Análisis de Blacksad: Under the Skin

John Blacksad es exactamente como la imagen que te viene a la cabeza al pensar en un detective privado dentro del género noir. Alto, fuerte. Cansado tras años de mala vida y doblegado por varios de los vicios aceptados por la sociedad neoyorkina de los 50. Ex-militar. Veterano de guerra. Amigo de sus amigos y, en cierto sentido, bien conectado. Camisa remangada y pantalones de traje marrón de corte barato que combina con una gabardina larga y abierta durante sus paseos por la fría y húmeda ciudad. John Blacksad es también una pantera antropomorfa, lo que en esta historia lo convierte en un hombre negro. Una persona racializada en un contexto en el que era muy peligroso serlo.

Es muy tentador empezar a hablar de Blacksad: Under the Skin, el nuevo título de Pendulo Studios, remontándose a la primera aparición del personaje. Trasladarse al mundo del cómic, comentar la larga relación existente entre el género negro y las viñetas y subrayar la importancia del proyecto listando la enorme cantidad de premios que los creadores de la novela gráfica han ido sumando a lo largo de todos estos años. El problema es que, aunque en un primer vistazo Under the Skin pretenda simplemente llevar al felino investigador al mundo de los videojuegos —rentabilizar de una nueva forma una IP exitosa reconocible en España, Francia y Norteamérica— acaba haciendo algo más. Actualizando el mundo propuesto por Canales y Guarnido, dirigiendo sus referentes desde Marlon Brandon, Corto Maltés y P.D James —desde el noir íntimo centrado en el pecado y la miseria humana individual que encontramos en Chinatown— al noir, irónico, metarreferencial, político y cáustico que popularizó James Ellroy. Y, lo cierto, es que el lavado de cara le sienta genial.

Blacksad: Under the Skin empieza con una situación clásica. El detective privado acepta un encargo precipitado, aunque nada diferente a su trabajo habitual, para acabar comprobando rápidamente que el caso es más oscuro de lo que parece. Que, efectivamente, había gato encerrado. El caso aquí es una desaparición, la de una joven promesa del boxeo quince días antes de su gran debut en el Madison Square Garden y tan solo unas horas después del aparente suicidio de su entrenador, figura paterna y representante, un hombre de recta reputación sin ningún motivo aparente para colgarse. Nuestra investigación nos permitirá tocar temas como el racismo institucional, el sórdido mundo de las apuestas deportivas, el pánico anticomunista norteamericano y la corrupción a gran escala.

Quizás lo que más llame la atención dentro de la jugabilidad de Blacksad es que Pendulo Studios ha dejado de lado la posibilidad de almacenar pistas físicas en un inventario para sustituirlo por la acción de tomar notas en una libreta con el objetivo de poner en relieve una información frente a otra de cara al jugador. Además de los métodos habituales para recabar información, Blacksad contará con sus habilidades felinas: un oído en extremo sensible, una vista de depredador y una habilidades olfativas super desarrolladas que, lejos de ser un gimmick, se integran con total naturalidad en el juego, siendo clave para descubrir algunas de las sorpresas más importantes.

Sin embargo, la mecánica más interesante de lejos es la de la deducción, mediante la cual podemos acceder a los pensamientos que le rondan la cabeza al protagonista para ligarlos de forma que nos permitan llegar a una comprensión más profunda del tema. Así, el detective puede averiguar cuál es el arma del crimen gracias a la descripción de las marcas leídas en el informe de la autopsia y apuntar a un sospechoso mediante la observación de sus objetos personales.

Desde el punto de vista del jugador resulta estimulante el hecho de que aunque nuestras deducciones puedan resultar lógicas (válidas desde el punto de vista del juego) eso no significa que sean verdaderas o reales, que sea correcta nuestra interpretación, un hecho que los desarrolladores utilizan para jugar con nuestras expectativas, perfilar un poco al personaje principal o preparar algún que otro giro interesante en la trama principal.

Pero que la historia fluya no significa que el juego lo haga por igual. Suele decirse que es mejor tener una buena animación —orgánica y fluida— que contar con buenos modelos pero Pendulo Studios no parece haber escuchado jamás este consejo. Blacksad: Under the Skin solo se ve bien cuando observamos imágenes estáticas ya que al iniciar el movimiento, el pésimo rendimiento del juego —mucho menos acusado en PC que en la demo que pudimos probar en Switch— acentúa unas decisiones artísticas cuestionables. Las bocas resultan más o menos convincentes según el momento del juego en el que nos encontremos y los personajes varían múltiples veces la manera en la que se mueven y desplazan a lo largo de la partida, resultando en algunas escenas ligeros y gráciles y en otras rígidos y pesados, un fallo escandaloso cuando se combina con el buen trabajo de cámara. No podemos olvidar ni las texturas poco trabajadas en algunas zonas, ni ciertas elecciones extrañas como hacer que la falda de un personaje femenino revolotee cuando entramos en su café a pesar de que la prenda no se encuentra en el rango del ventilador que la mueve y, además, no tiene ningún sentido tener encendido el electrodoméstico con el frío tiempo otoñal.

Blacksad: Under the Skin podría ser un juego de aventuras más que convincente si estuviera mejor terminado. Si la escritura, la música, el doblaje, la dirección y el diseño de las mecánicas hubieran sido correspondidos con más solidez desde el punto de vista técnico y artístico. Aunque la historia termina con contundencia es evidente que el juego en sí está lejos de estar acabado y es fácil suponer que este no es el resultado que esperaban los verdaderos fans de Blacksad. Creo que podría ser interesante tener de nuevo al detective en nuestras pantallas pero adaptar una novela gráfica ganadora de cuatro premios Eisner requiere cierta responsabilidad. Y aquí deberíamos investigar por qué no se ha hecho bien el trabajo. [6]