

  11. Osuka

    @wharfinger_kyd
    Claro, claro. Aquí cada uno se la saca donde quiere, y donde puede 😀

  12. Rocks

    Genial artículo.
    Solo en Anait.

  13. snakec

    @wharfinger_kyd dijo:
    @snakec, de todos modos Maquiavelo es también idealista. Su configuración del príncipe perfecto es la suma de cualidades de príncipes separados, e incluso los que más reivindica, como César Borgia o El Católico, tuvieron algún problema, que él atribuye a esa entidad abstracta llamada fortuna (que básicamente llena los vacíos que la práctica no explica). No hay ningún realista, en el fondo, como tampoco un idealista. Lo más importante es que bajó la política al suelo, algo que ya había hecho Duns Escoto con la metafísica.

    Se puede leer el Príncipe como un manual pragmático, tipo Espejo de Príncipes, y la coincidencia no es en absoluto casual porque de eso se trataba: un hombre debe saber conducirse públicamente. Para mí la virtud de Maquiavelo no su realismo, pues, sino haber secularizado la política, lo que tampoco es la panacea, pero hace ver que las cosas que ocurren en el mundo pueden organizarse mundanalmente, valga la redundancia. Entiendo que esto es lo que interesa a la teoría de la subalternidad.

    Suscribo todo lo que dices, justo lo mismo que pienso y tengo entendido del señor Maquiavelo. Y si señor, se nos va la chorra porque este es nuestro pan y además cuando le ponen teoría política directamente al subtitulo, se vuelve un asunto gremial.