XX de agosto de 20XX
Este verano ha regresado aquella sensación. Otra vez esas ganas de volver a los videojuegos de aventuras que adoraba de pequeña, de sentarme frente al PC a resolver puzles para intentar olvidar el sofocante calor. De nuevo esa necesidad de escapar a lugares lejanos, de explorar tierras inhóspitas y desentrañar misterios. Es posible que solo esté usando la nostalgia como una vía para evadir el asfalto y aferrarme un poquito más a ese mar al que hoy digo adiós. Pero en estos momentos en los que las (siempre breves) vacaciones tocan a su fin, he tomado la decisión de comenzar Call of the Sea.
Aunque llevaba en mi lista de pendientes desde su lanzamiento a finales del 2020, ha sido ahora cuando ya no he podido resistirme más a su llamada. La idea de viajar a una intrigante isla del Pacífico Sur junto a Norah Everheart, su protagonista, me parece más atractiva que nunca, al igual que su premisa que bebe del pulp y de los relatos de Lovecraft. En 1934, una mujer emprende un largo trayecto para encontrar a su marido Henry, quien dejó de escribirle cartas hace meses. Lo último que sabemos de él es que su búsqueda de la cura para la extraña enfermedad que está consumiendo a su amada lo ha llevado a un islote cerca de Tahití. A pesar de su frágil salud, ella se dirige con sus últimas fuerzas a esa misma ubicación, en la que comenzará nuestro recorrido.
En mi caso, la travesía tendrá que esperar hasta mañana, cuando haya deshecho las maletas. Pero tengo claro que este primer juego del pequeño estudio Out of the Blue, asentado en Madrid, cuenta con elementos de sobra como para cautivarme. Pese a lo que pueda parecer por su reciente creación, la compañía tiene un gran bagaje a sus espaldas, pues su reducido equipo lleva años trabajando en la industria. En fin, que la obra editada por Raw Fury promete y yo estoy deseando echarme al mar para llegar cuanto antes a tierra firme.
XX de agosto de 20XX
Había olvidado lo mucho que me marea montar en barco, al menos, siempre que lo hago en primera persona. Por suerte, tras la desubicación inicial, Norah y yo hemos llegado a salvo a la orilla perfecta de esa peculiar isla. Como sabía que en algún momento lo jugaría, no había querido leer demasiadas reseñas y no tenía muy claro qué iba a encontrarme, si un walking simulator o una aventura gráfica. En realidad, tiene elementos de ambas, pero su verdadero eje central son los rompecabezas, pues sólo a través de ellos se avanza entre los seis capítulos que conforman la obra.
Tengo que estar muy atenta para no perder detalle y resolver los puzles, aunque afortunadamente Norah está pendiente de todo y toma nota por mí. Ella también deja registro de lo que le ocurre en su diario. Quizá de forma demasiado precisa, porque siento que en estas primeras pruebas no me ha dejado sacar mis propias conclusiones o siquiera plantearme en qué elementos residía la clave. En cualquier caso, he conseguido seguir los restos de uno de los asentamientos de la expedición de Henry y estoy empezando a vislumbrar que este lugar oculta mucho más de lo que pueda parecer a simple vista…
XX de agosto de 20XX
Hoy me encontraba con energías, por lo que he podido avanzar más en mi viaje. El entorno es muy agradable, con una brisa fresca y un sol abrasador que hace que todo reluzca y se sienta real. La soledad de la isla se contrarresta con la presencia de Norah. Sus pensamientos se convierten en los míos y su agradable voz me hace disfrutar de sus monólogos internos. A veces creo que es muy reiterativa o que tarda demasiado en llegar a las mismas deducciones que extraigo yo de las ruinas y residuos con los que nos vamos topando, pero me gusta que no me atosigue con pistas y que me deje progresar a mi ritmo.
Debo reconocer que hoy ha habido alguna ocasión en la que notaba tensa la mano sobre el ratón y hasta se me han erizado los cabellos en la nuca. La atmósfera por sí misma genera cierta inquietud, suficiente como para hacer que me quiera dar prisa en algunos puntos o para obligarme a girar para comprobar que nadie me sigue. No importa, porque este sitio no pierde ni un ápice de su belleza cautivadora, hasta el punto de que de vez en cuando me detengo a observar el entorno. De todas formas, necesito avanzar, tengo que seguir prestando atención a los documentos, mecanismos y cartas que se cruzan en nuestro camino, porque noto que estoy cerca de una gran revelación.
XX de agosto de 20XX
No quiero hablar de lo que he descubierto. Todavía quedan flecos por resolver, pero tengo un pálpito sobre cuáles pueden ser los siguientes pasos y acerca de las verdaderas razones detrás de toda esta expedición. Tampoco es que se hayan producido grandes revelaciones o cambios drásticos; no va de eso la cosa, ni le hace falta. Entre los tintes oníricos y la exploración del entorno —en estos capítulos intermedios, más amplio, sorprendente y absorbente que nunca— para atar todos los cabos, la travesía está siendo coherente.
Todos nuestros pasos nos han llevado a este punto y siento que el final está cerca. Echo de menos tener más localizaciones que analizar, pero es cierto que no podría alargarse mucho más el viaje. A estas alturas, sé lo que puedo esperar de algunos rompecabezas, aunque eso no quita que me haya quedado bloqueada ante algunos de los puzles, que me han hecho recorrer más de una vez la misma porción de terreno hasta dar con la clave, ya sea por ingenio o por pura suerte obtenida a través del ensayo y error. Con la gratificación de haberlos resuelto y el intenso mareo que me provoca jugar en primera persona, lo dejo por hoy.
XX de agosto de 20XX
Tengo un pequeño nudo en la garganta, esa presión tan habitual cuando una travesía llega a su fin. Por mucho que hubiese estado disfrutando estos días del ratito que le dedicaba a Norah, no imaginaba que su aventura me acabase conmoviendo tanto. No lo hace por original o sorprendente, pues es posible que todo te suene familiar y vagamente conocido. Sin embargo, Call of the Sea se sirve de estas piezas para construir un relato lineal de apenas seis horas, que funciona como el engranaje de una cajita de música, ofreciéndonos una historia que parte de un romance para narrarnos un viaje de autodescubrimiento salpicado de misterio, fantasía y salitre.
Me da pena que la cinetosis haya condicionado mi experiencia, obligándome a jugar muy poco tiempo de seguido, aunque esto también me ha llevado a encarar la travesía con una calma que le ha sentado bien al juego. Más allá de los mareos, de ciertos bugs que en ocasiones llegaban a ser frustrantes cuando impedían interactuar con los objetos y de algunas reticencias iniciales, es indiscutible que la construcción del universo es excelente, tanto por el mundo que vemos —vibrante, magnético, colorido y fascinante— como por la relación entre los dos protagonistas, a lo cual ayuda el excelente trabajo de voces de sus actores, Cissy Jones (Life is Strange, Firewatch) como Norah y Yuri Lowenthal (Peter Parker en los juegos de Insomniac) encarnando a Henry.
Ha sido un gustazo caminar por la isla, entre sus parajes submarinos y sus peculiares montañas, sobre todo porque a su belleza visual se suma una ambientación sonora que hace que la experiencia sea más inmersiva. Junto al hecho de escuchar las olas rompiendo o la tormenta inminente, también nos encontramos con una banda sonora delicada, que sabe camuflarse cuando hace falta y destacar si es necesario. Con todo esto, desplazarse entre los distintos niveles de la propuesta resulta más que placentero.
En general está bien medida la dificultad progresiva de los puzles, que se vuelve más compleja a medida que avanzamos. Pese a que en ocasiones esto haga que no sea sencillo llegar al punto correcto, se agradece que puedas seguir recabando información, observando los alrededores e incluso trasteando los puzles siguientes mientras descubres cómo resolver el que te falta. Lo mejor es cómo todo se siente orgánico dentro del universo, pues cada rompecabezas se entrelaza con el entorno y con el relato.
Por todo esto, Call of the Sea ha conseguido calmar mi sed de videojuegos de aventuras con aroma noventero. Aunque tiene muy claros sus referentes y no busca inventar nada, consigue llevar la fantasía lovecraftiana y los puzles tradicionales a su propio terreno, hasta crear una aventura sobrenatural con un fuerte sabor terrenal. En una historia en la que los sentimientos y el ingenio son tan importantes, se agradece acabar con la misma sensación con la que terminan las vacaciones: con la impresión de haberlo soñado, con la certeza de haber disfrutado a pesar de todo y con la seguridad de que quieres repetir cuanto antes. Por tanto, habrá que esperar para ver con qué nos sorprende Out of the Blue en el futuro.
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Buen texto 🙂
Vaya, el empujoncito que necesitaba para ponerlo a descargar ya mismo.
¿No habíais hecho ya este análisis? Me suena un montón.
En cualquier caso está muy conseguido, ¡buenos párrafos!
A ver si antes del día 30 le consigo dar un tiento a este Call of the sea.
@fnxvandal
Marta, sino habia hecho análisis, al menos había hablado en el podcast y escrito sobre él. Recuerdo que le fue una decepción y no le gustó mucho que digamos. Asi que ahora tenemos dos opiniones opuestas bien fundamentadas 🙂
¡Me gustó mucho! Aunque hubo un par de puzzles que se me atascaron. Pero lo pasé muy guay.
Muy buenas a todos!
Qué bonita casualidad que justo se haya publicado la critica a este juego, lanzado en 2020, cuando yo me lo terminado con mi pareja, totalmente inexperta en el mundo de los videojuegos. Ha sido una grata sorpresa para ella y creo que supone una buena puerta de entrada para aquellos que no tengan ningún bagaje en el medio. Es bastante accesible, cómodo en ritmo y dificultad, aunque irregular, a mi parecer, en el diseño de algunos puzles y en el estilo narrativo.
Lo dicho, me quedo con la bonita casualidad de que mi pareja haya conseguido pasarse su primer videojuego conmigo y que ese videojuego justo reciba una reseña de mi portal de videojuegos favorito, que tantas veces me ha acompañado. Un bonito vínculo que me llevo. Un saludo!