Hace un año estuve jugando a This is the Police, de los bielorrusos de Weapy Studio, y me quedé con la sensación de que habíamos perdido una gran oportunidad. El juego estaba estructurado sobre un sistema de gestión sólido e interesante, y se dotaba a sí mismo de una dirección artística estupenda y con mucha personalidad, pero cuando trataba de hacer un poco de comentario social se perdía en una confusa maraña de referencias y desaciertos formales que terminaban echando por tierra cualquier intento de que aquello pareciese una crítica mordaz y no un montón de prejuicios colocados uno detrás de otro y sin matizar. Ahora me cruzo con el polaco Beat Cop, un juego que nos hace descender hasta el final en la cadena de mando (en This is the Police éramos el jefe de policía de la ciudad; aquí somos un detective degradado a patrullero de barrio) como el agente Jack Kelly, y que tiene el antecedente bielorruso para hacer las cosas bien.
En cuando a la experiencia de juego, eso sí, no tienen nada que ver. Beat Cop abraza totalmente la nostalgia echando mano de un pixel art sencillo pero resultón gracias a que cubre grandes estampas donde hay movimiento en casi cada centímetro de la pantalla (mención especial a las palomas y sus blancas cagadas del tamaño de un solo píxel), y también porque está ambientado en el Brooklyn del año 1986. Un presunto malentendido con un robo, una ladrón abatido y unos diamantes en casa de un senador ha dado con los huesos del detective Kelly en el eslabón más bajo del cuerpo: nuestro día a día consiste en patrullar una sola calle y cumplir con nuestras cuotas (un número diario de multas de tráfico, por ejemplo) mientras atendemos a las peticiones que la central nos hace llegar por radio y procuramos transmitir al vecindario cierta seguridad, visitando establecimientos y hablando con la gente de la calle.
La idea es aprender a gestionar la jornada laboral para cumplir todas las tareas y solucionar los entuertos imprevistos: sancionar a los vehículos, llamar a la grúa, arrestar a los ladrones y en general prestar atención a los no pocos ciudadanos que reclaman nuestra ayuda. Parece que el juego ahonda sobre todo en la idea de que un policía no puede tener a todo el vecindario contento; que es imposible hacerlo todo y está en su buen criterio la capacidad para elegir qué tareas ignorar y cuales cumplir. Es algo que multitud de personajes se encargan de recordarnos una y otra vez: no puedes estar a todas, tendrás que descartar. Los métodos de inspeccionar coches y rellenar multas muestran cierta voluntad de emparentarse muy remotamente con los procesos burocráticos de Papers, Please, de trasladar al juego algunas tareas funcionariales, pero solo se rasca en la superficie, y esa es una sensación que acaba dominando todas las facetas del juego: Beat Cop no ataja las problemáticas que representa, solo las caricaturiza muy ligeramente.
Cuando la piedra angular de un juego son los diálogos, es necesario cuidar en extremo el tono y la claridad con la que se arrojan ciertos mensajes. Es evidente que Beat Cop tiene intención de ser una sátira sobre una época distinta socialmente a la actual: aunque el racismo es un problema institucional de la policía estadounidense de hoy en día, es lógico esperar que en los ochenta las sensibilidades hacia las minorías estuviesen mucho menos ejercitadas y los prejuicios raciales o de género formasen parte del día a día en la policía y en muchos otros ámbitos. El problema es que calcar las mismas actitudes sin mostrar cómo afecta a una mujer policía que todos sus compañeros hagan broma con follársela o como le sienta a los negros que les llamen “darkies” y por defecto sean considerados miembros de una pandilla de narcotraficantes. A los polacos de Pixel Crow se les ha ido un poco la mano con algunas frases que, adecuadamente comentadas, serían una buena forma de aproximarse a problemáticas aún vigentes. Tal como están en el juego hoy por hoy solo hacen eso: estar. Y entonces el peligro reside en buscar un motivo para introducir cierto lenguaje y actitudes y no encontrarlo. Llegar a la conclusión de que se ha cometido una simple frivolidad y que mencionarle a una compañera el nivel de sensibilidad de tu polla es algo que no tiene importancia porque en los ochenta las demandas por acoso sexual eran poco más que inexistentes y, hey, qué tiempos aquellos en los que uno podía bromear sin consecuencias.
Más allá de una torpeza evidente y algo infantil a la hora de escribir sátira social (la enésima demostración en este medio nuestro de que el humor inteligente no es ni mucho menos algo fácil de crear), los responsables de Beat Cop tampoco han conseguido dotar de la solidez necesaria a un sistema tan sencillo de juego. Los primeros minutos transcurren con cierta comodidad: uno disfruta del mañoso y detallado pixel art o se interesa por algunos de los eventos scriptados que el juego nos lanza, e ir cumpliendo la cuota es una misión relativamente sencilla, pero cuando empiezan a aparecer las decisiones es cuando lo que podría salvar el resultado acaba lastrándolo con un montón de bugs, problemas detección y fallos estadísticos. Se nos pide que cumplamos misiones urgentes después del tiempo límite para hacerlo, se nos penaliza el sueldo sin dar explicaciones, las descripciones de sospechosos por arrestar no coinciden con el ladrón que corretea por la calle y a veces los eventos, como las escenas del crimen, se quedan bloqueadas en un bucle sin motivo aparente. Cuando la emergencia que nos comunican desde la comisaría sucede cerca de nosotros, Beat Cop pierde la cordura y empieza a hacer cosas raras en una cascada de fallos que complican las siguientes horas de partida.
Quizá el problema más significativo, aunque no el más molesto, es la manera en que Beat Cop termina olvidándose de su propia razón de ser: la decisiones morales entre lo financiero y lo profesional quedan diluidas cuando el juego decide organizar eventos scriptados donde el amigo Jack Kelly toma decisiones trascendentales por su cuenta, dando palizas a quien le parece o eligiendo bando sin tenernos en cuenta. El juego tiene cosas buenas y puede que la escasez de títulos policíacos estimulen la benevolencia de quien le tiene ganas, pero sus escarceos mal justificados con la linealidad le hieren de relativa gravedad. No tengo nada en contra de lo lineal… a menos que lo anuncies como un juego no lineal. [6]
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All Cats Are Beautiful? Ojo a estos rojos, arroba-policia
Acabáramos, con la apología de los gatos bellos en los subtítulos
Te llevaremos cigarrillos a la cárcel cuando la fiscalía encuentre ese subtítulo, @pinjed.
@joker73r
Llevadme chocolatinas, que no fumo.
@pinjed
Ferrero Rocher incluso.
Como se nota que esto es ficción, un policía trabajando…
@pinjed
Entonces quién es el del mechero en los reloads? Creia que eras tú.
@pollofrito
El único que fuma: @chiconuclear.
Acabaramos, ahora lo entiendo todo.
Iba a decir que ya tenemos una edad para los subtitulos canallitas de malote de palo, pero no, es verdad, ese es el nivel.
Iba a decir que ya tenemos una edad para indignarnos por mierdas, pero no, es verdad, ese es el nivel.