Hace un tiempo que no me pasa, pero cuando era más joven (durante los últimos años del instituto y los primeros de universidad, creo) soñaba con cierta frecuencia una cosa: en el sueño me veía a mí mismo jugando a Final Fantasy VII. Este sueño estaba basado en el recuerdo que tenía de mí mismo jugando a Final Fantasy VII; de mi primera partida al legendario RPG de Square Enix solo recuerdo eso. Que lo jugué, y yo jugándolo; me recuerdo en mi habitación, en la casa de mis padres, con la tele en el suelo, tirado en la alfombra, sentado con la rodillas cruzadas, encima de la cama con medio cuerpo colgando.
Lo curioso del sueño, y lo que me ha hecho recordarlo mientras jugaba a It is as if you were playing chess, el nuevo juego del académico Pippin Barr (es profesor en la Universidad Concordia de Montreal, y también ha diseñado varios juegos de los que hemos hablado por aquí: Eveline, v r 2), es que en ningún momento se veía Final Fantasy VII: simplemente sabía que era a lo que estaba jugando. Me veía a mí mismo jugando a algo y aunque no lograba ver lo que había en pantalla sabía con certeza que era Final Fantasy VII. No sé por qué estoy tan seguro, pero el hecho de que en ese sueño estoy jugando a Final Fantasy VII es una de las pocas verdades totales que existen en mi vida: no tengo ni el más mínimo resquicio de duda de que ese es el juego que aparecía en aquel sueño recurrente, y me produce una alegría inmensa saber que no hay ninguna manera de que alguien fulmine esa certeza.
Hablando de sueños hechos realidad, literalmente, el juego de Barr es «una interfaz diseñada para darte facilidades para fingir que estás jugando una partida de ajedrez».
«La idea es crear juegos que no sean juego en sí mismo, per se, pero permitan/fuercen/animen al jugador a actuar como si estuviera jugando a un juego de algún tipo», explica Barr en su kit de prensa. «La imagen central para mí es la de un jugador sentado en su ordenador o usando su dispositivo móvil mientras es observado por otra persona. Para el observador debería parecer genuinamente que el jugador está jugando a algún tipo de juego».
«En este caso, la idea es que parezca que [el jugador] está jugando una partida de ajedrez, haciendo los movimientos apropiados (para mover las piezas de ajedrez) , las expresiones faciales, movimiento de ojos y demás». De esta manera, la idea se traduce en «una interfaz diseñada para darte facilidades para fingir que estás jugando una partida de ajedrez». Uno de los triunfos de It is as if you were playing chess me parece ese: su género y sus mecánicas se pueden comunicar perfectamente con las mismas palabras. Es como si estuvieras jugando al ajedrez.
Las interacciones en It is as if you were playing chess son sencillas: mover fichas, estudiar el tablero y representar el lenguaje corporal típico en una partida de ajedrez. El espacio sobre el que se juega es abstracto y minimalista, funcional pero terriblemente poco atractivo, porque, de una manera muy interesante, aquí no importa tanto el jugador como las personas que le observan. En el caso de que existiera alguien ahí fuera que encuentra solaz en ver cómo otra persona juega al ajedrez, el juego de Barr sería el más altruista, porque fuerza al jugador a un altruismo absoluto.
Para que otra persona tenga la sensación de que el jugador está en medio de una partida de ajedrez, por debajo, mientras uno desliza el dedo por la pantalla del móvil o se rasca la nuca y arquea una ceja, está ocurriendo algo parecido a una partida de ajedrez. Una invisible y que solo quiere dar la sensación de ser una partida de ajedrez, sin serlo realmente:
El juego contiene los movimientos (de las blancas) de tres partidas de ajedrez clásicas, de modo que cuando haces los movimientos abstractos existe una sensación de que «realmente estás jugando al ajedrez», supongo, pero también no, porque en ningún sitio del juego están los movimientos de las negras, por ejemplo. Así que en realidad no estás jugando. Pero hay una especie de realismo de base en los movimientos que haces por debajo.
Por esto, también existe una referencia a otro experimento ajedrecístico de Barr, Best Chess, en el que después del primer movimiento del jugador el ordenador, encargado de mover las negras, estudiaba absolutamente todas las variables posibles para el resto de la partida, de modo que la jugada resultante sea la mejor posible, y nada menos que la mejor. Es un proceso infinito e infumable: la idea, la broma, si se quiere, es que el jugador cierre la ventana después de su primera aportación, muerto de aburrimiento ante la avalancha interminable de posibles movimientos que aparecen en pantalla.
De vuelta al cómo los demás ven a quienes juegan, y de qué manera es posible saber a qué están jugando (qué está haciendo) sin ver la pantalla, el asunto es menos marciano de lo que podrían hacer imaginar los gritos de «¡otra paja mental para gafapastas!» que me llegan de los asientos del fondo. Todos hemos visto alguna película en la que uno o más personajes juegan a la consola. Una crítica común en este tipo de escenas viene del hecho de que cualquier parecido con la realidad de manipular un mando para controlar un juego es pura coincidencia: no sabemos si están jugando mal, si su puntuación es baja o está apilando piezas al tuntún en Tetris, pero sabemos que están haciendo una mala representación de la parte física de interactuar con el videojuego.
No recuerdo cómo manipulaba el mando en mi sueño.
Un ejemplo claro de mala actuación se encuentra en la serie The Big Bang Theory: cuando juegan a Halo, por la forma en que manipulan los mandos bien podría ser que están jugando a cuatro juegos distintos, o que no están jugando a nada. El guion necesita hacer explícito a través del diálogo que los personajes están jugando a Halo, porque de otra manera estaría claro que simplemente están aporreando los mandos según lo que tradicionalmente se supone que es jugar a la consola. Lo contrario ocurre en House of Cards, donde, a pesar de que sí que se ve a qué juega Kevin Spacey, solo los ojos y las manos del actor funcionan para crear ese «realismo invisible», esa «especie de autenticidad», que busca Barr en It is as if you were playing chess.
El to play aquí se entiende como actuar en vez de como jugar; en una época en la que jugar delante de una cámara para que cualquiera lo vea desde su casa es lo más normal del mundo, cualquier exploración del tema parece oportuna. Si es tan interesante como la de Barr, mejor.
Este experimento es la primera entrega de una posible serie It is as if you were playing a videogame, que pretende «ofrecer una manera sencilla de comprobar la idea de una interfaz como tipo de juego o experiencia que haga referencia al juego». La elección del ajedrez como primer escalón no es casual ni pretenciosa: se debe a que el ajedrez tiene «un set de movimientos y experiencias emocionales bien conocidas» que cualquiera puede entender, entendiendo así, de paso, «lo que hace la interfaz». El experimento es más interesante porque, como decía antes, «hay una partida de ajedrez real subyacente que estás jugando a medida que sigues las instrucciones», que elimina «la disonancia que crearían los movimientos imposibles o los increíblemente poco posibles, para aquellos que juegan lo suficiente al ajedrez como para pensar más allá de lo que está ocurriendo, de manera mucho más abstracta, en la pantalla».
Se puede jugar a It is as if you were playing chess desde el navegador, en casi cualquier ordenador o smartphone.
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Que casualidad. Ayer tarde, haciendo zapping, me topé con una escena de una serie infantil (supongo que era infantil porque era en Disney Channel) en la que una niña jugaba con una consola, y me fijé en que aporreaba los botones sin ningun sentido, y pensé en lo poco que se curran estas escenas en general. Aunque luego pensé que igual estaba jugando a un simulador de «Caos». Quién sabe…
Vaya manera de sacar oro en forma de texto tienes Víctor. Creo que jamas habría llegado a esa clase de análisis con el juego en cuestión.
Espero ser digno con el pequeño proyecto que está terminando Petete, tendrás un correo cuando así suceda.
Maravilloso artículo, @chiconuclear. Es verano pero en Anaitgames la calidad no está ni de vacaciones ni en funciones.
Me parece buenísimo. No como juego, claro, sino como vacile-experimento. El Pippin Barr éste es un cachondo.
Claro que pensándolo bien… con ese nombre o eres un cachondo o no sobrevives a la EGB.
@wharfinger_kyd
Sony se copió de Pippin:
Hace ya algo más de una veintena de años mi prima pequeña nos decía «yo también sé jugar al ajedrez» y nos lo demostraba sentándose delante del tablero con la mano sujetándose la cabeza y mirando fijamente al ajedrez, exactamente lo que veía que más hacíamos mi padre o yo cuando jugábamos. No se me ha ido esta imagen cuando he probado el juego.
Es curiosa la manera en la que la lógica funciona en los sueños, hay verdades absolutas en ellos simplemente porque nuestra mente sabe ese detalle. En más de una ocasión he soñado que jugaba a un videojuego sin hacerlo realmente, pero siempre estaba claro a qué jugaba pese a que no hubiera mando ni televisor.
Me parece un experimento muy intersante el que propone Pippin Barr: no juegue a X, sino juegue a algo que haga parecer que juega a X. En efecto en muchas series necesitarían ponerse ese tipo de juego para fingir jugar (estaría bien otro programa para «hacer como que teclea algo con sentido en un ordenador).
¡Gran artículo, @chiconuclear, te has explayado tras el descanso veraniego!
@drtenma
Yo soy muy fan de hackertyper.net
@gegrmova no lo conocía, pero no es eso exactamente a lo que me refiero. En efecto, uno teclea y en la pantalla se muestra cómo va saliendo un programa; pero si un observador externo me viese usando ese programa podría no tener la sensación de que yo lo escribo porque el programa en sí mismo no trata de que el usuario parezca que sabe teclear.
@drtenma
No me expliqué nada, a lo que me refería es que en las series/películas/etc. hacen exactamente como lo que hace hacker typer, esto es, hacerlo todo mal.
Es como el gif ese de «soy programador».
Vaya texto, se agradece tan buena lectura.
Como proyecto en conjunto, me da la impresión de que ha empezado un poco la casa por el tejado. El ajedrez, como otros juegos de mesa, es muy representativo en cuanto a lenguaje corporal sobre el tablero, pero trasladarlo al smartphone supone cargarse gran parte de ese lenguaje por las limitaciones que impone el espacio de juego y la interacción con estos dispositivos. Lo he probado y, poniéndome en la piel de otra persona, creo que no sabría decir si estaba jugando al ajedrez o al Threes.
Está claro que Barr quiere usar como indicadores otros gestos menos relacionados con las manos (expresión facial, respiración y tempo), pero con tal grado de abstracción parece que ya quiere llevar el proyecto a sus últimas consecuencias con el primer juego.
Espero equivocarme, porque tengo ganas de ver si va un paso más allá con lo próximo que salga de aquí.
Me interesa, quedo a la espera de la siguiente entrega que espero se llame:
It is as if you were working
Solo así le encontraré sentido