Análisis de Bayonetta y Bayonetta 2 para Switch

Hay algunos juegos de acción sobre los que se hablará toda la vida. Ninja Gaiden, Devil May Cry, God of War; la influencia de esos hack and slash, deudores ellos mismos de los grandes beat ‘em ups clásicos, se puede ver en multitud de juegos de todo el mundo, aunque sea fácil asociarlos con un país, Japón, y algunos de sus diseñadores más famosos. Hideki Kamiya llevó algunas de las propuestas de sus anteriores juegos (entre ellos, precisamente, Devil May Cry) un paso más allá con Bayonetta, que entró directo a los libros de Historia del Videojuego: de nicho y universal al mismo tiempo, es una golosina para aficionados hardcore al hack and slash y una lección de diseño meticuloso para todo el mundo.

En una entrevista reciente con Famitsu, en la que la revista japonesa seleccionó un dream team de diseñadores nacidos en 1970, Masahiro Sakurai, Fumito Ueda y Hideki Kamiya charlan sobre sus cosas cuando Ueda explica que su parte favorita del desarrollo tiene que ver con crear animaciones hermosas, con «hacer que el jugador sienta que los personajes están realmente vivos». Cualquiera que conozca su trabajo entiende a la perfección a qué se refiere. «Creo que el señor Kamiya y yo somos, sin duda, el tipo de gente que pasa de muchas de esas cosas y ponen más importancia en la jugabilidad misma», dice Sakurai. «Por ejemplo, cosas como “este ataque tiene que conectar dentro de estos 15 frames”»

Se nota esa manera casi obsesiva de trabajar la precisión en Bayonetta, claro, y ahí está una parte importante de su grandeza. Más que cualquier otra cosa, el primer Bayonetta es una celebración del jogo bonito que recompensa activamente a quienes se acercan a él con dedicación y cabeza. Cada capítulo del juego está dividido en una serie de versículos que vienen a ser enfrentamientos autoconclusivos contra uno o más enemigos, y que acaban con una valoración de tu actuación en forma de estatuillas, que van desde la piedra (la más pobre) hasta el platino puro, reservada para quienes no solo consiguen una puntuación elevada en el menor tiempo posible sino que además no reciben daño. Enlazar golpes, esquivar con precisión y aprovechar cada ataque y combo de manera eficaz es clave para conseguir los mejores resultados; a medida que aprendes a jugar, la rutina de machacar botones e intentar activar el tiempo brujo de vez en cuando esquivando en el momento oportuno va dejando de ser interesante y el estilo y la inteligencia se van abriendo paso. Los ataques más poderosos y las formas más rápidas de eliminar a grandes grupos pierden protagonismo cuando aprendes a controlar la situación, a centrarte en enemigos individuales y a perderle el miedo al juego aéreo.

Más que crecer a lo alto, Bayonetta 2 expande la fórmula del original ofreciendo nuevas formas de jugar, nuevas armas y nuevos enemigos que animan a pensar en el combate de maneras distintas. Se entiende mejor pensando en ejemplos concretos: que la pantera, una transformación multiusos que sirve para moverse más rápido por los escenarios pero también para explorar zonas más alejadas, por ampliar el alcance del salto, se pueda activar desde el principio tiene sentido porque algunos de los nuevos enemigos pueden bloquear los ataques frontales, por lo que hace falta un recurso para facilitar el acceso a los costados o la espalda. Ahora es más frecuente que algunos enemigos enfaden a otros, por lo que aprender priorizar se vuelve más importante; los combates uno contra uno, que en Bayonetta ya tenían bastante peso, son más frecuentes en Bayonetta 2.

Las armas también buscan esta expansión a lo ancho. Hay más armas pesadas y de largo alcance, menos útiles para el botoneo rápido pero tremendamente interesantes cuando se usan bien; algún logro parece pensado, de hecho, para animar a salir de la zona de confort de las espadas y las pistolas y aprender los ritmos de cada arma. Aquí se siguen desbloqueando, como en el primero, encontrando los discos o pedazos de disco que hay por el juego, y es más o menos común e incluso recomendable mantener las mismas durante todo el juego; de nuevo, en las técnicas avanzadas y las combinaciones de armas está la gracia, y es en las segundas (y terceras, y cuartas, y quintas…) partidas donde brilla con luz propia el robusto diseño de Bayonetta 2, menos autoral, y quizá por eso más agradable, que el de Kamiya pero igual de robusto e inteligente.

Los dos juegos tienen en común una especial atención a las animaciones, que en un primer vistazo suscitan comentarios pervertidos sobre el trasero de Bayonetta pero tienen un fondo mucho más interesante. Los movimientos de Bayonetta, detallados y lujosos, no solo sirven para crear coreografías espectaculares sino que sirven como referencia visual para encadenar esquivas y combos interruptus (una técnica avanzada que consiste en frenar temporalmente un combo y continuarlo después de esquivar) con conocimiento de causa. A pesar del caos que hay en pantalla en los combates más bombásticos, el ojo entrenado puede saber qué está pasando en todo momento, gracias a las no pocas ayudas visuales y sonoras que da el juego: gracias a las animaciones de los enemigos, pero también a los destellos o silbidos que avisan de los peligros que te rodean. Bayonetta 2 se permite el lujo de añadir enemigos que atacan con armas de fuego, una extravagancia peligrosa que, mal medida, puede tener resultados catastróficos; creo que es significativo que aquí sea perfectamente posible, gracias a un buen diseño visual y sonoro, reconocer y responder a estos ataques a distancia.

Es un juego bien distinto al primero, en fin. Hay herramientas nuevas, como el Clímax de Umbra, que añade una capa de profundidad a la gestión de la magia y que no siempre es útil para conseguir platinos; hay un gusto nuevo por la accesibilidad, que pule las partes más injustas o caprichosas del primero a cambio de perder un poco ese regusto chiflado y casi desesperado, como de último juego, de Big Bang, de ver el precipicio y querer llegar tan lejos como sea posible porque no sabes si va a ser la última oportunidad que tengas. Hoy sabemos que Bayonetta sí tendrá una tercera oportunidad.

Los ports de Bayonetta y Bayonetta 2 que llegan ahora a Switch son más o menos iguales que las versiones para Wii U que se publicaron en 2014. Según los análisis de Digital Foundry, el rendimiento es mejor aunque las versiones del primer Bayonetta en plataformas superiores (PC y Xbox One X, donde se puede jugar gracias a la retrocompatibilidad con Xbox 360) ofrecen ventajas que pueden ser atractivas. Como fuere, no hay novedades significativas más allá de la posibilidad de jugar fuera de la televisión; en el modo portátil los botones más pequeños de los Joy-Con son ligeramente menos fiables y cómodos, y aunque la calidad de algunas texturas o sombras es menor que cuando se juega en el dock, el tamaño de la pantalla hace que esas diferencias sean secundarias. El mensaje final es que hay que jugar a Bayonetta, como sea y donde sea; para mucha gente, seguro que estas nuevas ediciones suponen una forma cómoda de acceder a dos juegos que quizá quedaron fuera de su alcance en anteriores encarnaciones, así que por ahí todo bien.

En la entrevista de Famitsu que mencionaba al principio, Kamiya termina con el propósito de ser más estricto con su dieta y diciendo que no puede hablar sobre cuál es su próximo trabajo. «Anunciamos una nueva entrega de una serie en la que he trabajado, Bayonetta 3, así que este año me gustaría hacer que todo el mundo piense “Tío, este pavo sí que hace buenos juegos”», y ríe. Independientemente de que lo veamos como una recopilación, como un ajuste de cuentas o como un aperitivo para la conclusión de la trilogía, la reedición de Bayonetta y Bayonetta 2 en Switch sirve para hacernos pensar justo eso: tío, estos pavos, Platinum Games, sí que hacen buenos juegos.