Análisis de Zombie Panic in Wonderland

Creo que este es el primer juego valenciano que analizo, así, en plan análisis total. Nada de una pequeña reseña en los Indiespensables, o una noticia hablando de ellos. La emoción me embarga sobremanera. Zombie Panic in Wonderland es la primera aventura del estudio Akaoni. Akaoni, según me contó su fundador, quiere decir Ogro Rojo, y parece ser que es una coña interna del estudio. Y la verdad es que como primera aventura no está nada mal. Es un juego de WiiWare que, entre otras cosas, ha sido número uno en su plataforma en Japón. Puede ser que sea la primera vez que pasa algo así (tal vez juegos como Kroll o Commandos hayan conseguido algo parecido, pero el mercado japonés es bastante complicado de penetrar). Aunque claro, si los gráficos son obra de una diseñadora japonesa, la banda sonora está en japonés y la historia en la que se basa es japonesa, tal vez el público japonés lo reciba con menos dificultad. Y es que la historia del juego nos pone, al principio, en la piel de Momotaro, el niño salido del melocotón del folclore japonés. Cuando éste vuelve a casa tras su misión, se la encuentra llena de zombies, y los combate hasta la saciedad, para poder encontrar el origen de esa plaga y poder exterminarla. De camino, se encuentra con otros protagonistas de otros cuentos, como Dorothy de El Mago de Oz o Blancanieves. Y es que la plaga «zombiana» ha invadido también otras fábulas populares. Los que conozcáis el juego Little Red Ridding Hood’s Zombie BBQ ya sabréis de qué va el tema. La historia, en la que no nos vamos a meter demasiado para no spoilear, es muy graciosa, y podría dar lugar a un pequeño manga o anime a través de las pantallas estáticas que se usan para contarla. Ciertamente el manga tendría que ser muy pequeño, pero quedaría la mar de simpático. El juego en sí es fiel seguidor de la doctrina de Cabal, esto es, manejas a un personaje que está en la parte inferior de la pantalla, que dispara con un cursor (como os podréis imaginar el WiiMote se adapta perfectamente a esa exigencia) y se mueve (con el nunchuck) esquivando los disparos enemigos (también hay un botón de esquivar). Hay otros tipos de armas (disparo poderoso y lanzallamas) además de un arma secundaria (lanzacohetes). Y si los enemigos se acercan mucho podemos usar la katana o el arma cuerpo a cuerpo de turno. Uno de lo puntos fuertes del juego es lo bonito que es todo. Desde los escenarios (totalmente destructibles, algo que nos parece realmente fantástico), a los diferentes personajes, incluidos los zombies. No son zombies normales, sino que, como veremos en la historia, son zombies llenos de amor. Esto en el juego queda representado por una cantidad exagerada de corazoncitos, pero todo esto hace que el juego sea mucho más amable, y por qué no decirlo, bizarro. El juego es difícil (aunque con continues infinitos todo es posible), pero no excesivamente largo, y os lo podéis pasar de una sentada, aunque yo no lo aconsejo. De hecho, de esa manera el juego se convierte en tedioso y pesado. Mucho mejor superar un set de fases y monstruo, y dejarlo para otro momento. Otro defecto es la gran cantidad de cosas que hay en pantalla, que puede llegar a saturar al jugador e impedirle esquivar el disparo de turno. Hablando de esquivar, el algoritmo de esquive es un tanto curioso, porque parece que sirve siempre. La variedad de enemigos, sin ser extraordinaria, sí es aceptable. Como hemos dicho, la mayoría son zombies (incluyendo los sumo-zombies), pero también nos encontraremos esqueletos (que, cual Castlevania, nos tiran sus huesos), cuervos, ninjas (y un juego con ninjas siempre mola más), etc… Además, cada dos pantallas, después nos toca enfrentarnos a un monstruo final de fase, con sus rutinas de varios tipos, en duelos que suelen ser bastante divertidos (especialmente el primero). En resumidas cuentas, Zombie Panic in Wonderland es, posiblemente, uno de los juegos más bonitos de WiiWare. Gráfica y sonoramente, así como su ambientación y su historia, nos llevan a un mundo de cuentos realmente apacible. Pero jugablemente puede ser repetitivo en dosis largas, así que mejor jugarlo con alguien, y a sorbos cortos. [7]