Análisis de Bionic Commando: Rearmed 2

Cauto optimismo. Esa era la sensación que me recorría al bajarse el juego mientras recordaba el glorioso tráiler de la primera entrega y las voces me repetían que Bionic Commando: Rearmed había sido algo excepcional, que no se volvería a repetir. Como la vez que toqué una teta humana. Así que, bueno, cogí el mando dispuesto a ver qué han parido en Fatshark y bueno, se trata de un juego de despachar robocs y nazis con uniformes chillones controlando a una mezcla de Robocop y el primo escocés de Tarzán. Todo en orden hasta aquí, con los ingredientes básicos de un Bionic Commando de scroll lateral, pero ¿hay novedades? Pues claro que las hay, si no el juego se llamaría Bionic Commando: Rearmed: Rearmed. Si es que hay que explicároslo todo, cágonlaleche… Han pasado un par de años y los suecos encargados de hacer volver a Spencer ya no se encuentran tan atados por tener que rehacer un juego de NES, así que han refinado el control del balanceo con el brazo, y, la gran novedad, Spencer ahora tiene un bigote biónico que le permite saltar. Pero tranquilos, amigos puristas, los niveles están pensados para que se puedan completar sin saltar gracias a un diseño que ofrece más rutas posibles. A su vez, ha añadido cierta rejugabilidad fomentando la exploración del entorno en busca de mejoras para las armas y nuevas habilidades —de las cuales acabaremos usando sólo el regenerador de vida, todo sea dicho—. Junto con el salto, otro de los cambios respecto al original encaminados a hacer el juego más accesible es cierta reducción de la dificultad, con un plataformeo menos milimétrico y puntos de control repartidos más generosamente. Ojo, las más de veinte fases del juego siguen sin ser un camino de rosas, pero ya no notas cómo te ha crecido el pelo en el pecho al terminar una. Por suerte, siguen estando las salas de desafíos como modo extra en las que poder tirarnos de los pelos al no alcanzar la siguiente plataforma por un puto píxel. Y eso, a pesar de que una incipiente úlcera diga lo contrario, se agradece. Por su parte, los jefes finales están bien pensados, aunque podrían haber metido alguno más ((SIEMPRE debería haber más jefes finales)) y los personajes que nos encontraremos no van muy sobrados de carisma en sus líneas de diálogo y diseños. Pero qué narices, hay un clon de Ed Harris rondando en el juego, así que todo queda perdonado. En lo referente a la presentación del juego, la banda sonora, aunque algo escasa, sigue ofreciendo canciones de toque retro muy pegadizas. Gráficamente cumple de sobras, con entornos variados, aunque a veces se abusa del paisaje medioindustrial. Los únicos problemillas, al menos en la versión de 360, son el tearing constante y la caída en el número de imágenes por segundo —60 estables, en el resto del juego— durante cierto enfrentamiento con un final boss. Para quienes no lo hayan jugado y no tengan miedo al reto que supone, sin duda Bionic Commando: Rearmed es una mejor opción. Para quienes ya se hayan pulido la primera parte y necesiten más, a pesar de algunos fallos, Rearmed 2 es un muy buen plataformas con una mecánica sólida y un diseño de niveles que invita a profundizar en ella. Tal vez no nos encontremos ante la teta redonda y perfecta que fue la primera parte, pero Bionic Commando: Rearmed 2 sigue ofreciendo una experiencia muy disfrutable. [7]