La escritora Mónica Ojeda (Guayaquil, Ecuador, 1988) ha publicado su segunda novela, Nefando (Candaya, 2016), un enjambre de voces que tiene como protagonista, y también como secreto, un videojuego homónimo (el nombre ya da una pista de qué estado de ánimo provoca jugar con él). Inmediatamente retirado de la deep web por su contenido obsceno, el texto se articula en torno a los testimonios de aquellos que se involucraron en la programación de Nefando o en las vidas de los hermanos Terán, sus responsables, un trío que se comporta prácticamente como un organismo unitario, enigmático, en cuyo pasado están las respuestas, si es que es posible hallarlas, de los motivos que podrían haber engendrado el videojuego.
A medida que se profundiza en sus mentes y se recorren los cuerpos castigados de los protagonistas, la realidad se enturbia y la deep web adquiere los rasgos de los bajos fondos de nuestra vida social y psicológica. Como en Bleeding Edge, de Thomas Pynchon, que también tenía como eje un programa informático sepultado en internet, libertad y represión se presentan como fundamentalmente ambiguas.
De Mónica Ojeda se ha publicado, también, La desfiguración de Silvia (Premio Alba de Narrativa, 2014), El ciclo de las piedras (Premio Nacional de Poesía Desembarco, 2015) y ha participado en la antología Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos (Candaya, 2013). Hablamos con ella sobre Nefando (y sobre los nintendos y el mal).
Nefando es un videojuego no-narrativo: lo importante es observar cómo reaccionan los jugadores (el juego juega con el jugador). ¿Por qué escogiste un videojuego como forma? ¿Te basaste en algún videojuego previo o, dado que todo juego, por norma general, tiene objetivos, era preferible que este no los tuviera?
Siempre me ha interesado el mundo de los videojuegos. No soy una jugadora asidua ni mucho menos, pero tengo una PS4 y me encantan los RPG. Aun así confieso que no sé mucho del tema y que soy una novata en este mundo. En cualquier caso, quise imaginar un juego en donde el jugador no jugara, es decir, un videojuego online que rompiera su propio formato porque, al fin y al cabo, el jugador de Nefando lo único que hace es mirar. Para continuar mirando, el jugador va a tener que aprender a mirar a profundidad lo que el videojuego le propone, dar unos cuantos clics correctos, sortear la inmovilidad y quietud de una habitación que poco a poco se vuelve tétrica. Y lo que ve, claro, es realmente espantoso, pero va a tener que tomar una decisión: o cierra la pestaña, o se convierte en un voyeurista de algo que sin duda lo transformará. El jugador que se queda mirando la pantalla y persiste el camino de Nefando es uno que se planteará cuestiones éticas sobre su papel de observador y, por lo tanto, de copartícipe de lo que ocurre allí.
Nefando, videojuego y novela, arrastra a la superficie nuestro lado oculto y, por tanto, maligno. El juego circula en la deep web, una zona oscura de internet que adopta una configuración similar al inconsciente. ¿Significaría esto que en la superficie, a pesar del ruido que se genera en las redes sociales, no vemos más que lo socialmente tolerable?
Es justo lo que dices: donde está el ruido hay pocas nueces. Lo que ocurre en la deep web es, precisamente, de lo que no se habla a la luz del día. Pero esto no es nuevo: todo lo que ocurre en las zonas del internet profundo ocurre fuera de la virtualidad, al lado de nosotros o en nuestra propia casa.
La novela integra entrevistas, relatos, confesiones, dialectos distintos, dibujos y caligramas. ¿Tiene relación esta multiplicidad de registros con las voces que resuenan simultáneamente en la red? ¿Es la conciencia individual una red privada?
Es posible, aunque no lo hice pensando en ello. Admito que mi mirada sobre el mundo es como la del artista que trabaja un mosaico: muchas piezas individuales me permiten elaborar una imagen que, a la distancia, es perfecta, pero de cerca puedes ver que se trata de una no-unidad, de piezas que tienen sus particularidades y que son independientes.
La dialéctica carne-mente se explicita de muchas maneras. La sexualidad sucia frente a la presencia en internet, Quetzalcóatl contra Tezcatlipoca (el caso de Iván), la experiencia vivida al lado de la imposibilidad de relatarla… ¿Qué importancia tiene esta dualidad, tradicional en la literatura y la filosofía occidentales?
El pensamiento occidental es binario y, aunque se ha estado intentando romper con esa forma reduccionista de ver el mundo, no hemos conseguido cambiarlo del todo. En la historia de la filosofía del cuerpo vemos esa perspectiva dualista en la que por un lado va la carne y por otro va dios, es decir, lo utópico. Por un lado va lo material y por otro lado lo inmaterial. En esa tensión subyace también la idea de lo sagrado y de lo abyecto. Creo que sobre esa tensión se levanta la narrativa de Nefando y la de muchas obras literarias que trabajan el eros, el mal, la violencia, etc. Allí está lo humano peleando contra su naturaleza y sus deseos más sórdidos: y esa lucha desesperada es el origen de la literatura.
El tono es enciclopédico: como el de una clase de literatura fragmentaria que salta hacia reflexiones sobre el lenguaje y el cuerpo. ¿Qué concepción de la ficción y la realidad hay detrás?
Para mí, la literatura no es un artificio. Los hermanos Karamazov, por ejemplo, no es mera ficción, sino verdad. Esa verdad que la literatura de Dostoievski desoculta es lo que la hace auténtica, lo que hace que nos estremezca hasta hoy. Por eso, porque lo que importa de la literatura es que sea verdadera (no que cuente hechos reales, sino que nos ponga verdades humanas frente a los ojos), pienso que no hay límites en el formato, ni en el tono, ni en el estilo, siempre y cuando el texto consiga lo que tiene que conseguir. En mi caso, esas reflexiones, ese pensamiento explícito que existe en Nefando, ha surgido de forma natural, porque para mí la literatura es pensamiento y es cuerpo. Es sensación. Narrar siempre es ensayar el lenguaje de la mente.
La narración está unida por habitaciones. La muy citada reflexión de Pascal afirma que «todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación». Curiosamente, nuestro trabajo consiste en sentarse en una habitación. ¿Por qué es importante este espacio?
La habitación es una zona de intimidad espectacular. Si uno no es invitado a entrar y entra, siente que está haciendo algo malo, algo prohibido, similar a espiar a alguien por la mirilla de una puerta. Por eso, cuando alguien nos invita a entrar en su habitación, lo primero que hacemos es inspeccionarlo todo con la mirada. En el fondo sabemos que podemos sacar algo del interior de una persona por su habitación. Es un espacio de fragilidad: allí dormimos, nos desnudamos, somos sin que nadie nos observe; estamos con nosotros mismos. Como bien dice la cita de Pascal, el problema es que no siempre podemos estar solos en una habitación y enfrentarnos al silencio, a nuestras partes inarticuladas e inarticulables.
También adopta una orientación similar a la investigación. El juego y las circunstancias de los personajes se mantienen en lo que Javier Cercas llama «el punto ciego», invitando al lector a llenar los vacíos. ¿Qué papel juega este en la lectura de Nefando? ¿Has pensado en un tipo de lector en particular?
Creo que el lector de esta novela es uno al que le gusta ser partícipe e ir desentrañando el libro de forma activa. Aun así, hay asuntos que son inaprehensibles. He querido generar la sensación de lo que se escapa, de lo que no se puede conocer del todo. Cercas tiene razón: toda buena obra literaria se expande mucho más allá de sus letras en la mente del lector. Si hubiese pretendido decirlo todo, describirlo todo, probablemente la novela hubiera fracasado.
El sexo apenas se ha problematizado en el videojuego, salvo en propuestas más bien marginales como esta. ¿Qué crees que necesita un medio ya no tan joven para abordar la cuestión sin aspavientos?
Necesitamos desmontar las estructuras heteronormativas del sexo si queremos vivir en sociedades menos violentas. El arte es uno de los lugares desde donde se puede ejercer, lúdica y teóricamente, esta crítica (me parece, además, el lugar más efectivo). Eso sí, no creo que sea su deber hacerlo.
Si un videojuego incluyera algo como esto: «[…] Veo a Babyj: tiene uno o dos años. Veo a su padre penetrarla por el culo mientras le hunde la cara en la alfombra […]», la censura no tardaría en sacar las tijeras. Por algún motivo se confunde lo que se muestra con lo que se desea. ¿Crees que puede fijarse un límite de lo que puede decirse y de lo que puede mostrarse, en literatura y en el ocio digital?
No creo en la censura ni mucho menos en su ética. El problema no es que en un videojuego haya una escena de pederastia, el problema es que todos los días a todas horas hay una violación a un menor. El problema no es la ficción o la representación, las sensibilidades heridas de quienes no son víctimas de esa violencia, sino la carne ajada, es decir, la realidad de la que esta proviene. Somos sensibles frente a la ficción que habla de asuntos que ocurren en el mundo porque en el fondo no queremos saber lo que ocurre en el mundo. Lo que nos ofende no es la pederastia, sino que se manifieste en un videojuego o en una novela o en algo que, se supone, está para hacernos olvidar. Tenemos empatía, pero la preferimos dormida. Nos disgusta abrir los ojos porque nos lastima lo que vemos, por eso los cerramos y evitamos enterarnos de la crueldad que se produce sobre otros cuerpos que no son los nuestros. Pero no porque dejemos de mirar o de hablar de estos temas el problema desaparece. Pienso que el arte no puede darse el lujo de descansar de lo que nos hiere. Mi ética de escritura es la de trabajar con la palabra prohibida. Yo trabajo con lo que se censura.
¿De dónde nace este interés? ¿Por qué la sexualidad, la pornografía, el cuerpo, la escritura?
Porque se trata de experiencias universales. Todos las tenemos. Todos vivimos nuestra carne en los extremos de lo sublime y lo abyecto. Narramos nuestra corporalidad para crearnos una identidad, para sobrevivir al lenguaje sin lengua. Porque el cuerpo es el lugar del trauma. Porque el cuerpo es el lugar de las utopías.
En un momento de la narración, los hermanos Terán discuten sobre la literatura de Ayn Rand, a la que tildan de «pija». Un videojuego muy popular, BioShock, se estructura en torno al Objetivismo, la ideología de la autora. Sin embargo, es un buen juego. ¿Qué autores querrías ver como subtexto en un videojuego para que te interesaran?
Sé que ya existen juegos con referencias a estos autores, pero me encantaría un juego sobre el horror a través de Melville, Conrad, Lovecraft, Poe, Dante, Manchen… Sobre el horror y su blancura.
Los hermanos Terán, además de Nefando, son autores de la web Proyecto Cratos, una biblioteca de libros pirateados. El Cuco es demoscener y cracker. ¿Qué posición tomas al respecto de la difusión de contenidos por la red, incluyendo textos que hayas escrito?
Soy ecuatoriana y la realidad en mi país es la siguiente: el sueldo básico de un ecuatoriano (366 dólares) está a la mitad de lo que cuesta comer un mes, pero un libro de Anagrama cuesta 40 dólares o más. No hay, como en España, un sistema de bibliotecas públicas actualizadas, eficientes, sino algunos proyectos aislados que no dan abasto. En Ecuador, leer es una cuestión de clase. Tienes que tener dinero para permitírtelo. Dinero y tiempo, cosa que no tienen la mayoría de los ecuatorianos. Sé que es así en muchos otros países del mundo. Yo soy una privilegiada, una mujer de clase media del trópico, y puedo comprar los libros que leo, pero la piratería hace que muchas personas que de otro modo no podrían leer, lean.
¿Qué puedes adelantarnos de tus futuras obras? ¿Has pensado saltar a algún medio que no se sostenga en la palabra?
Tengo un poemario terminado y estoy escribiendo una novela. Por lo pronto, mi lugar es la palabra. Aunque sea un lugar lleno de espejismos.
Muchas gracias.
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Soy Patreon de Anait, y no sé si lo que quiere la comunidad es que en esta Santa Casa™ en la que se suele hablar de videojuegos se escriba un artículo entero sobre literatura. No soy nadie para decir lo que tenéis que escribir, pero sentía que era necesario dejar constancia de mi valioso punto de vista.
Esto es un texto en cursiva.
Mmm, aunque por el artículo da la sensación que el libro podría ser un poco «gafapasta», doy fe que la entrevista me ha despertado interés en leerlo. No conozco ni la obra ni la autora. ¿Algún compañero de por aquí lo ha leído?
Dios, lo que yo quiero es que Mónica Ojeda me diga qué videojuegos han tratado con más profundidad que MGSV a Melville, porque me lanzo de cabeza.
Felicidades, @F
@cafe
Que yo sepa, aparte de reviews del Fifa aquí siempre (o al menos desde hace bastante tiempo) se ha hablado de todo lo circunstancial de los videojuegos: su influencia en la sociedad, cómo influye la sociedad en ellos, cómo influye en otras artes o cómo es tratado por otras artes, etc…
Este artículo no me parece que viole esa premisa, porque igualmente la review del Fifa sigue ahí, ¿no?
Nota: No hablo de reviews del Fifa en un tono despectivo, pero sí para extremizar el opuesto a este artículo.
@tassadark
Es una novela muy dura, difícil de tragar (más que de leer: yo me la leí de dos sentadas, está bien escrita), pero también muy interesante. Las partes en las que se habla del videojuego Nefando (protagonista en la novela) son increíbles, ciñéndonos a la temática de esta web.
@chiconuclear
Era una bromica.
@cafe
Pero si yo no he dicho nada, tronqui.
@chiconuclear
Ups, quería mencionar a @tassadark, perdona.
Después de leer esta entrevista me han entrado unas ganas locas de leer a Aynd Rand, o al menos ver la película que adapta una de sus obras más famosas.
Este comentario ha sido publicado sin ánimo de ofender a ninguna persona o colectivo y puede no representar mis opiniones y/o puntos de vista.
@_konrad_
Por el amor de Dios, no veas ninguna película (de La Rebelión). Muchos te dirán lo mismo con sus libros, eso sí. Pero si entiendes que su lógica se aplica al mundo que retrata y no el nuestro, se pueden sacar cosas positivas.
Al principio estaba «quiero jugar el juego este» pero conforme he seguido leyendo me he quedado en un «me conformo con leerlo -.-«
Felicidades por traernos cosas interesantes semana tras semana.
@cafe y @f Aunque ya os he dado un +1, quiero deciros que agradezco vuestros comentarios.
@memoriesgreen (dos mensajes más abajo) muchas gracias a ti también.
Este comentario ha sido publicado sin ánimo de ofender a ninguna persona o colectivo y puede no representar mis opiniones y/o puntos de vista.
Gracias.
@_konrad_
Los dos libros importantes de Ayn Rand son: El manantial y La rebelión de Atlas.
El manantial tiene película adaptada por la propia Ayn Rand, y sienta las bases del individualismo sobre el colectivismo.
La rebelión de Atlas trata de la iniciativa privada versus el estado, donde explica que el estado sin iniciativa privada, no conseguiría ninguno de sus objetivos. Hemos de tener en cuenta que este, fue en su momento el segundo libro más leído después de la Biblia en la librería del Congreso de los Estados Unidos.
A mí particularmente me encanta el manantial y lo que propone es muy interesante y para mí enriquecedor. Los libros son unos tochos, te recomiendo la película.
@cafe no has puesto el ‘xD’ al final del parrafo joer. La próxima vez que vuelva a suceder te denuncio a la policía…
…xD.
¿»Dura» en el sentido de que hay que tener «estómago»? Si es eso creo que podré leerla. Normalmente lo que me espanta son los «tochos infumables».
@tassadark
Por los temas que trata, sí. Te deja mal cuerpo, que es lo que pretende.
@chiconuclear
Mal cuerpo a menos que seas un psicópata o un ciborg venido del futuro para destruir a la raza humana.
(Aclaración: no soy un psicópata)
Gracias tío, me la apunto pa leerla.
No me queda claro algo, me leo la entrevista o espero la película de Anait?
—
Bromas aparte, F, señor, es usted un maestro de las letras. Muy buena entrevista. Ecuador es un país peculiar. Quizá la señorita Ojeda no se embarque en diseñar un juego, pero quizá tenga mucho que decir en cuanto a su narrativa, desde allí puede entrar al mundillo creo yo.
Están geniales estos articulos, me han entrado ganas de echarle un ojo.
Buenísima entrevista. Me han entrado ganas fuertes de leer el libro, además.
Magnífica la entrevista y pinta interesante el libro.
@_konrad_
De los libros de Ayn Rand he leído solo El Manantial. Tiene cosas interesantes para reflexionar, incluso si no estás de acuerdo con los postulados que propone (que son bastante obvios a lo largo de la novela). Eso sí, la novela es bastante larga y literariamente (en mi opinión) bastante irregular, aunque tiene partes que se dejan leer*. Tengo por ahí La Rebelión de Atlas, pero la verdad es que no me he sentido con fuerzas para ponerme con él.
*Uno de los personajes es una especie de Hearst bastante interesante. El «malo» de la novela, sin embargo, me pareció bastante flojo.
@entropio
Hostia, si El Manantial te parece largo, La Rebelión puede ser una tortura, jajajaj.
@cafe
Larga para el libro que es. Análisis Karenina o Guerra y Paz son largas pero no se me hacen pesadas para nada. El manantial sin embargo se va haciendo cada veo más pesado.
La entrevista me ha despertado el interés por una novela que de otro modo casi seguramente hubiera pasado por alto así que felicidades @f. Me ha parecido especialmente interesante la pregunta y respuesta sobre la censura y la pederastia. Muy cierto que en muchas ocasiones lo que queremos es cerrar los ojos a lo desagradable del mundo y sólo entretenernos; y no menos cierto que del mismo modo se confunde lo que se ve con lo que se desea: ‘La Naranja Mecánica’ me parece una obra maestra y no por ello aplaudo que exista violencia.
Y, oye, que a mí me alegra mucho que en una web de videojuegos se pueda hablar de política, libros o moda, si se tercia. No limitemos contenidos por una cuestión tan nimia como que no se hable de un juego lanzado.
@f y se agradecerá leerte aunque sea como entrevistador 🙂