E3 2014: Los Sims 4 es más god game que nunca

Argus Hulin y Azure Bowie-Hankins, productores de Los Sims 4, tienen un día peliagudo: han discutido, están enfadados y no parece haber manera de calmarlos, pero su irremediable bromance encuentra en el gimnasio la vacuna perfecta. Mientras sudan el enfado en las máquinas, Chuck Norris entra en escena y le da una sesión de entrenamiento personal a Argus, algo que le motiva considerablemente; el nuevo ánimo le lleva a montar una fiesta por todo lo alto e invitar a su nuevo amigo: no todos los días se conoce a una estrella de tamaño nivel. Después de unos cuantos retoques en la decoración para dejar la casa lista para la fiesta, Azure comienza a hacer la ronda de llamadas; todo está listo, los invitados comienzan a llegar y a bailar, charlan entre ellos, todos están contentos. Chuck Norris llega y se une al baile. De pronto, llega el Compañero de Piso. Permitidme el uso alegre de las mayúsculas: los productores comparten casa con nada menos que Kim Jong-un, líder norcoreano y, sorpresa, gran aficionado a los cupcakes. No es un tipo especialmente festivo; para evitar que arruine la fiesta, Argus y Azure mandan al Kim a hacer cupcakes para los invitados, y no puede decir que no: tal es su pasión por la repostería. La fiesta continúa sin aparente problema, hasta que el drama se desata: un incendio en la cocina hace saltar las alarmas, y los anfitriones se ponen histéricos. Tan histéricos que Kim Jong-un se hace pis encima, a lo que los productores responden como haría cualquier buen bro: se empiezan a reír, mientras la máquina de cupcakes (un ingenio casi steampunk que destaca en la cocina entre electrodomésticos considerablemente menos estrambóticos) arde. Ríen y ríen hasta que se mueren de la risa, literalmente; la Parca pone fin a la fiesta de la peor manera, segundos antes de que Chuck Norris entre, intente salvar el día y se vea envuelto entre las llamas, que van ganando terreno. Fin. Esta historieta es una de las varias que se desarrollan en los veinte minutos de presentación a puerta cerrada de Los Sims 4 en el stand de Electronic Arts. Es una historia en la que entran en juego muchas variables, más que nunca: después de catorce años con Los Sims, en Maxis parecen dispuestos a llevar el juego a un nuevo nivel evolucionando más que revolucionando los pilares fundamentales del simulador. Hablan de las nuevas personalidades, de las herramientas de construcción y de las posibilidades de compartir nuestras experiencias como los tres puntos principales de Los Sims 4; personas, entornos e historias, sims, escenarios y las películas que nos queramos montar con ellos. Es el juego más orgánico de la serie, un paso lógico si tenemos en cuenta que en la vida no hay sliders ni iconos. Aquí sigue habiendo de eso, pero su importancia se ha reducido considerablemente: los sims se mueven de forma más expresiva, se relacionan de manera distinta y reaccionan en función de sus estados de ánimo; en la demo, era fácil ver si los personajes con que la cámara se topaba en su recorrido por una de las zonas de recreo que hay en el juego estaban más o menos contentos o enfadados. También había más interacciones posibles entre personajes y con el entorno dependientes de cómo se sienten los sims; más variables para definir las aspiraciones a largo plazo y las peculiaridades de la personalidad; más, más, más.