El pasado mes de marzo la web PanamericanWorld publicaba un reportaje sobre la posibilidad de que exista en un futuro cercano una industria cubana del videojuego. Numerosas opiniones de gente como el ingeniero Roberto Elias Perez Ozete, miembro del Centro de Entornos Interactivos Tridimensionales (Vertex) de la Universidad de las Ciencias Informáticas, en La Habana, y varios de sus compañeros dentro y fuera del Vertex, coinciden en que la industria del videojuego en Cuba todavía no existe, y es algo más relacionado con la cobertura mediática, la legislación y las fórmulas de negocio que con la creatividad. «Hay numerosos proyectos indie siendo desarrollados dentro de instituciones estatales, pero nadie sabe cómo van a terminar, si se podrán vender o se llegarán a exportar», explicaba Roger Durañona, un estudiante de ingeniería informática apasionado de los videojuegos. Y parece que esas especulaciones esperanzadoras ya empiezan a dar su fruto: desde un apartamento en el barrio de El Vedado, centro neurálgico, administrativo y cultural de La Habana, Joshue Pagliery y Johann Hernández, artista y programador, están enfrascados en el desarrollo de Savior, un proyecto que ellos mismos están vendiendo al mundo como el primer juego indie cubano y que tiene visos de ser el primero de una, esperemos, larga lista de incursiones en el mundillo desde la isla tras la reanudación de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos que podrían culminar en el fin del bloqueo.
Foto: eltoque.com
De hecho en esa nueva relación puede estar la clave de todo el tinglado: en el reportaje de PanamericanWorld algunos expertos ya sugerían que la inversión extranjera, en caso de producirse, sería de una importancia vital en el desarrollo de una industria, o al menos de una dinámica creativa y económica sostenible. Decían que no se trataba solo del dinero llegado desde fuera: también los conocimientos sobre el mercado y la experiencia en lanzamientos y presentación del producto. En lo puramente indie, los creadores tendrían algo que en el reportaje llaman «paz mental»: la tranquilidad y la certeza que ofrece una estructura funcionando a la hora de centrarse solamente en lo creativo. Savior es un juego 2D en el que controlamos a un Pequeño Dios cuyo mundo está cayéndose a pedazos y que acude en busca del Gran Dios creador para salvar lo que le rodea, pero en mitad del recorrido se da cuenta de que solo es un personaje dentro de un juego sin terminar. Sus dos autores hablan de inspiraciones artísticas y filosóficas, y de la intrusión casi inconsciente de alegorías y metáforas que reflejan la realidad extraña y cambiante de una Cuba que está en un momento histórico tan ilusionante como incierto. Las dificultades para el acceso al videojuego en Cuba, tal y como explica Chris Priestman es KillScreen, son poco menos que insalvables. La conexión a internet está empezando a desplegarse por el país, de momento solo con puntos de acceso Wi-Fi que funcionan muy lento. Dice Joshue Pagliery que, al margen de juegos educativos y proyectos de baja calidad encargados por el gobierno, aquello es un erial en el que es complicado hasta conseguir videojuegos en los que inspirarse, en la mayoría de casos copias piratas de juegos que se distribuyen de mano en mano en formato físico o con algo llamado Paquete Semanal, una especie de servicio a domicilio «ilegal pero tolerado» en el que sus suscriptores reciben en casa discos duros llenos de juegos. Y de lanzamientos de actualidad, ni pensarlo, claro. En ese contexto, Joshue y Johann han logrado el apoyo de la Fundación Ludwig de Cuba y, más significativo aún, también una fundación estadounidense llamada Innovadores Foundation, situada en Connecticut, además de estar financiándose por una campaña de crowdfunding de IndieGogo, una conocida plataforma de mecenazgo con sede en San Francisco. No son exactamente inversión extranjera, pero sí son la señal de que el cambio en la relación de Cuba con el resto del mundo y el progresivo proceso de conexión que está llevando a cabo puede darnos, a los creadores cubanos y a los que disfrutamos de los videojuegos, un montón de alegrías.
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¿Y en Venezuela?
Ya gobierna el PP, Venezuela nos vuelve a importar la misma mierda que antes.
@meathook
OH NO POLÍTICA EN ANAIT
@cafe
Hay mucho talento, pero poca parte de la industria es financiada desde nuestro mismo país. Es decir, no hay un mercado nacional de videojuegos, pero sí muchos venezolanos trabajando para compañías extranjeras.
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Funfact: el internet de Cuba es enviado por fibra óptica desde Venezuela, y las conexiones de ellos son más veloces que las nuestras (tiene que ver que no todos tengan internet en la isla claro está).
@cafe
Era una bromita estúpida, sorry.
Pero de manera implícita este artículo trata sobre como la política afecta a los videojuegos y sobre todo a la gente que los desarrolla.
Y la europea?
@matthewmurdock
Aquí un juego cuesta de 2 a 4 veces el salario mínimo mensual. El sueldo es de 27 mil bs, y una novedad para PS4 o XOne puede valer más de 100 mil bs.
@matthewmurdock
Aquí hay mucha gente que tiene para darse esos gustos, sobre todo alguien que tenga familia en el exterior. El venezolano derrocha mucho el dinero, no es extraño ver un LCD de 50″ en una casa de paredes de laton. Sin embargo los jueguicos ya son otra cosa, la piratería está a niveles estratosféricos, pero el que tiene y le gusta jugar lo último de videojuegos no le importa desembolsar tal cantidad de billetes.
Como decía@mio_tony los videojuegos son el nuevo Bar, si antes el hombre se gastaba sus ahorros en cerveza, ahora lo hace en moñecos que disparan en la pantalla.
@gegrmova
That’s right nigga
El juego tiene una pinta estupenda. Creo que pueden salir cosas muy interesantes de Cuba, cosas que no estén contaminadas por los malos usos o costumbres arraigadas en los videojuegos del «exterior».
Qué miedito da que EEUU tenga tantas ganas de entrar a la isla. Que se preparen para volver a sufrir el capitalismo.
@samsks
Bueno, no se van a transformar en USA, es sólo un pacto de libertad de mercado, o desbloqueo, como lo llaman los que miran por una cerradura.
Es similar a los que pasa con Podemos en España, muchos creen que significaría un cambio al modelo comunista, cuando en realidad no tienen propuestas comunistas ni se les espera aunque algunos de sus miembros así se consideren.
Cuba seguirá siendo »comunistilla» y España seguirá siendo capitalista, pero algo menos, sin llegar al terrorismo de estado.
@samsks
Claramente no has estado en Cuba.