Supongo que es un buen momento para reconocer que no soy el mayor fan de The Behemoth. Sus juegos tienen personalidad, eso es tan evidente como bueno, pero con Alien Hominid primero y con Castle Crashers más tarde tuve la sensación de que lo descuidado de su estilo visual se contagiaba a otros aspectos donde no era tan bien recibido.
Me cuesta mucho más acusar de eso a BattleBlock Theatre, porque no hay nada que no intente y muy poco que no consiga. Su interminable desarrollo tiene sin duda más que ver con el cuidado y con la ambición que con la falta de ideas: la visión del juego es amplia, pero también clara y directa. Con esta inesperada y fantástica segunda juventud de los plataformas en dos dimensiones, uno puede ver aquí algo de recopilatorio donde todo vale porque la gracia está, precisamente, en demostrar la plasticidad del género.
Directa, graciosa y efectiva a la hora de presentarse, la aventura empieza con problemas para el barco tripulado por el protagonista y sus colegas, que acaban naufragando en una isla poblada por gatos. Gatos de los malos. De los que secuestran a la gente y la obligan a participar en mortales carreras de obstáculos que ellos, putos gatos, disfrutan desde sus asientos. Como uno de esos muchos prisioneros, nuestro objetivo es claro: superar todas esas pruebas para poder liberar a los amiguetes y volver a casa.
Muy bien, sí señor, esta forma de entender el coleccionismo. Intentar comprar las más de 300 cabezas —mucho homenaje, mucho dibujo simpático— es una locura, así que la gracia está en un sistema de intercambio de cromos bastante apañado, para facilitar los tratos con desconocidos.
La línea que dibuja esa evolución es siempre correcta, por dirección y por pendiente, aunque parece terminar un poco antes de lo debido: no ofrece nada mejor que los caminos de ida y vuelta —un par de capítulos antes de la conclusión, creo recordar—, ni la dificultad llega a convertirse en aliciente. Con las pruebas opcionales contrarreloj o el modo Desvarío, que elimina los checkpoints, la cosa sí se pone más interesante.
La sutileza con la que se adapta a un segundo jugador es seguramente lo más destacable del diseño de niveles. A su vez, ese modo cooperativo acaba siendo la más apetecible de todas las opciones que ofrece el multijugador. Podemos darle las gracias a la mejor parte del control, a un doble salto permisivo y versátil, o echarle las culpas a un repertorio de golpes tosco y a unas armas poco intuitivas. El resultado es el mismo, insisto: esa parte de acción tiene gracia cuando sirve para putear a un compañero o para impulsarle con una llave de judo, pero no funciona tan bien como debería en los varios modos competitivos, de dos contra dos.
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Un análisis muy acertado, a mi juicio.
Yo sí que disfruté mucho de los anteriores trabajos de The Behemoth, y soy un aficionado a las plataformas 2D desde que tengo uso de razón. Con BBT me pasa algo curioso: Es el estilo visual el que me echa mucho para atrás.
Soy consciente de que en el gameplay puro y duro, poco o nada tendrá que ver este estilo visual, pero los escenarios, la presencia del bloque cuadrado como unidad única de construcción de niveles y la poquísima variedad temática que se le adivinan hace que uno no pueda por menos que suspirar recordando tiempos pasados.
Es un síndrome (el del diseño de niveles soso en lo artístico) que por desgracia se viene repitiendo demasiado en ese renacimiento 2D, que ha confundido el uso de patrones con la repetitividad más nauseabunda, y que hace que juegos que pudiesen estar en mis all time favorites ocupen sólo un espacio en la biblioteca de Steam o el disco duro de la consola.
Por lo demás, muy entretenido de jugar, la verdad.
Es entretenido, divertido y muy bonito. Me ha gustado mucho.
A ver si con un poco de suerte este sale también en Steam
No está mal, pero me pasa como al Sr Gris, el estilo no es malo, pero no conecto y me tita patrasss, igual q con Castle Crashers