Recuerdo que una de las primeras cosas que pensé cuando se anunció Disney Infinity fue que posiblemente me habría explotado la cabeza si el juego se hubiera presentado hace quince años, o, quizá más factible, si yo hubiera nacido quince años más tarde. Poco después Pep me dijo, si no lo mismo, algo muy parecido. En la presentación en Madrid, en la que fue Troy Leavitt, uno de los responsables del juego, el que se encargó de explicarnos (GamePad de Wii U en mano) los puntos clave de esta ensalada de Disney, a más de uno le escuché decir eso de que llegan a presentar esto cuando tenía yo 12 años y flipo.
Llegamos tarde, parece, pero es difícil no dejarse fascinar por Disney Infinity: por su mundo, por sus personajes, por sus posibilidades.
En Disney Infinity «todos son juguetes», una solución conceptual muy adecuada para mezclar en un cajón de sastre personajes y escenarios de toda clase y condición; «en un mundo de juguetes todos pueden convivir», explica Troy Leavitt. No fue lo primero que vimos, pero quizá sea la parte que mayor impacto tiene sobre el jugador, para bien o para mal; el modo Toy Box, el que nos permite crear y modificar como nos plazca el mundo del juego, sin restricciones de (casi) ningún tipo, es central dentro de esa idea de que «todos son juguetes»: es aquí, llevando el modo homónimo de Toy Story 3 (el anterior, y excelente, juego de los creadores de Infinity) a sus últimas consecuencias, donde la barrera entre el juguete físico y el videojuego se rompe, donde Infinity juega la carta de estimular la imaginación y la creatividad del usuario, ofreciéndole herramientas para que, como cuando de críos nos entreteníamos con los muñecos tirados en la alfombra, inventemos nuestros propios juegos, pongamos nuestras propias reglas.
Infinity es «una celebración de las dos cosas que hacen grande a Disney: los personajes e historias y la creatividad que promueven», dice Leavitt.
Siempre he sido muy comodón en todo lo relacionado con la edición y creación dentro de los videojuegos, y por eso (entre otras cosas) nunca han llegado a gustarme juegos como LittleBigPlanet. A cierta parte de la Toy Box de Disney Infinity le encuentro ese mismo problema, a pesar de que, como en LittleBigPlanet, sé apreciar y aprecio las grandes posibilidades que ofrecen a los que sí tengan ganas de trastear con sus herramientas: además de cientos de objetos de todo tipo (desde estructuras o edificios hasta los cachivaches de escala más reducida), Infinity también permite establecer relaciones mucho más finas entre los elementos que pueblan nuestra caja de juguetes. Uno de los ejemplos que puso Leavitt es bastante claro: relacionando una portería con un público de atrezo que había cerca, cada vez que marcaba un gol el graderío aplaudía. Como estos hay muchos más: tanto en Madrid como en Los Angeles, donde también pude jugar un rato (a la versión de Xbox 360, en ese caso), me dio la sensación de que quizá no son infinitas, pero las posibilidades de interacción entre objetos en Disney Infinity son suficientemente grandes como para tenernos un buen tiempo entretenidos, tocando cosas y probando qué efectos tienen unos chismes en otros.
Aunque uno de los puntos fuertes del modo Toy Box es la posibilidad de compartir con otra gente los niveles que creemos (pasando, eso sí, por el aro de Disney: hará falta registrarse en sus servidores para que nuestras creaciones pasen por sus controles, que buscan evitar la distribución de contenido inapropiado en Disney Infinity), tampoco es descabellada la idea de simplemente jugar: crear objetos, toquetearlos, golpearlos, hacer que choquen unos con otros, movernos por el escenario. La plataforma a lo Skylanders, enchufada a la consola por USB, en la que colocamos personajes y distintos modificadores anima a esto: ¿te cansas de ser Jack Sparrow? Coge el muñeco y cámbialo por otro. Tiene algo de juego inocente, sin objetivos ni presión ni complicaciones: quizá muchos estemos ya lejos del esquema mental que nos permite dedicarnos simplemente a jugar sin tener presente en todo momento un objetivo claro, una recompensa definida, pero no es el caso de los niños, que son los que, en todo caso, se acabarán interesando por Disney Infinity.
De esta plataforma dependen las distintas aventuras que hay en el juego; no todo es hacer lo que nos dé la gana en Infinity. En la marca hexagonal del aparato colocamos las piezas que le indican al juego en qué nivel queremos jugar; si optamos por el modo historia, sólo podremos utilizar los personajes que corresponden al mundo en que se desarrollan las aventuras. Si queremos jugar a Cars, tendremos que usar a Rayo McQueen o compañía; si queremos jugar a Piratas del Caribe, a Jack Sparrow o su tropa; y así. En estos playsets la cosa es muy diferente: aunque hay cierto espacio para la personalización de los escenarios (colocando, por poner el ejemplo de Monsters University, trampas con las que gastar bromas a los demás estudiantes), el grueso de cada mundo se compone de elementos predefinidos, mecánicas cerradas y objetivos concretos cuya compleción hace avanzar el guión; tienen un principio y un final; son lo más parecido a un modo historia que tiene Disney Infinity, y es en estos playsets donde los desarrolladores demuestran su creatividad: cada uno se juega de una forma diferente, cada una, bases aparte (todas tienen un sistema de objetivos similar; los rudimentos jugables son comunes), tiene unas mecánicas diferentes.
Cuando compramos el juego tenemos tres: Monstruos University, Cars y Piratas del Caribe, además de tres figuras con las que jugar en cada mundo (Sulley, Rayo y Jack Sparrow). Aquí está el gran negocio de Disney Infinity: para conseguir más personajes y mundos tenemos que pasar por caja, comprando figuras y potenciadores que podemos colocar en la base para utilizarlos en el juego. No se sabe precio exacto, pero sí algunos datos aproximados: su precio será similar al de la competencia, Skylanders (esto es: unos 10 euros por figura, algo menos si las compramos en paquetes de tres), y, según se dijo, no tendrán bloqueo de región.
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Lo que me tiene mosca es que va a ser muy frustrante no poder comprar ni la mitad de la mitad de personajes y playsets. Habrá que elegir muy bien… y eso, para mí, significa esperar a que salgan los muñequitos de El Rey León y de Up.
Estoy con @pep_sanchez cuando salga El Rey Leon o Mulan me lo comprare de seguro…Bueno, si sale Bestia me compraria la figura sin el juego 😀
Si además los muñequitos son chulos siempre es un aliciente para ponerlos en la estantería y admirarlos de vez en cuando. Quién fuera un pelín más joven…
El presupuesto en videojuegos de éste año se lo van a llevar los parásitos de mis hijos. Bueno, alguien me vende un HalfLife3 barato?
Ya había logrado convencer a mi chaval de pasar de los Skylanders, con estos parece que la batalla la tengo perdida.
Me da que este juego va a ser un pequeño pecado para muchos adultos sin hijos.
:rezo: Que saquen los de Brave, que saquen los de Brave, que saquen los de Brave :rezo: