Nintendo le felicita el cumpleaños a Sonic

Hace tiempo yo, como todos vosotros, fui un niño. Todavía recuerdo con viveza aquellos buenos ratos en el patio del colegio, jugando con mi Game Boy y sabiendo con absoluta certeza que todo lo que salía de esa factoría de sueños que es Nintendo estaba bien y, lo que es más importante, era mejor que lo que fabricaban en esa sucia empresa de malnacidos que era SEGA. Con el tiempo todo eso ha cambiado, pero por aquel entonces recuerdo reírme con satisfacción al comprobar que en Hobby Consolas le ponían un 93 en gráficos al Aero the Acro-Bat en su versión para Super Nintendo, mientras que la pobrísima conversión chapucera para Mega Drive tenía sólo un 92. ¡Pobres desgraciados! ¡La de millones de colores que se perdían con sus paletas cromáticas capadas! ¡ARRIBA EL CEREBRO DE LA BESTIA!, gritaba mientras formaba un cilindro con la revista y apaleaba brutalmente a los segueros de mi clase. Aunque, insisto, las cosas han cambiado y hoy día amo casi por igual a Nintendo y a SEGA, es comprensible que me haya causado una conmoción bastante importante recibir en mi bandeja de entrada una newsletter del Club Nintendo, único club que aún me acepta entre sus filas, y que, al abrirla, me encuentre con esta cabecera: Quién me iba a decir a mí que algún día recibiría un mail (equivalente chusquero a las cartas del Club Nintendo, que eran lo más parecido a cartas de amor que yo recibí en mi infancia, o quise recibir) en cuyo footer se pudieran ver, en perfecta comunión, los logotipos de Nintendo y SEGA, compartiendo un espacio común y una misma meta, doce meses, doce causas, Mario y Sonic compartiendo podio, llenos de medallas de oro sus cuellos, ganadores ambos en varias categorías de los Juegos Olímpicos de Londres, que ni siquiera se han celebrado aún pero de los que ellos ya han salido victoriosos. El mundo está cambiando y puede resultar extraño, hostil; puede darle a uno la sensación de que no hay sitio en este mundo nuevo y convulsionado, que tan poco se parece a ese en el que aprendimos a vivir de niños. Pero ahora ya cada vez hay menos motivos para el odio: los gays deben casarse, Mario y Sonic deben ser amigos, Teddy Bautista debe enfrentarse a la ley. El videojuego, gracias a Nintendo y SEGA, nos enseña esa lección tan importante que, en su día, David Summers intentó entregar a la juventud con su fallida banda de música, Hombres G: por qué no ser amigos / estar unidos / vivir sin miedo / y en libertad. ¡Arriba Nintendo! ¡Arriba SEGA!