Puede que en un primer vistazo el acercamiento de Netflix al «préstamo» de videojuegos para móviles parezca más un experimento desesperado que una propuesta seria. Sin embargo, y dada la situación actual de la plataforma, sería un error considerar que el servicio de streaming no tiene intención de ir a por todas. Con el número de suscripciones en descenso desde mayo y la cancelación de su programa de apoyo a los creadores, parece que la compañía ha dejado de lado la estrategia con la que intentaba posicionarse como una productora de prestigio para apostarlo todo a éxitos de incuestionable popularidad con los que ganar visibilidad frente a sus numerosos competidores. En cierto sentido, la compañía ha entrado en una fase conservadora en la que los videojuegos móviles —dada su enorme cuota de mercado y amplio público objetivo— quieren ser una de las claves para distinguirse de Disney +, HBO Max y similares. Lo que más sorprende, una vez empezamos a fijarnos en su propuesta, es que Netflix parece tener claro que el vídeo y los videojuegos bajo demanda son muy diferentes y que la estrategia para posicionarse en cada industria debe ajustarse de forma distinta a cada producto. Por eso, más allá de contar con un espacio bajo el paraguas del Summer Game Fest, y de haber firmado acuerdos con estudios y desarrolladores independientes como Night School Studio u Ojiro Fujimoto, la compañía ha creado un catálogo inicial lleno de títulos que van desde lo puramente casual hasta lo específico, pensado para amantes de géneros concretos. Entre los juegos del segundo grupo se encuentra Arcanium: Rise of Arkham que, un año y medio después de su salida en acceso anticipado, salta a plataformas móviles como primicia, meses antes de su lanzamiento.
Arcanium es un roguelite estratégico que se diferencia de sus competidores más populares por su jugabilidad algo más lenta y su intención de ahondar en la mecánica de creación de mazos. Como es habitual, el juego presenta tres facetas bien diferenciadas en las que profundiza de forma distinta. En el nivel más superficial encontramos la exploración, que nos lleva a una península con varias áreas diferentes que podemos recorrer saltando de casilla en casilla. A diferencia de otros juegos que usan este mismo sistema (Roguebook podría ser un buen ejemplo) aquí no tenemos que ir de un punto a otro sino interactuar con un número concreto de casillas para aumentar progresivamente el nivel de peligro. Cuando este medidor llega a su punto más alto, podemos combatir con un jefe regional, antes de pasar al jefe principal del mapa. Este sistema de exploración, que nos permite desvelar casillas a placer en las zonas que queramos, sirve también para configurar una serie de «misiones secundarias» que podremos intercambiar por importantes mejoras de cara al combate. Sin embargo, este tipo diseño para la exploración, que se basa en desvelar las dos casillas adyacentes a nuestra posición, también hace el juego bastante menos emocionante, sin que, a cambio, tengamos mucho más control sobre los eventos de la run.
El combate en Arcanium usa por igual el posicionamiento de los tres personajes que sus correspondientes mazos de cartas. Enfrentados por columnas a tres enemigos, cada personaje tendrá sus propios puntos de energía y su propia mano para jugar turno a turno. Conociendo previamente las intenciones del enemigo, tendremos que usar lo mejor posible nuestras cartas, teniendo en cuenta que algunos ataques sólo alcanzan al enemigo directamente enfrentado, mientras que otros —flechas y otros ataques a distancia— puede afectar a los que se encuentran inmediatamente a su lado. Además de pociones diversas, mejoras grupales y potenciadores que pueden equiparse individualmente, Arcanium admite el uso de esbirros que, colocados delante de cada uno de los héroes, absorberán golpes mientras nos entregan varios beneficios. Quizás lo más decepcionante de la propuesta sea que los mazos de cada uno de los héroes no están pensados para realizar combos ni pueden diseñarse para conseguir potenciar una forma concreta de jugar (por ejemplo, envenenar a un enemigo y tener todo tipo de cartas para multiplicar ese veneno). Paradójicamente para un juego que pretende que pasemos mucho tiempo escogiendo con cuidado cada una de las cartas de nuestro mazo, Arcanium, prefiere poner a nuestra disposición gran cantidad de héroes con habilidades muy distintas —algunos equilibrados, otros claramente centrados en la defensa, otros especialistas en atacar a distancia…— antes que diseñar sus cartas de forma que sea durante la run cuando nos decantemos por un estilo u otro de juego. Como Arcanium no introduce elementos aleatorios en su jugabilidad, desde el principio podemos tener una idea clara de qué tipo de enemigos enfrentaremos y cómo vamos a jugar cada uno de los héroes.
En el nivel más profundo de Arcanium encontramos las mecánicas de creación de mazos, la faceta de la jugabilidad más importante de cara a la victoria. Constantemente a lo largo de nuestra partida tendremos la posibilidad de adquirir nuevas cartas (atributos, según el lore del juego) para nuestros héroes, y de mejorarlas si así lo creemos necesario. No obstante, y dado que cada una de las batallas las realizamos controlando tres mazos diferentes, el juego nos obliga a mantener cada uno de ellos relativamente pequeños para poder sacar todo el partido de las habilidades específicas de cada uno de los héroes. Así, con pilas que no pueden superar las 15 habilidades, tendremos que dedicar buena parte de nuestro tiempo a cambiar una y otra vez las cartas de cada mazo, de manera que sean las más adecuadas para su posición y función en la batalla.
A pesar de que aún tiene pendiente recibir nuevos héroes de cara a su salida en PC, Arcanium es un roguelite de creación de mazos que consigue sorprendernos con sus ideas más brillantes a pesar de llegar a abrumarnos con su enorme cantidad de textos, descripciones, héroes y cartas específicas. Entre sus puntos fuertes se encuentran una curva de dificultad ajustadísima que premia a tanto el acercamiento táctico como el estratégico a las partidas, y una enorme cantidad de personajes que hace que sea bastante sencillo conseguir un equipo a nuestra medida. Por otro lado, la carencia de retroalimentación entre mazos y entre las propias habilidades de un mismo héroe restan emoción al combate, al no conseguir que en ningún momento alcancemos la poderosa sensación de tener una mano ganadora perfecta. Aún así, la forma en la que se equilibra Arcanium es lo suficientemente diferente como para que sea interesante probarlo. Más aún cuando Netflix lo pone en bandeja y a un solo click de distancia.
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Es Rise of Akhan* !
Por un momento me hiciste creer que era un juego de cartas de Batman 😀