Con el paso de las décadas empiezan a verse pequeños guiños que la realidad del mundo le está haciendo a la ciencia ficción. Si en las historias de William Gibson, Pat Cadigan, Philip K. Dick o Harlan Ellison nos decían que en el año 2000 los coches viajarían solos levitando sobre carreteras, quizá no se ha cumplido del todo la promesa pero sí que los vehículos autopilotados son ya una realidad todavía en fase experimental. Nos decían que la realidad virtual serían la nueva droga del siglo XXI, y parece que en este 2016 es cuando empieza la carrera, todavía con dispositivos que dentro de cinco años tildaremos de primitivos. Algunos relatos sobre el futuro más remoto hablan de oráculos de bolsillo que nos dan todas las respuestas con solo preguntárselo, una suerte de artefactos místicos que ahora identificamos en los smartphones con conexión permanente a internet. En ninguno de los tres casos la transformación electrónica ha llegado tan lejos, pero los primeros trazos están ahí y no hay duda de que son esas locas fantasías de escritor lo que propulsa la inspiración de los ingenieros y los inventores para alcanzar nuevas cotas en la progresiva revolución tecnológica.
En este sentido, la distopía ciberpunk nos sirve como asidero actual mucho mejor que el futurismo blanco y aséptico de otras visiones más idealistas. Es un subgénero marcado sobre todo por la unión de alta tecnología y un nivel de vida relativamente bajo, donde el avance técnico la mayoría de veces solo ha servido para reducir el bienestar de una mayoría pobre, o como mucho permanecer en paralelo a un déficit social y de derechos que no parece beneficiarse del progreso técnico al que en teoría debería estar ligado.
Pero hay otra cara del subgénero que está empezando a tomar forma delante de nuestras narices y que resulta particularmente interesante. Al margen de esa polarización económica hipertecnificada, la distopía que presenta el ciberpunk nos habla también de una profunda alteración en el orden social, en la cultura, en la comunicación y en los hábitos de vida. Parte de la gracia de esta era post-industrial ficticia es la manera en que la tecnología se ha convertido en un factor de mutación sociológica; la forma en que los aparatos electrónicos y las redes de datos han adelantado a la propia necesidad de utilizarlos, hallando caminos insospechados y efectos imprevistos. Eso es algo que estamos comprobando de primera mano con Pokémon Go.
Hace poco hablábamos del brutal impacto mediático del juego de Niantic y de la manera en que estaba beneficiando a determinadas personas con problemas, que habían hallado en él una aplicación inesperada y terapéutica, un estímulo para salir y relacionarse. Las noticias de la televisión y los artículos en internet, fuesen más alarmistas o más conciliadores, hablaban siempre de casos individuales; sucesos truculentos o historias emotivas, pero siempre con un carácter anecdótico. Ahora, casi un mes después del lanzamiento del juego, la fiebre de Pokémon Go ya es una pandemia, y sus síntomas se manifiestan como fenómenos masivos que nadie había adelantado.
El pasado viernes se reunieron en Sol, en pleno centro de Madrid, más de tres mil entrenadores pokémon. Días antes la quedada se había programado en el parque del Retiro, pero ante las más de cinco mil confirmaciones de asistencia, el Ayuntamiento tuvo que intervenir y desviar la concentración a otro lugar. Un institución pública de gran importancia se había visto afectada en sus relaciones con la ciudadanía a cuenta de Pokémon Go, y es probable que los bares y restaurantes cercanos a Sol registrasen aquel día un súbito aumento en el volumen de clientes que para nada tenían señalado en el calendario. La influencia colateral de Pokémon Go es incuestionable y mucho más importante, de lejos, que el propio juego.
Dos semanas antes de la PokéQuedada madrileña, un aspirante a cineasta llamado Alexander Steinberg publicaba en YouTube su corto documental Pokemon GO: Unite NYC donde plasmaba la manera en que el fenómeno está provocando que la gente de Nueva York —una ciudad particularmente conocida por la frialdad y el carácter distante, a veces hasta lo excéntrico, de sus habitantes— esté reuniéndose e interactuando como pocas veces se ha visto. Campamentos en Central Park que se han convertido en lugares de peregrinaje para todos tipo de personas de cualquier edad, raza o condición social. El entusiasmo desatados por cazar pokémons ha llevado a provocar incluso estampidas de gente y a veces brotan arranques de obsesión rayanos en lo violento que condicionan la distribución de las fuerzas de seguridad. Los comercios cercanos notan el impacto económico en varios metros a la redonda, y la policía ha tenido que alterar rutas y patrones de vigilancia en proporción a un comportamiento no habitual generado por Pokémon Go.
Hay quien afirma no sin razón que se trata de una moda, que dentro de seis meses nadie se acordará de Pokémon Go, y eso es muy posible. Al fin y al cabo parece el clásico tipo de alquimia casual más que de una fórmula empíricamente planeada; un estallido fortuito al mezclar los elementos adecuados, en este caso la nostalgia y el juego basado en la geolocalización. Pero en este caso tenemos una pauta que nos permite prever por dónde irán los tiros en el futuro del juego, y si esos indicios son fiables, me temo que Pokémon Go puede tener la vida suficiente como para terminar erosionando lo establecido y convertirse en una nueva actividad recreativa y social estándar como sacada de una novela ciberpunk. Esa pauta potencial se llama Ingress.
Ingress salió en diciembre de 2013 y tardó seis meses en alcanzar los 500.000 jugadores. En marzo de 2015 sobrepasaba los siete millones. Ingress es esencialmente el padre de Pokémon Go en términos tecnológicos, un juego de la misma compañía que sin tener la imagen de marca y la potencia cultural de Pokémon alcanzó una comunidad muy nutrida, y sobre todo muy comprometida con la propia experiencia que se les ofrece. Pero lo más llamativo de todo es la progresión del desarrollo de Ingress y su impacto proporcional y directo en la cantidad de jugadores que lo instalaron. El punto de inflexión en el que Ingress se desperezó y empezó a acelerar la incorporación de participantes fue cuando implementó dos elementos: el juego en equipo y los eventos globales. Los dos bandos —los Enlightened verdes y los Resistance azules— se enfrentan a menudo en batallas alrededor del mundo, y toda su comunidad mira a Hong Kong, a París o a Sao Paulo cuando los enfrentamientos se producen en aquellas grandes ciudades, porque lo que allí suceda les afecta a todos. Algunos incluso viajan para hacer lo que ya podríamos llamar turismo de rol.
Arriba: Fotograma de un anuncio de Ingress.
Si el plan de actualizaciones que Niantic ha preparado para Pokémon Go se parece al que aplicó con éxito en Ingress, y se le añaden cosas intrínsecas a la franquicia como las peleas e intercambios de pokémons, nada nos puede preparar para el impacto demencial que el juego podría producir en las metrópolis del Primer Mundo y en la sociedad en general si este bombardeo lúdico al que estamos expuestos sigue produciéndose. Las cifras actuales de jugadores podrían multiplicarse varias veces, al igual que las concentraciones de entrenadores pokémon, y a su vez la influencia de esas reuniones masivas en el día a día de varias ciudades y todos sus sistemas.
Si esto dura más allá del brote novedoso, quizá no sea tan extravagante que alguien abra una tienda de merchandising de Pokémon en Sol, o unos cuantos foodtrucks aparquen cerca de Central Park, o alguien venda su casa añadiendo como reclamo «a pocos metros de tres PokéParadas y un Gimnasio Pokémon». Puede que incluso haya que replantearse la forma en que trabajan algunas redes de metro o líneas de autobuses; o que aparezca una editorial con guías de viaje pensadas para jugadores de Pokémon Go; puede que aparezcan móviles y accesorios específicos para jugarlo; o que la obsesión se vuelva problemática en algunos casos y genere nuevas adicciones con sus nuevas terapias.
De hecho ya existe, en las redes sociales y en la calle, una pequeña guerra dialéctica entre defensores y detractores de Pokémon Go que ha derivado en fuertes discusiones sobre el clasismo cultural y el elitismo en el entretenimiento: puestos a imaginar, puede que esto derive en afiliaciones ideológicas más acentuadas, en gente que luche contra la tecnología como causa de la decadencia de la sociedad y la cultura, una especie de neoludismo que podría derivar en ramas de primitivismo radical. Esa locura que se me acaba de ocurrir ya aparece en varias novelas y tebeos: se llama postciberpunk y quizá no nos caiga tan lejos. Al fin y al cabo, como decía un periodista ciberpunk como Spider Jerusalem, «un paranoico no es otra cosa que una persona en posesión de todos los datos».
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Madre mía, Pinjed.
No he podido evitar acordarme de esto:
http://www.elmundotoday.com/2016/07/el-portal-idealista-incluye-en-los-anuncios-de-viviendas-el-numero-de-pokemons-que-tiene-cada-inmueble/
Esto ya ocurre pero no sólo con Pokemon, sino con las redes sociales, el whatsapp. Siempre hay personas ligando que el mundo es peor por la tecnología, sólo que ahora Pokemon se ha convertido en un blanco sobre el que descargar todas las culpas.
La verdad según pasan las semanas me gusta más el fenómeno que esta suponiendo el juego, lo de la kdd en Sol me parece una pasada.
Simplemente brillante. Y concluir citando al gran Spider Jerusalem lo hace aún más redondo.
Espero que Charlie Brooker esté tomando buena nota de todo esto para la siguiente temporada de Black Mirror.
@gegrmova
Que pedazo de asco este infeliz de Maduro, en lugar de preocuparse por un juego (y hablar de prejuicios idiotas) debería preocuparse por su gente que se esta muriendo de VERDAD.
Hace poco mas de 30.000 venezolanos cruzaron a Colombia a comprar, como si fuera el quiosco de la esquina.
Una pena.
Para el que sea de Barcelona, que se pase por el parque que hay cerca de Arc de Triomf. Hay una parte en la que se juntan cuatro pokeparadas y cada día, a todas horas hay cientos de personas poniendo módulos. Lo descubrí hace 3 ó 4 días y ya asumía que pokémon go era una completa revolución, pero cuando vi aquello no me lo podía creer. No era una quedada, la gente estaba allí pasando las horas con los módulos y capturando eevees.
Depende de Niantic si esta app se transforma en la próxima facebook/youtube/twitter y acabe siendo extraño conocer a alguien que NO esté en esas redes sociales.
P.D: Maduro da mucha vergüenza ajena.
@gegrmova
¡Los nintendos son malignos!
Te has coronado @pinjed , fabuloso artículo.
Nos venden la decadencia en frascos y nosotros se la compramos a granel.
Los pelitos de punta me has puesto.
@wharfinger_kyd
Hombre otra cosa no sé, pero la tecnología agilizar lo hace y mucho. Hay mil ejemplos de situaciones con las que el whatsapp facilita la vida, y la facilita en torno a como nos relacionamos con otras personas.
Y en temas de trabajo por ejemplo como freelance para temas de comunicación con clientes, ver archivos, etc… agiliza y mucho las cosas.
Pues yo creo que estara un par de meses mas en auge, y luego nadie se acordara de Pokemon Go.
La moda pasara, como todo.
Ya lo venía avisando este iluminado al que todos tomaron por un loco:
https://www.youtube.com/watch?v=IErgDO2n1s0
El documental sobre la comunidad de NY, o más bien lo que dice la gente que aparece en él, me parece lo más puto peor.
El artículo, de lujo.
Pues yo creo que si se queda en juegecito de nicho o transciende va a depender más de Niantic que otra cosa.
Si lo deja como está pues sí, sobretodo cuando se acabe el verano la gente no podrá dedicar tanto tiempo a pasear y pasear para que te salga siempre la misma mierda.
Si aparte de lo obvio (Combates e intercambios) se curran mejor la aparición de Pokemos y un sistema de búsqueda, el juego si podría asentarse. Por que ahora mismo en una ciudad de buen tamaño, justo por detras de las grandes capitales, puedes pasear horas y sólo encontrarte ratas, serpientes,paras, murciélagos y de vez en cuando algún growlitle, abra o Eeve.Y con suerte un hitmonchan, hitmonlee o Pikachu para que cuando» lo encuentres» se haya ido o al intentar cazarlo se te vaya.
A ver, que no pido un pokevisión que te diga que en la calle x está Pikachu , pero si algo que te de pistas sobre a donde dirigirte para buscar algo en concreto y ya luego dependa de tí. Y un algoritmo que haga que no haya casi los mismos bichos en toda la ciudad, que haga que cada x distancias dentro de una misma ciudad varien los pokemons que salen, al menos los comunes no ratas y los especiales.
Si no cuando la gente vuelva al curro y a tener obligaciones no va a querer estar 4 horas el día que libra dando vueltas para posiblemente ver a los mismos bichos y sin tener ni idea de si tan siquiera existe la posibilidad de que haya algo especial allí.Además así incentivas ir a nuevos sitios.Si no pues quedará en ese juego que tendrás en modo secundario gracias a otra aplicación y cuando hagas tu vida normal ya te avisará si hay algo cerca que no sea el enesimo Pidgey, Y así hasta ser olvidado.
Leyendo la primera mitad del texto, me he acordado de este corto sobre la Realidad Aumentada, lo dejo por aquí:
Hyper-Reality – Keiichi Matsuda
Sigo sin tener una opinión muy definida hacia todo el tema de Pokemon Go y los demás juegos similares que sin duda van a ir saliendo. Me da miedo en lo que podría derivar si el concepto sigue calando en capas más amplias de la sociedad (y no se queda solo como algo para los comíos de los videojuegos), pero de momento estoy más o menos indeciso. También soy bastante escéptico con la idea de que Pokemon Go pueda ayduar contra las discriminaciones de raza/clase, aunque me alegro de que esté ayudando a alguna gente a relacionarse.
La idea de los neoluditas del artículo es algo que acabará pasando fijo, en lugar de maquinaria industrial destrozaran Oculus y Vibes
@airrel @pinjed los mormones son los fundamentalistas de esa corriente antitécnologica y hay, según se ve en algunas series norteamericanas, otros niveles que no se encuentran aislados en su propio espacio vital, como por ejemplo esa ramificación cristiana que reniega de.cualquier tipo de.tratamiento medico (aunque enlace tecnología y ciencia, creo que estan intimamente relacionadas con la idea de «avance» en positivo y negativo).
En cierta manera, es.una especie de MMO para móviles, aceptable para los que todo lo que no sea jugar a.Candy Crush o Angry Birds es algo para frikis con las persianas bajadas sin más luz que la pantalla del pc y sin mas ventilación que la del mismo.
Puede que dure menos que mas, pero si en NX se rumoreó un enfoque a la realidad aumentada, puede que veamos diferentes relevos,quizás de mayor profundidad jugable. En todo caso, Nintendo ha conseguido que la gente se mueva más que.con la Wii y que la experiencia.grupal sea de dos a ?¿ jugadores a.un tiempo. La kdd de retiro no se movió completamente.a.Sol y.dicen que.batió el record de.asistencia histórico.
Si esto llegará.a perdurar, quizás del impacto positivo en bolsa conseguido por MCDonalds diese paso, tras otras empresas, a inversión municipal o de los bares que comentas para revitalizar la.zona. Seguro que hay mil posibles usos colaterales.
Sobre la distopia actual, empresas manejan nuestra info personal y se cuestiona si es razonable permitir que los gobiernos revisen nuestros correos por nuestra seguridad,cosa que hacen. Pero parece que no es.delito.si no es en formato físico, desde luego, según quién lo cometea no lo es, y no puedes ver el sobre abierto. Si el miedo o la comodidad es motivo de.renuncia voluntaria a la intimidad pues…en fin. Lincoln dijo que «aquellos hombres que sin el valor para luchar por la libertad no tienen derecho a ella». Supongoo que toda legislacion que nazca para regular el internet de los usuarios y no el mercantil y la competencia desleal o monopolios (las leyes de derechos de autor incluyen a ambos usuarios, y puede ser indicativo de otras circunstancias relacionadas con estas.futuribles leyes) serán indicativo de por donde se hacia donde va el siguiente tramo de esta autopista MK8 de la era digital para el ciudadano medio.
Mucha paja mental y mucha hostia de mucha gente que ni se ha molestado en probar el juego.
Lo habitual en Anait, vaya.
Pues yo en vez de entrar en la gresca «Pro/anti pokemonesgo» os recomiendo dos cosita del yutube sobre el futuro que se nos viene encima y en general sobre ciencia y tecnologia:
https://www.youtube.com/watch?v=ZvRMBfbuP8M
https://www.youtube.com/watch?v=prUB3f6oRMA
Llevo como tres días entre jodido e hypeado
Postcyberpunk. Ghost in the Shell, una sociedad marginando a parte de la población por no poder pagarse la sustitución del cerebro por uno cibernético.
Es mucho más profundo que esto porque el género cyberpunk tiene muchas capas de pensamiento y debate, pero en este caso es la capa más evidente y jodida.
Menuda sacada de chorra, @pinjed.