Pit, el mensajero: avance de Kid Icarus Uprising

Sakurai, una de las jóvenes promesas más brillantes de todas las que rondan las coloridas oficinas de Nintendo, es experto en crear juegos que tienen mucha más profundidad de la que parece. Kid Icarus Uprising se ha destapado como una de las experiencias más hardcore que pasarán por una 3DS. La estética juvenil y algo ñoña podía echar para atrás al público exigente, especialmente en occidente. Con mucho acierto han decidido apoyarse en tres elementos que, a pesar de no estar en la superficie, son los que aguantan el juego. Para empezar tenemos el humor; la primera broma, la más evidente, es que el protagonista se llame Pit, teta en catalán. Muy al estilo de Nathan Drake estará todo el rato soltando chascarrillos y bromitas que muchas veces traspasan la barrera de lo graciosete para entrar en un terreno metajuego, con referencias a títulos anteriores y a otros personajes de Nintendo. Palutena, tu aliada en la guerra contra Medusa, también suele comentar tus movimientos con bastante acierto y cinismo. Las armas y poderes es otro apartado al que le han dedicado mucho más tiempo de lo esperado. Cada fase comienza con unos pocos minutos en el aire, con mecánicas tipo shooter, y luego bajamos a la tierra y empezamos a repartir estopa en plan hack’n slash para acabar en un jefe. Nos encontramos, pues, con una mezcla bastante variada de ataques a distancia y cuerpo a cuerpo. Cada una de las nueve categorías de armas prima uno u otro apartado: las espadas son bastante equilibradas, los báculos son como rifles de francotirador, los guanteletes van bien de cerca… cada tipología tiene, además, varios modelos. La vuelta de tuerca llega cuando nos ponemos a combinar armas: podemos mezclar un arco con una espada y de ahí puede salir cualquier cosa. Eso hace que Teta se ponga contento. Toda esa personalización no serviría de nada sin el exhaustivo sistema de dificultad que se han inventado, y que es lo que le da ese toque hardcore. El número, tipo y actitud de los enemigos variará drásticamente entre el nivel mínimo, el 0,0, y el máximo, el 9,9. Cada vez que muramos, en vez de quitarnos una vida, nos harán un downgrade automático: eso nos obligará a ponernos realmente serios si queremos conseguir dinerín (corazones, en este caso) y los mejores ítems. De hecho hasta hay unas cuantas salas repartidas por las pantallas en las que solo puedes entrar si mantienes cierto nivel de dificultad. Es una lástima que necesitemos de una peana para jugar en condiciones. Cuando la vi por primera vez pensé que era rizar el rizo: resulta que no. Casi vuelvo con los dedos rotos de las oficinas de Nintendo. Con el stick izquierdo mueves al personaje, con L disparas y con el stylus apuntas y giras la cámara. Eso provoca una serie de contrapesos locos que repercuten infernalmente en tu pulgar izquierdo, lesionándolo de por vida, y para evitarlo o tienes que apoyar el canto derecho de la consola en tu rodilla e ir cambiando de pose cada dos por tres o ponerte de calmantes hasta las orejas. La solución menos drástica es apoyar la consola en el stand que te regalan, pero entonces debes tener una mesa o una superficie más o menos plana a mano. Sakurai ya dijo que los controles de Kid Icarus Uprising tienen sentido cuando los pruebas, y en cierto modo tiene razón; en realidad tampoco es tan grave, pero sí que molesta un poco. Nintendo está siendo lista con Kid Icarus Uprising; la mejor forma de insuflarle vida a un angelito aparentemente cursi es tirando de humor del bueno y de reto para el hardcore, pero manteniendo, a su vez, cierta accesibilidad para todo aquél que tampoco quiera complicarse demasiado la vida. Yo creo que os sorprenderéis de lo bueno que es.