Análisis de Chibi-Robo: Zip Lash!

Qué lento es Chibi-Robo: Zip Lash! Es un juego lento que reafirma su lentitud haciendo que las fases especiales sean todavía más lentas. Chibi-Robo: Zip Lash! es un juego lento y encantador y mediocre. Es un juego sin grandes trucos, sin recursos espectaculares; algo inseguro de su objetivo en este mundo, este nuevo Chibi-Robo dispara en todas direcciones, confiando en que alguna de sus ideas haga diana.

Podría echársele en cara a Zip Lash! la poca ambición con la que lleva a Chibi-Robo a un género nuevo para él, las plataformas en 2D. Sin embargo, es ahí donde mejor juego es: cuando sigue al pie de la letra el manual de diseño de Nintendo (el diseño modular, las técnicas básicas para presentar ideas a lo largo de un nivel, la recompensa a la curiosidad del jugador) se defiende bien. El pobre Chibi-Robo no es un héroe de acción al uso, y sus herramientas para hacer frente a los peligros son limitadas: el uso de su cable, para atacar o para engancharse a plataformas, es lo que distingue a Zip Lash! de los demás juegos de plataformas de 3DS.

Alrededor de los distintos usos del cable se estructuran los niveles. Con él cogemos bombas y las recolocamos para destruir obstáculos, con él nos balanceamos para llegar a plataformas lejanas, con él alargamos el salto, haciéndolo girar en el aire, para llegar más lejos y evitar caer en zonas letales. Los dos tipos de ataque (el lazo rápido y el superlazo, el primero con cuatro direcciones y el segundo con puntería libre) permiten dar forma a distintos tipos de reto: cuando hay que actuar con rapidez, porque las plataformas desaparecen o porque nos enfrentamos a varios enemigos, lo ideal es usar el primero, mientras que el segundo suele dejarse para los momentos en los que podemos calcular la trayectoria, rebotes incluidos, de nuestro disparo. El diseño de los niveles suele tener en cuenta esto, y se juega a menudo con el hecho de que el superlazo, sobre todo, es más largo a medida que cogemos una serie de objetos azules; los lanzamientos más complicados son los que más longitud de lazo nos exigen, y por tanto los que más cerca del final de cada nivel se encuentran (el superlazo vuelve a los 15 centímetros siempre que comenzamos una fase; el tamaño no importa, Chibi-Robo).

El resto son coleccionables. Los hay, básicamente, de tres tipos: monedas, que no significan nada; pequeños robots (acaso hijos de Chibi-Robo, aberraciones descartadas de la misma cadena de montaje de Foxconn); y chucherías. Ninguno de estos objetos tienen más valor, como era de esperar, que el de aumentar la rejugabilidad. Algunos están mejor escondidos que otros, y en ningún caso su integración llega al nivel de otros plataformas basados en coleccionables (como el reciente y extraordinario Yoshi’s Wooly World); en algunos casos, de hecho, solo aparecen la segunda vez que jugamos un nivel, como los alienígenas bebé, a los que podemos rescatar a pesar de que sus mayores están destrozando la Tierra (que es lo que mueve la historia de Zip Lash!: los aliens están consumiendo los recursos del planeta y nuestro objetivo es detenerlos). Quizá es la forma que tiene el juego de relativizar la maldad del enemigo.

Ha dado la casualidad de que he jugado a Chibi-Robo: Zip Lash! al mismo tiempo que a otros juegos en los que los coleccionables se presentan como una forma de engordar lo que hoy llamamos contenido. Cuando un porcentaje importante de las actividades de tus jugadores consisten en recorrer los mismos escenarios una y otra vez en busca de los ítems más inesperados, sueles darle cierto aire de importancia para justificar la inversión de tiempo; aquí no existe una urgencia real por recopilar nada. Es más: las chucherías, réplicas de las del mundo real (hay un dispensador de PEZ con la cara de Mario, chocolatinas japonesas, snacks de todo tipo con sus nombres y sus características auténticas), no se consiguen de forma muy distinta a la basura que recogemos de manera rutinaria, uno de los pocos nexos que tiene Zip Lash! con los anteriores juegos de Chibi-Robo. Es basura que viene en cofres del tesoro. Me resultó impactante, después de un rato de recoger los objetos que se cruzaban en mi camino, volver a mi nave y que mi compañero, una especie de ordenador de juguete a lo Genio 2000, me preguntara si quería «meter toda la basura» que llevaba encima en el generador, que no es más que una puta incineradora de coleccionables que genera un recurso (la vida que podemos recargar entre niveles, hasta 999 puntos) que siempre nos sobra.

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Que Zip Lash! sea un juego de riesgo cero cuando podría haber sido mucho más atrevido, al estar protagonizado por un personaje menos conocido, no me molesta especialmente; ni siquiera el hecho de que sea Nintendo, que siempre ha destacado por mantener en muy buena forma el género, la que desarrolle un plataformas tan normalito. Lo peor de Zip Lash! son sus experimentos.

Cada vez que terminamos una pantalla de las seis que componen cada mundo (ambientados en los cinco continentes; es una aventura internacional), tenemos que hacer una tirada en una ruleta para determinar cuantas casillas avanzamos en el mapa. Esto significa que del nivel 1 podemos pasar al 3, y del 3 al 4, y del 4 al 6, y si la suerte no está de nuestro lado quizá del 6 pasemos de nuevo al 1, del 1 al 3 de nuevo; con las monedas que conseguimos en los niveles podemos comprar casillas para la ruleta, para asegurar nuestras posibilidades de llegar al nivel que queremos, pero es un punto extra de tedio (no es un juego especialmente ágil, como decía al principio: la navegación por los menús es tan lenta como todo lo demás) que no ayuda a hacer que Zip Lash! se haga apetecible. Una vez terminamos un mundo, eliminando al jefe final correspondiente (seguramente los momentos más memorables del juego), podemos volver a jugar cualquier nivel sin necesidad de pasar por la ruleta; hasta entonces, a los completistas nos toca pasar por la eterna tortura de saber que nos hemos dejado una chuchería en tal nivel, o que hay un muñeco en otro esperando a que le llevemos una piruleta. (En algunos niveles aparecen personajes que nos piden cosas; son pequeñas sidequests sin mayor interés.)

Una frustración similar se presenta en los niveles especiales, los que dejan de lado el plataformeo normal y nos ponen a pilotar vehículos. Excepto el del segundo mundo, el resto de niveles especiales son espantosos: hacen que el juego sea más lento y menos manejable poniéndonos al mando de submarinos o globos que no son justificables ni teniendo en cuenta que Zip Lash! es un juego claramente infantil, pensado y diseñado para niños. Estos niveles también tienen sus coleccionables, pero no he tenido, me temo, el ánimo necesario para repetirlos; dudo que nadie lo tenga.

Kensuke Tanabe, productor en Nintendo, comentó que esta podría ser el último juego de Chibi-Robo; si Zip Lash! no es un éxito, es posible que el personaje se deseche. Es una losa muy pesada para ponerla en la espalda de los fans, y una injusta: entiendo la intención de revivir la popularidad del robotito llevando sus aventuras a un género más amigable, pero creo que ningún aficionado a la producción de Nintendo sentirá a estas alturas que 3DS, o Wii U, está falta de plataformas en 2D. Los mejores plataformas de los últimos años están en consolas de Nintendo: por desgracia, Chibi-Robo: Zip Lash! no intenta siquiera hacer nada para destacar entre los iconos del género. Hace falta más que un juego decente y olvidable, bien hecho pero mediocre, para que un personaje como Chibi-Robo llame la atención. Si realmente este es su final, es uno extrañamente poético: Chibi-Robo, enemigo del desperdicio y la contaminación, dará su último coletazo dejando a su paso un buen puñado de amiibos muy bonitos, a la vez lápida y futura basura, que quizá algún día otro robot de su misma familia tenga que recoger por todo el mundo. [5]