El Eid al-Fitr es una festividad que marca el final del mes del Ramadán, una celebración especial en Indonesia al albergar la mayor población musulmana del mundo. Durante esos días, las personas realizan más actos de caridad para ayudar a los menos afortunados, perdonan a quienes les han hecho daño y, sobre todo, dedican gran parte de su tiempo a sus seres queridos en una tradición colorida y alegre en la que hay un constante intercambio de regalos y gastronomía nacional. Este es solo uno de los innumerables ejemplos de festivales que el país asiático celebra a lo largo del año, la mayoría de ellos cargados de cargados de optimismo, familiaridad y multiculturalidad (el festival de cometas de Bali, el de Diwali o hasta el Año Nuevo Chino). A Space for the Unbound, por su parte, acoge el Festival Lintang, una festividad que abraza la esencia de estas celebraciones indonesias con alegría y unión, mientras recuerda la importancia de la conexión con nuestros antepasados y cómo podemos superar muchas de las dificultades de la vida con ayuda de nuestra comunidad (signifique lo que signifique para cada uno de nosotros).
No obstante, no es que el Festival Lintang sea el eje central del juego de Mojiken, sino que son muchos los elementos del título los que saben bailar en armonía para ofrecer una historia honesta, pura e irónicamente realista. Sus acontecimientos tienen lugar en un pequeño pueblo de la zona rural de Indonesia durante finales de los 90, donde después de un intenso y desconcertante prólogo comenzaremos la historia de Atma, un estudiante de instituto que ya debe pensar qué quiere hacer con su vida después de que termine su etapa en secundaria. Antes de enfrentarse al futuro, decide crear una lista de cosas que hacer alguna vez en su vida junto a su pareja Raya, unas tareas que prometen darles un respiro antes de la universidad, pero que terminan marcando el inicio de una trama de la que se puede decir poco, pero que se enredará y desenredará constantemente hasta arrojar algo de luz sobre lo que está pasando realmente.
Más arriba mencionaba lo irónico pero consecuente de definirlo como «realista», algo que puede parecer contradictorio teniendo en cuenta su clara devoción por el realismo mágico. La narrativa de A Space for the Unbound baila constantemente entre la vigilia y los sueños, lo palpable y lo intangible, y hasta lo nocivo y lo inocuo, pero sin olvidarse de mostrar una cara honesta y real tanto de la cultura indonesia como de la gran cantidad de situaciones complicadas que tienen que atravesar constantemente nuestros protagonistas.
Cualquiera que haya mostrado interés en el juego de Mojiken probablemente ya sepa que entre sus temas centrales están la salud mental, la depresión y la ansiedad, un punto de partida cada vez más presente en la industria y que, en muchos casos, no se está tratando de la forma que merece. Por suerte, A Space for the Unbound se aleja del tratamiento de la depresión como una mera manifestación de tristeza, sin llegar tampoco a a aplicarlo en situaciones extremas e innecesariamente grandilocuentes, para traernos una historia del día a día vestida con la percepción distorsionada de una persona debido a sus propios pensamientos. Consigue encontrar un equilibrio para hablar de la salud mental a través de una representación auténtica e íntima de lo que implican estos trastornos, que realmente se plasman en el desempeño de lo cotidiano, en nuestra forma de percibir al resto y relacionarnos con ellos o en cómo nos afectan sus palabras. A este tipo de hándicaps inherentes a algunos problemas de salud mental se les puede sumar la pérdida de la creatividad, una condición que perjudica más aún a quienes exprimen esa faceta en su vida laboral y que es, justamente, la primera situación que salvamos con el gran Libro Rojo Mágico.
Esta herramienta, que usará Atma en multitud de ocasiones para introducirse en el corazón de la gente, es otra de las reafirmaciones del juego en su empeño por hablar de los trastornos mentales como algo que se puede superar de forma sencilla o como una debilidad personal gracias a la mecánica de Space Dive. El libro rojo se podrá utilizar con algunas personas concretas en momentos determinados (generalmente como un evento principal en la historia) para ahondar en sus recuerdos, sus secretos y sus mayores frustraciones, donde tendremos que ser nosotros los encargados de poner todo en su sitio para, en esencia, ordenar y clarificar lo que está ocurriendo en sus cabezas y hacerles ver cosas que no son capaces de ver por ellos mismos. Por supuesto, no parece que la idea sea dar a entender que este tipo de problemas se pueden arreglar en un suspiro, sino hablar de una condición compleja que requiere apoyo y ayuda para superarla.
Hay muchas razones para creerse A Space for the Unbound en todos los sentidos, y su respeto por Indonesia y su cultura es claramente una de ellas. Además de comidas y ropa típica, mitología y referencias a su propio contexto, su creador Dimas Novan coge el testigo del anime japonés de Makoto Shinkai (Your Name, El jardín de las palabras) y Mamoru Hosoda (La chica que saltaba a través del tiempo, Los niños lobo) para implementar lo que se conoce como «turismo de anime», una actividad que descubrió en su adolescencia y que consiste en comparar y visitar lugares de la vida real con los dibujados en ficción. Este peregrinaje fue una de las mayores inspiraciones de Novan a la hora de crear el precioso mundo de A Space for the Unbound, que por medio de su fantástico y particular pixel art consigue trasladarnos a algunos de los recuerdos más preciados de su propio director.
Lo cierto es que ni siquiera es necesario hablar de su intachable banda sonora, del diseño de sus personajes o de su gran oferta de posibilidades jugables a través de pequeños minijuegos (aunque, efectivamente, lo acabe de hacer) para llenarse la boca con las bondades del título. Si bien es cierto que no es oro todo lo que reluce —en muchas ocasiones sus textos son verdaderamente excesivos, hay más misiones de recadero de la cuenta y es complicado entenderse con el mapa—, lo nuevo de Mojiken va más allá de su hermoso diseño visual para rescatar el tema favorito de los estudios independientes, y enfocarlo esta vez de manera sincera, costumbrista alejada de toda trivialización o sensacionalismo. Lo peor de A Space for the Unbound es que puede pasar desapercibido como un indie más que habla sobre la depresión de forma insustancial, torpe o pueril; lo mejor de A Space for the Unbound es que ha entendido cómo dar un paso al frente para, con su honestidad, convertirse en una experiencia difícil de olvidar.
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¡Apuntadísimo!
Tiene muy buen pinta.
Gran texto, Óscar.
#ElAñoDeOscar va tomando forma.
Muy buen texto.
Muy buena pinta, tanto el juego como el año de Óscar.
Todo el mundo habla bien de él pero ya estoy saturado con el tema de la depresión. El #muchotexto no ayuda
:S