Si hay un elemento capaz de aunar el pasado de una cultura y la idiosincrasia de un pueblo, ese es la cocina. Debates como si la tortilla de patatas sabe mejor con o sin cebolla, conversaciones sobre si el rey del verano es el gazpacho o el salmorejo o los interminables enfrentamientos con reconocidos chefs anglosajones sobre la presencia o no de chorizo en la paella tradicional dejan una cosa muy clara: la comida nos importa. Nos importa mucho.
En la cultura mediterránea, el hecho de sentarse a la mesa implica mucho más que alimentarse. Comer en lugares como Italia, Grecia y España supone —aunque cada vez menos— un momento de esparcimiento social. Unas horas del día en las que nos dedicamos a cuidarnos y a cuidar tanto a amigos como a familia. En otras culturas, como la mexicana, la gastronomía se encuentra estrechamente ligada a las tradiciones y los festejos, tanto que muchas recetas funcionan como una alegoría de la propia celebración, e incluso en Suecia, país que no destaca precisamente por la calidad de sus platos, la cultura del fika —pausa diaria para tomar café y dulces— ya nos indica que la mayoría de nosotros nos comunicamos mejor si tenemos algo sabroso por delante.
Precisamente por esta importancia que traspasa fronteras la representación de la comida en los diferentes productos culturales, desde la pintura al cine, se realiza desde una perspectiva bastante edulcorada y sentimental. En películas como Ratatuille, Come, reza, ama, Julie & Julia o Un viaje de diez metros cocinar (y alimentarse) supone una forma de sanar, una manera de reconectar con el pasado o un motivo para revisar nuestra relación con los demás. No obstante, en videojuegos la cocina suele presentarse de forma extremadamente pragmática y desprovista, en muchas ocasiones, de cualquier tipo de contexto cultural. En The Legend of Zelda: Breath of the Wild, por poner un ejemplo de un juego en donde la cocina tiene un papel importante, la mezcla de ingredientes —como pasa en la realidad— puede llegar a ser sorprendente y, sin embargo, el consumo de la comida que creamos tiene más que ver con recuperar vida y potenciar estados que con cualquier tipo de experiencia sensorial.
En parte esta representación del comer como un proceso exclusivamente necesario, junto con otras visualizaciones como la de representar la cocina como una sucesión del pasos similar a una cadena de montaje (que encontramos por ejemplo en Overcooked) o la de la restauración como un mero problema de gestión de recursos (Dinner Dash Rush, Cooking Mama: Sweet Shop) es más precisa de lo que podríamos desear en una época en la que el almuerzo debe tomarse en los 30 minutos estipulados y los manuales de gestión de las franquicias establecen cuántos segundos exactos tarda en dorarse la carne o en hornearse hasta el punto idóneo un rollo de canela. Automachef se ambienta en la evolución más radical de ese mismo proceso. En una cocina donde los humanos sobran y en la que conceptos como eficiencia, conversión y riesgo están por encima de sabor, frescura y presentación.
En ese sentido, Automachef tiene perfectamente claro de qué está hablando y no duda en reírse en multitud de ocasiones de sí mismo. En el modo campaña —ideal para empezar a jugar e ir conociendo poco a poco todas las máquinas y sus funcionalidades— seremos los empleados de un robot que pretende ser humano y que quiere usar la cocina como arma para conquistar el mundo. Evidentemente, nuestro extraño jefe es consciente de que todo lo que sale de nuestras cocinas es blando y sin personalidad, por lo que plantea un constante cambio de localización y una carta pensada para atraer, no solo a críticos interesantes, sino a arrolladoras multitudes.
Pero dejando a un lado la breve y autoconsciente historia, Automachef es un juego que mezcla los puzles y la gestión de recursos de tal modo que sin necesidad de crear varios niveles de dificultad, hace posible que cualquiera pueda jugar y avanzar por los diferentes niveles aunque solo los más expertos sean capaces de hacerlo consiguiendo todos los logros, reduciendo al mínimo la huella ecológica y manteniendo un nivel de eficiencia superior al 90%.
Al inicio de cada uno de los niveles se nos presentarán las diferentes recetas que tendremos que preparar, así como un listado de las distintas máquinas que tendremos a nuestra disposición, con sus correspondientes precios. Para completar el reto tendremos que manejar nuestro presupuesto para conseguir realizar un número determinado de servicios en un tiempo determinado, dado que los clientes pueden impacientarse. Pero, por supuesto, cada nivel tiene multitud de retos opcionales, siendo los más básicos los que se presentan destacados al inicio de cada partida, y que hacen referencia a la potencia consumida y al número de ingredientes usados, y los más complejos los que se encuentran en el resumen de desarrollo al acabar el nivel y que tienen que ver con el porcentaje de eficiencia y la tasa de conversión energética que hemos establecido.
Aunque la resolución de puzles y la gestión de recursos están íntimamente unidas a lo largo de todo el juego, sí es cierto que el modo campaña favorece el Momento Eureka asociado a la resolución de un rompecabezas complejo mientras que el modo contrato, en el que nosotros decidimos dónde, cuándo y cómo montamos nuestra cocina, hace aún más complicada la gestión ya que somos nosotros los que tenemos que conseguir el dinero necesario para establecer el presupuesto.
Pero más allá de los retos y los números, Automachef es extremadamente satisfactorio y relajante por su propio planteamiento inicial. Sin límite de tiempo para crear nuestra cocina —una vez iniciado el servicio sí hay una cuenta atrás aunque todo se realiza en automático— podemos enfrentar todas las partes del puzle tal y como se nos antoje, sin que el juego nos penalice en ningún momento por realizar tantas pruebas como creamos conveniente. Teniendo en cuenta la alta dificultad que pueden llegar a tener los puzles en Automachef, es muy valioso que sus creadores se hayan decantado por el refuerzo positivo en vez de penalizar los errores que en última instancia nos llevarán al aprendizaje. Así, el juego nos invita a experimentar y a volvernos cada vez más exigentes y ambiciosos en el montaje sin perder puntos u otras oportunidades si deseamos tomar riesgos.
A la hora de enfrentar cada uno de los niveles, mi planteamiento pasaba primero por crear de forma independiente cada uno de los circuitos responsables de cada una de las recetas para, después de comprobar su funcionamiento (y que por tanto podría terminar el nivel si quisiera), pasar a optimizarlos combinando máquinas y priorizando acciones de manera que pudiera reducir al mínimo el dinero gastado, la electricidad empleada y los ingredientes utilizados, al igual que incrementar la velocidad y la eficiencia del circuito. Y que la resolución de puzles en Automachef sea similar a la programación no es algo casual. En el juego está siempre presente y disponible para los que así lo deseen la posibilidad de escribir nuestro propio código para desarrollar las máquinas que deseemos con la funcionalidad que creamos conveniente. Siendo así, los puzles en Automachef lejos de tener solo una solución tienen cientos de ellas, limitadas sólo por nuestra ambición y el tiempo que deseemos dedicar a perfeccionar una maquinaria que ya funciona.
Desde su concepción los creadores de Automachef tuvieron claro que la gestión de recursos no tenía que ir necesariamente ligada a la rapidez o al estrés y que es precisamente cuando disponemos del tiempo necesario cuando conseguimos crear los mejores sistemas y, por tanto, recibimos la mayor recompensa en forma de satisfacción. En ese sentido sí que podríamos decir que Automachef se relaciona con la comida real. La que todos tenemos en casa. Hablando de un juego que se crece cuando le dedicamos tiempo y que resulta más nutritivo conforme más lo dominamos, es normal que se ambiente en una cocina. Lejos de ser automáticas aquí las recetas son caseras y creadas con mucho, mucho cariño. Siendo así, es imposible no disfrutar. [9]
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Vamos por partes.
1 – De películas de comida, me flipa Chef de Favreu y la serie que ha hecho a este respecto en Netflix me parece una maravilla.
2- Juegos de comida que molen: Cook, Serve, Delicious! y su secuela. Dignísimos juegos de puzzles y ritmo. Me turboflipan.
3 – La elaboración de comida en cadena me recuerda mucho al trabajo de la protagonista de Out, de Natsuo Kirino, en una fabrica de envasados. O al trabajo temporal del prota de High Score Girl en la última temporada. Cosas de Japón, me cuesta menos imaginar eso que unas señoras limpiando anchoas para enlatar en Santoña.
4 – El rollo del juego es muy, pero que muy parecido a Big Pharma, pero con comida en vez de medicamentos (mejor ambientación, también te digo).
5 – Buen texto, Tendré que hacerme con una copia para PC.
¡Un saludo!
PERO QUÉ PINTA
Este no lo veía venir, salvo por esa mención en el tiempo de descuento en el último podcast.
Me alegra que no sea estresante ni furibundo con los errores, el trailer que vi hace unos días me daba a entender un poco lo contrario. Lo veía todo demasiado exigente, complejo y frío. Como si fuera un juego exclusivamente enfocado a ingenieros.
Eso sí, vaya semanita de julio esta con el juego de marras, Fire Emblem, Wolfenstein, Kill la Kill y A place for the unwilling.
Pinta a lo Zachtronics, mola
@blogdebori
Lo del Big pharma lo pensé yo también. Una lástima, creo que el constreñimiento que tienen estos juegos los acerca a más gente pero a mi me aleja totalmente . Prefiero un factorio donde el componente de puzzle es mucho más personal ya que se basa en lo estético y eficiencinte que quieras hacerlo tu y no en las limitaciones que te imponen. Como ya salí escaldado del big pharma creo que este lo probaré cuando esté casi regalado.
@martatrivi
No lo podías haber dicho mejor! XD Suecia esta muy bien para casi todo menos para comer!
Buena pinta, parece una mezcla entre Factorio y un juego de cocina. Es solo para Switch?
Muy bien el análisis!
@freeslave
Pues lo había añadido a «títulos interesantes» pero ahora he visto que está en Steam también y con demo disponible.
La voy a catar. Según vea cuanto casa con el ratón, decidiré la plataforma.
@kamelot666
Soy jugador de Factorio y de Zachtronics yo también y Big Pharma creo que es el único juego que he devuelto en Steam. Espero que este no se le parezca.
Y corroboro lo que dice @blogdebori: los Cook, Serve, Delicious! son chulísimos.
Probad la demo, juegazo. A poco tenga tiempo cae para Switch.
Auto
chesschef¿Nadia va a referenciar el Opus Magnum? XD Me tuvo enganchado una temporadita curiosa.
@gordobellavista
Se podría decir que son juegos… deliciosos.
Un texto muy chulo, Marta.
@blogdebori
Creo que lo están dando en Twitch Prime ¿o fue el mes pasado? :pensando:
@darkcooledge
Ahí sigue, hasta final de mes.