Primeras impresiones de Battlefield 3

Reconocedlo: hasta el más guay y poeta de vosotros tiene una ganas locas de jugar a Battlefield 3. Ya sea por el modo campaña, por el multijugador (posiblemente perfecto) o por las posibilidades técnicas de un motor tan brutalmente avanzado como Frostbite 2, todos estamos con el culo hecho Pepsi Cola por culpa de Battlefield. Después del tráiler y la sesión de juego que pudimos ver en la conferencia de EA, hoy al fin hemos podido jugar un rato. Seré sincero con vosotros: es tan la hostia que aún ahora me pongo nervioso cuando pienso en él. Diametralmente opuesta a lo que pudimos ver en la presentación (que sí, demostraba las posibilidades del motor a la hora de crear escenarios absolutamente masivos, pero que en el fondo tenía una falta de emoción bastante imperdonable), en la sesión multijugador pudimos probar un mapa ambientado en París, y creedme: Battlefield 3 no juega en esta liga. Va un paso más allá; y lo mejor es que no sólo lo hace técnicamente, sino que en términos de diseño de juego tampoco se queda corto. En Battlefield 3 tenemos cuatro clases que elegir antes de la partida o cuando morimos, justo antes del respawn. Todas han sufrido cambios sustanciales basados en el feedback de los usuarios (activa o pasivamente; mediante mensajes al equipo o por la medición de las formas de jugar que en DICE han podido seguir), y algunas de las adiciones son realmente buenas. Tenemos, por un lado, el médico, más potente que en anteriores ocasiones para que pueda desenvolverse bien en combate pero con un objetivo principal claro: asistir a los otros miembros del equipo. Luego tenemos el ingeniero, que repara y sabotea vehículos y que, además, utiliza una linterna que puede cegar a los enemigos a los enemigos si les apuntamos a la cara. Después tenemos al gunner, que en la demo llevaba una ametralladora pesada con la que podíamos usar la supresión, una nueva habilidad que retiene a los enemigos y les complica las cosas mientras les disparamos. Por último, pero no por ello menos importante, está el francotirador: creo que no necesita presentación. Uno de los puntos más fuertes del juego es su diseño, absolutamente brillante. Se me ocurren cosas como la linterna del ingeniero, que es una demostración de saber hacer que no se ve demasiadas veces, pero en DICE nos dijeron alguna otra cosa que es genial: por ejemplo, los francotiradores tienen la desventaja de que, desde lo lejos, los demás jugadores pueden intuir dónde está por medio de unos reflejos que aparecen en el arma, haciendo así a los francotiradores, eternos repudiados, un poco más accesibles. Luego está el apartado gráfico, por supuesto. Sencillamente, Battlefield 3 entra directo en la historia del videojuego por esto. A lo que ya habíamos visto se une la destrucción de edificios; lo que vimos en el vídeo que debería funcionar como un teaser de algún momento épico y decisivo se multiplica por un millón cuando nos podemos a los mandos y comprobamos con nuestros propios ojos la pinta absolutamente demencial que tiene el juego. No sólo por la luz dinámica y demás florituras, sino por un elemento muy interesante y del yo soy muy fan: la destrucción de los escenarios, que promete el mismo número de escenas predefinidas espectaculares que posibilidades estratégicas cuando jugamos con varias personas. Un ejemplo que nos dieron: si estás en el piso inferior de un edificio y el radar detecta que hay alguien arriba, puedes petar el techo y ver cómo los enemigos caen desde arriba, algo que añade, creo yo, un puntito fantástico a la variedad de juego, las capacidades estratégicas y la espectacularidad de los combates a varios jugadores. Tampoco hay que dejar de lado otros aspectos técnicos, como las animaciones, otra de las bazas principales del juego .Tanto lo que vemos mientras jugamos, como a nuestro personaje saltando y sorteando obstáculos, como las animaciones de otros jugadores de nuestro equipo o del equipo enemigo, tiene un nivel brutalmente alto y asombrosamente trabajado. La sutileza es que nada de esto es demasiado cantoso: está ahí, sabes que está bien, te da buena espina, pero no sabemos por qué. Muy difícil lo van los demás para sacar un shooter tan brutal durante estos días. Battlefield 3 es un ejemplo de juego en el que la inteligencia, el talento y el trabajo van de la mano. No pudimos jugar mucho (un ratillo corto del multijugador) pero lo que vimos nos dejó con el culo torcido, desde la destrucción dinámica hasta lo brutalmente bien diseñados que están los mapas. Battlefield 3 es un juego que, al menos en PC (donde corrían las demos que pudimos probar, aunque se dice que en consolas será igual), viene del futuro. Abruma. No es que hayamos dudado en ningún momento de que sería un juegazo, pero cuando te pones con él es simplemente demasiado. El estabilísimo framerate, la pinta que todo el campo de batalla tiene cuando las granadas y los tiros fluyen y las cosas van pintando feas, la absoluta rotundidad de los disparos, el genial diseño de los mapas; todo parece estar en orden para que DICE nos vuelva a volar la cabeza con otro juego que tiene todas las papeletas para dejarnos flipados y todo el derecho del mundo a convertise sin demasiados problemas en el mejor shooter del año.