En su artículo Distributing liability: the legal and political battles of Y2K el economista inglés Dylan Mulvin señala el efecto 2000 como el evento que cambió para siempre la relación de la sociedad con la tecnología. Desde los años 50, y de forma casi constante hasta mediados de los 90, el ser humano había abrazado los avances tecnológicos como aquel instrumento que, a la larga, conseguiría salvarnos. La herramienta —creada por nosotros— que acabaría con toda la desigualdad y nos haría, en definitiva, más justos, más cultos y, sobre todo, iguales. Durante la década de los 60, con la llegada de las televisiones a los salones familiares fueron muchos los expertos que anunciaron que había llegado el fin del analfabetismo. Que todos nosotros, ricos o pobres, hombres o mujeres; personas de todas las razas, seríamos capaces de acceder a una enorme oferta cultural que estaría cada día y a un precio irrisorio a nuestra disposición. Pero apenas descubrimos que aquella utopía no era más que un sueño volvimos a ilusionarnos con algo más. En los 80 tuvimos muy claro que internet realmente nos haría mejores ¿Cómo no iba a lograrlo una herramienta capaz de poner toda la información del mundo literalmente en nuestra mano? Pero aquel 1 de enero fueron muchos los que despertaron. Por suerte, el efecto 2000 no había producido ninguna de las catástrofes que la prensa había anunciado y, sin embargo, durante el año anterior la tecnología no solo había conseguido asustarnos sino que, en aquel mundo interconectado, se había utilizado para extender bulos y desplegar la paranoia. El nuevo milenio supuso una ruptura con el optimismo tecnológico que marcó a toda una generación. O, al menos, lo hizo en esta línea temporal. Siempre es posible que en otro lugar, en diferentes coordenadas del inmenso espacio-tiempo exista un planeta en el que todo es más fácil. Donde la vida se parece pero la rutina es un poquito más brillante. Esa, al menos, es la idea que se esconde detrás de Arcade Spirits.
El universo en el que se ambienta Arcade Spirits se separó del nuestro en 1982 cuando Atari, dejando a un lado la avaricia y moviéndose con el corazón, decidió retrasar el estreno del videojuego de E.T el extraterrestre hasta conseguir un producto a la altura de lo que esperaban los fans. El título, lanzado seis meses después, arrasó entre niños y adultos cambiando de la noche a la mañana la idea que la sociedad tenía de la industria y situando los videojuegos en la cúspide del entretenimiento. En esta línea temporal nadie es un friki por pasar las horas muertas jugando y los arcades se han convertido en establecimientos tan prestigiosos como las salas de cine. Tanto es así, que en la actualidad alternativa en la que nos sitúa el juego, las recreativas siguen siendo aún a día de hoy un lugar de moda. O, al menos, lo son algunas de ellas. Otras, como Funplex son pequeños oasis en los que se encuentran las almas perdidas.
Ari, el personaje principal de Arcade Spirits cree que sufre una maldición. Un mal de ojo que ha perseguido a su familia durante generaciones y por el cual todos son incapaces de encontrar la felicidad y la estabilidad económica. Al iniciar una nueva partida aprendemos que Ari acaba de perder su trabajo como socorrista en una piscina y que, de nuevo se encuentra en paro. Pero eso no es nada que su amiga de la infancia Juniper y la asistente virtual Iris no puedan solucionar. Tras instalar la aplicación en su teléfono y acceder a todos sus mensajes Iris recomienda a Ari ir a una entrevista de trabajo en las recreativas de un centro comercial cercano. Y aunque Ari tiene en principio sus dudas, la experiencia se revelará pronto como una de las más importante de sus vidas.
Quizás lo que más llama la atención al comenzar a jugar a Arcade Spirits es que su premisa no es tan llamativa como la de la mayoría de visual novels románticas que se lanzan en la actualidad. Títulos como Dream Daddy, Laters Daters o el conocidísimo Hateful Boyfriend han demostrado que es posible ganar frescura simplemente cambiando la orientación sexual, la edad o incluso la especie de los personajes, mientras que otros éxitos como Monster Prom han triunfado al hacer competitivas unas mecánicas que parecían no dar más de sí. En este sentido, Arcade Spirits no puede ser más convencional, con sus personajes jóvenes y atractivos en un universo que no necesita recurrir a la fantasía o la magia para funcionar. Sin embargo, sí que hay algo que hace única a la propuesta de Fiction Factory Games: la ausencia de cinismo y su calidez al aceptar que las relaciones de trabajo y amistad pueden ser tan valiosas como las románticas. También la naturalidad con la que el juego nos permite ser nosotros mismos, seamos como seamos.
Como sucede cada vez más dentro de las visual novels, uno de los primeros pasos antes de empezar la partida pasa por diseñar al personaje protagonista. Ari Caster puede ser hombre, mujer o persona no binaria y tener el aspecto que deseemos independientemente de nuestra identidad. Sin embargo, y en lo que resulta ser un acierto, el juego nunca nos pregunta si estamos interesados en hombres, mujeres o en ambos porque nos da total libertad para demostrarlo con las acciones que realicemos jugando. Pero la representación de los diferentes comportamientos dentro del espectro sexoafectivo va mucho más allá cuando Arcade Spirits nos deja decidir si preferimos jugar sin desarrollar una relación amorosa con el resto de personajes o, en caso de sí hacerlo, avanzar en ella sin involucrarnos en actividades de naturaleza sexual. Lo cierto es que el juego en ningún momento se torna explícito, sin embargo, el saber por adelantado que no nos encontraremos con ningún tipo de escenas que nos desagraden o que puedan rompernos la fantasía es extremadamente generoso y envuelve al título en un aura segura que el carisma de sus personajes no hace otra cosa que aumentar.
Al entrar a trabajar en Funplex conocemos al resto del equipo y tanto el encargado Gavin, obsesionado con salvar el negocio, la positiva Ashley, que ha aprendido a refugiarse en sus cosplays, o la dulce Naomi, que sabe relacionarse mejor con las máquinas que con las personas, podrán pasar en cualquier momento a ser nuestros amigos o nuestra nueva pareja. Por supuesto, los habituales del arcade también tendrán un protagonismo especial y tanto el generoso Percy, el famoso Teo o la profesional Queenbee estarán entre el grupo de personajes con los que podremos llegar a intimar. El equipo de Fiction Factory Games ha puesto un gran esfuerzo en conseguir que su pequeño mundo parezca vivo, y, además de los personajes que podemos romancear, encontraremos también todo tipo de clientes o otras personas que orbitan alrededor del negocio de las recreativas y que conseguirán, con sus historias, hacer los sucesivos capítulos más emocionantes. El diseño de Arcade Spirits sigue al pie de la letra la estructura de una visual novel romántica tradicional, sin embargo, en vez presionarnos para que solo tomemos decisiones pensando en la relación que queremos desarrollar, tendremos muchos instantes para conocer al resto de personajes y dejar las citas y el amor en un necesario segundo plano. Porque en Arcade Spirits el personaje protagonista no es una silueta sin nombre sino una persona muy joven que aún no ha descubierto qué es lo que quiere de la vida. A través de las decisiones que tomamos en cada momento y el carácter con que las enfrentemos, la personalidad de Ari se irá desarrollando de manera que a través de la app Iris seremos capaces de comprobar en todo momento si jugamos utilizando la valentía, la empatía, la racionalidad, el sentido del humor o el saber estar. Estas cualidades, que en los primeros capítulos parecen poco importantes, serán fundamentales a la hora de establecer relaciones y, conforme progresemos, el juego penalizará (a través de la misteriosa puntuación onmipresente en la parte derecha de la pantalla) «traicionar» la naturaleza del personaje para complacer a los demás.
En Arcade Spirits también importa el amor por uno mismo. A lo largo de sus ocho capítulos Ari no solo deberá encontrar pareja (si lo desea) sino que tendrá la oportunidad de descubrir cuál es su auténtica pasión. Y para una persona que ha crecido en una casa sin estabilidad económica eso será mucho más dificil de lo que parece. Por suerte, en Funplex siempre encontrará una mano amiga y gran cantidad de chistes sobre videojuegos para sobrellevar la situación. A través de los diferentes personajes Fiction Factory Games trata temas como el buyilling, los problemas derivados de definirnos mediante una profesión o la importancia de encontrarnos cómodos en nuestra propia piel. Y lo hace con la seriedad suficiente como para que lo encontremos divertido. A fin de cuentas, ¿no es eso por lo que todos jugamos? [8]
Solo los usuarios registrados pueden comentar - Inicia sesión con tu perfil.
Muy buen análisis, Marta.
Una preguntita, ¿Cuánto dura más o menos?
Saludos y muchas felicidades por estar en anait ahora a tiempo completo ^^
@taru23
Hola, Taru, gracias por la felicitación! A mi me ha durado unas 10 horas pero puede jugarse en 8 (porque son 8 capis de una hora sin los extras) 🙂
@martatrivi
Bien bien, es cortito. Muchas gracias Marta 🙂
En el trailer sale un «rando» que se llama «Rando Calrissian». Ok, entre el texto de Marta y ese chiste, para la lista de deseados de Switch que va.
Lo vi el otro día en la eshop y me llamó muchísimo. Desgraciadamente para mí, las visual novels no suelen traducirse al castellano, así que nunca me atrevo con una por si no me entero de todo.
Porque ya sé que no me iba a gustar, este género no es para mí, pero me has dado bastante ganas de jugarlo.