Imagino que en su día hacían menos ruido o que las olas del tiempo las han terminado de borrar de las arenas de nuestra memoria, pero el hecho es que Capcom siempre ha tenido un algo con las recopilaciones. Las hubo en PSX y Saturn, las hubo en PS2 y Xbox; las hubo en GameCube y en Nintendo DS y en PSP. Es probable que una parte del nuevo ánimo con el que recibimos este tipo de compilations tiene que ver con la manera cada vez menos nueva de distribuir videojuegos que hoy consideramos más común o hegemónica: hoy parece menos descabellado que nunca buscar formas de mantener en circulación estos juegos antiguos sin tener que recurrir a triquiñuelas para rellenar discos y dar sensación de que estás comprando algo más que lo mismo una vez más, lo que ya habías jugado en otros sitios; el acceso, nada más, a viejo software en nuevo hardware. Es una forma de verlo, ni mejor ni peor que otras.
Yo, lo reconozco, caigo en casi todas estas colecciones. Me gusta examinar cómo recopilan, juntan o amontonan juegos de su pasado las compañías de videojuegos. Me resulta interesante, no siempre en el mejor de los sentidos, ver cómo Nintendo utiliza el legado de Super Mario para forzar tríos y sacarle los colores a su personaje más importante, una foto hecha no con la mejor luz y en la que sale con un ojo medio cerrado. Me gusta cuando encuentro colecciones en las que todo lo que hay alrededor de los juegos es tan importante como los juegos mismos; me anima a pensar en ellos más allá del disfrute inmediato que me pueden proporcionar. También me gusta cuando se experimenta con la forma, como hizo Wipeout Omega Collection, un grandes éxitos que mezcla el contenido de varios juegos distintos sin pudor y milagrosamente con bastante éxito. En esto de los recopilatorios no hay estándares ni fórmulas mágicas; alguien puede preferir que los juegos vaya acompañados de reproductores de música o scans de anuncios en revistas y a otra persona le puede interesar más una parte documental como la de Essays on Empathy. Es tentador decantarse por una idea de coherencia que haga que la selección de juegos casi pueda funcionar como un todo compacto jugable y narrativamente, pero a la hora de la verdad me cuesta no ponerme del lado de Sonic Gems Collection, por ejemplo, donde jugué por primera vez a Sonic CD o Tails Adventure pero también a Vectorman; me compré la edición japonesa solo para tener en GameCube los Streets of Rage y Bonanza Bros.
Es una forma muy larga de decir que Capcom Fighting Collection es el tipo de cosa que me interesa: una recopilación centrada en los juegos de lucha, un género que Capcom conoce bien, y que mezcla el pedigrí de Street Fighter con el prestigio de Darkstalkers y con el je ne sais quoi de rarezas como Cyberbots y Red Earth; el resultado es una colección meticulosamente diseñada para resultar apasionante para una gente a la vez que es casi invisible para el resto del mundo.
Darkstalkers seguramente sea el gran protagonista de esta colección. Las tres entregas principales de la serie están incluidas aquí; del tercero, Vampire Savior, se ofrecen también las dos revisiones que se publicaron, y en todos los casos (incluyo aquí también al resto de juegos) se puede elegir la versión japonesa o la norteamericana. Por no dar mucho rodeos, los Dalkstalkers son ya motivo de suficiente peso para darle una oportunidad a Capcom Fighting Collection. Aunque hoy resulta menos sorprendente (seguramente porque sus ideas más vistosas se han ido filtrando y han acabado integradas en Street Fighter), el tipo de lucha que se propone en Darkstalkers sigue resultando estimulante, con combates feroces y rápidos en los que a menudo la acción se mueve del suelo al aire y que se puntúan con ataques especiales espectaculares, que aprovechan la ambientación fantástica para ir mucho más lejos de lo que cualquier personaje de Street Fighter II podía permitirse. El funcionamiento de los propios ataques especiales da lugar a combates con un tono muy característico, ya sea por la urgencia que tienen en el primer Darkstalkers, donde tienen que ser usados rápido a riesgo de perder la carga, o por la abundancia del tercero, que hace que las peleas acaben rápido y con gran violencia. Se nota una evolución mimada y calculada entre las tres entregas, publicadas en apenas tres años; cada juego es mejor que el anterior, aunque sus diferencias no siempre sean igual de aparentes: el segundo reutiliza el argumento del primero sin ruborizarse, por ejemplo, y el tercero consigue ser el mejor aun reciclando descaradamente sprites del segundo. En las distancias cortas, las diferencias son obvias y notables, y de hecho casi da la sensación de que lo que tienen en común acaba dándole a la trilogía un plus de solidez muy hijo de su tiempo; la segunda mitad de los 90 seguramente sea el último momento en el que este tipo de experimentos con gaseosa podían funcionar, y ya entonces de manera limitada, como demuestra el hecho de que el propio Darkstalkers 3 fuera mucho mejor recibido en Japón que en el resto de regiones donde acabó saliendo, PlayStation mediante.
Darkstalkers tiene la maldición de vivir a la sombra de Street Fighter, que por supuesto es mejor. Pero si alguien considera que «el bueno» es Darkstalkers, es respetable; esta colección es una buena muestra del porqué del prestigio de estos juegos, que nos suenan por Morrigan pero que tienen mucho más recorrido que eso.
Pero Darkstalkers es solo la mitad del paquete, cinco de los diez juegos que incluye esta colección. El resto es mucho más variado y ecléctico, pero no menos interesante. Por un lado tenemos Red Earth y Cyberbots: Full Metal Madness. Los dos son experimentos con asperezas pero de los que se pueden sacar cosas buenas. Red Earth es algo así como un boss rush en el que eliges uno de los cuatro personajes que componen el reducido roster y te enfrentas a una serie de enemigos mientras consigues experiencia y objetos; entre combates puedes mejorar a tu personaje, ampliando su repertorio de movimientos y mejorando sus atributos, pero a pesar de todo es un juego de lucha, y como tal se juega. La mezcla es curiosa aunque tenga la mecha un poco corta; con todo, visualmente tiene una fuerza tremenda y es interesante ver cómo Capcom intentó diversificar la fórmula Street Fighter redistribuyendo pesos e integrando ideas de otros géneros.
Por ahí va un poco también Cyberbots, un juego de lucha entre mechas, seguramente el más flojo de la recopilación. Los distintos tipos de puñetazo y patada aquí se cambian por una lista de botones más reducida pero en la que por defecto están presentes los ataques a distancia o varios tipos de movimientos de impulso; hay menos combos y el ritmo de los combates es un poco raro, aunque de vez en cuando tiene sus momentos únicos. Los mechas no tienen pajaritos, por ejemplo, así que cuando recibes demasiados golpes seguidos pierdes trozos que puedes intentar recuperar. Es un juego bastante lento, quizá para representar el peso de los mechas, pero aun así hay herramientas para escapar cuando el rival te arrincona; se forma así un baile curioso mientras esperas a que se cargue tu superataque, otro clásico de la casa que aquí se presenta en su formato más tradicional, llenando una barra a medida que das golpes o los recibes. Seguramente sea, ya digo, el juego con menos recorrido de los diez que se recopilan aquí; una lástima, porque la idea es seductora y tantos los gráficos como la música son tremendos, una demostración del enorme talento que acumulaba la Capcom de esa época.
Por último, la serie Street Fighter está representada con un trío de juegos excéntrico y formidable: Super Puzzle Fighter II Turbo, Super Gem Fighter Mini Mix y Hyper Street Fighter II: The Anniversary Edition. Solo dos de ellos son de lucha: Super Puzzle Fighter II Turbo es, como sugiere su título, de puzzles, algo así como un Puyo Puyo de Capcom en el que hay que destruir bloques y crear cadenas para atosigar a tu rival llenando su foso de piezas basura. Es un buen juego; es sencillo pero también es el tipo de puzzle de acción que se puede jugar en cualquier momento y sacarle siempre todo el jugo. Sin salir de lo superdeformed, Super Gem Fighter Mini Mix sí es un juego de lucha pero se permite suficientes licencias como para estar bien diferenciado. La clave aquí está en aprovechar el limitado repertorio de movimientos para acumular las gemas que deja caer el rival cuando recibe golpes (o tu propio personaje cuando es el receptor del ataque, claro) y subir de nivel cada una de las tres habilidades; el toma y daca de gemas que se produce en cada combate hace que sea un juego algo menos estricto a priori aunque poco a poco se le pueda encontrar el filo competitivo. Tampoco es que lo necesite o que lo busque mucho: es un juego que quiere ser más festivo y divertido, lleno de guiños a la historia de Capcom y con una curva de aprendizaje bastante menos pronunciada que otros juegos de la recopilación.
Por último, como representante del statu quo está Hyper Street Fighter II: The Anniversary Edition. Esta versión del clásico de principios de los 90 es casi un recopilatorio dentro del recopilatorio principal: publicado originalmente en 2003, la idea es que puedes jugar con todas las versiones de los luchadores de Street Fighter II, incluso mezclándolas entre ellas. Según la versión del juego que elijas en la pantalla de selección de luchador tienes acceso a ocho, doce o dieciséis (diecisiete si contamos a Akuma) personajes, cada uno con las características específicas de esa versión; no es igual el Ryu normal que el de Super Street Fighter II, por poner un ejemplo. La gracia está en que cada participante puede elegir su versión, por lo que el Ryu de Super Street Fighter II Turbo puede enfrentarse a la Chun-Li de Street Fighter II: Championship Edition, pongamos. Es uno de esos juegos que nunca estorba, y aquí no es distinto; no estaba en Street Fighter 30th Anniversary Collection, así que con este lanzamiento se cierra el círculo y ya es posible jugar a todas las versiones de Street Fighter II en consolas actuales.
Son juegos, así, de los que se puede sacar mucho, por pura curiosidad histórica pero también porque la mayoría mantiene a día de hoy una vigencia de la que no todo el mundo puede presumir. Por eso alegra que el juego online funcione tan bien, y que ofrezca tantas opciones: además de crear lobbies individuales, puedes buscar partidas rápidas en todos los juegos a la vez, o elegir solo algunos; no ha sido siempre el caso, pero esta vez el netcode acompaña y jugar en línea es más apetecible. (Que no haya juego cruzado entre plataformas puede ser un problema más o menos pronto, eso sí.) Se puede también visitar el museo mientras buscas partida, y merece la pena hacerlo no solo como entretenimiento durante las esperas: hay mucho material interesante, y aunque quizá le podría haber ido bien un poco más de contexto es un gusto ver tantos documentos de diseño y ver el proceso que llevó a las ideas finales que se ven en estos juegos, sobre todo en el caso de Darkstalkers, por su elenco tan extravagante y diferente.
Así que Capcom Fighting Collection es acceso a viejo software en nuevo hardware, por un lado, pero también es algo más. Es una oportunidad para ver cómo Capcom experimentó con la fórmula del combate uno contra uno en una época más o menos concreta, llegando a conclusiones muy distintas aunque la sombra de Street Fighter II estuviera siempre ahí, con sus muchas versiones dándole nueva vida a un juego que al final ha acabado sobreviviendo a todos los demás de su generación. Es una colección relativamente generosa que incluye mucho más que diez juegos, y que está llena de pequeños toques que dejan a la vista un cariño especial, que va más allá de juntar roms y ponerles un menú decente: todos los juegos tienen modo entrenamiento; la música es original; hay bastante arte nuevo hecho específicamente para la colección; incluso dentro de los juegos hay pequeños retoques, mínimos pero que demuestran que se ha tenido en cuenta que se van a jugar en 2022 y no en 1995 o 1997, como el hecho de que el temporizador de la pantalla de selección de personajes (en su momento una forma de agilizar la rotación de jugadores, y por tanto el flujo de monedas, en los salones recreativos) esté parado y te permita elegir sin prisas. Son detalles, pero en este tipo de recopilaciones los detalles pueden llegar a serlo todo.
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Ojalá un «3d fighting collection» con Rival Schools, Power stone, Star gladiator y los SF EX….por soñar que no quede
La pena es que en el recopilatorio anterior, el de los Street Fighter metieron la versión de recreativas del Alpha 3, y se olvidaron de posteriores versiones, como el de Dreamcast o el de la PSP, que traían muchos más luchadores. Hubiera estado bien que alguna de esas versiones del Alpha 3 estuvieran en este recopilatorio. Recopilatorio que por otra parte está muy bien y me parece bastante completo.
Espero que lleves bien puesto tu nombre Victor, te elijas al mejor personaje (el Frankenstein of corse) y no a las waifus populares.
No hay cosa mas genial que Darkstalkers.
Creo que no caeré porque soy bastante malo en los juegos de lucha y no tengo paciencia para aprender a jugar decentemente a pesar de que me gustan.
Y lo que me ha gustado mucho es el texto. Ameno, informativo y rebosante de cariño y gusto por los videojuegos y su historia.