Análisis de Dark Void

Existe la creencia errónea de que Dark Void es un mal juego. ¿Cuándo dejaron de molar los juegos con jetpack? ¿No son los jetpacks lo más molón del mundo? Debo de estar haciéndome viejo, porque para mí un jetpack significa automáticamente varios puntos más en la nota. Pero no nos emocionemos: hablaba de que Dark Void es considerado malo, y no comprendo muy bien por qué. Recientemente, en una web que quizá conozcáis, un usuario afirmaba lo siguiente: «ningún juego se merece un 6 a no ser que sea un bodrio». Decía que poner a un juego un 6 era no ser objetivo, que cuando uno da una nota la da «imparcialmente», le guste el juego o no (esto no lo entendí exactamente). Bueno, Dark Void es un juego de 6, ya sabéis la nota, ya podéis volver a casa. Pero eso no quiere decir que sea un mal juego; nada más lejos de la realidad, es un juego mediocre, sosote, que no invita a ser rejugado ni recomendado. Veamos por qué no es un mal juego, antes de poner la voz en el cielo. Gráficamente, por quitarnos lo más incómodo nada más empezar, no es espantoso pero tampoco es gran cosa; es más, es una víctima más del Unreal Engine, con todo lo que esto conlleva (¿alguien ha oído hablar de esas texturas tan incorregibles, esas canallas?). Se defiende en las fases cerradas y en las más abiertas, las que tiran más de vuelo (¡jetpack!), sin nada que impresione y sí con alguna cosa que resulta un poco turbadora, como las pequeñas explosiones que forman los disparos al impactar en los enemigos. Algunas animaciones son un poco cutres, la expresión facial de los personajes tiene algo que no termina de encajar, en fin, no brilla pero tampoco es una losa este apartado técnico tan mediocre. (Como pequeño apunte, la versión de PlayStation 3 tiene unos tiempos de carga ligeramente superiores, lo que no parece molestar al principio pero que con el tiempo se nota; habiéndolo jugado en Xbox 360, los tiempos de carga de PS3 resultan realmente tediosos.) La música es bastante más espantosa, todo sea dicho de paso. Pero lo importante en Dark Void, lo que hace que me ponga tan de su lado, que lo mime tanto y que vaya a tratarlo tan bien en este análisis, es cómo se juega. Dark Void es a Uncharted 2 lo que un hijo es a su querido padre: un constante imitador, alguien que trata de imitar en todo los pasos del otro y que no sólo no es mejor en nada, sino que no lo intenta. Es el niño que intenta clavar un clavo imitando a su padre y se golpea el dedo con el martillo; ese niño rebelde que se pone una cresta para demostrar su rebeldía hacia el modelo paterno, pero que en el fondo sabe que se parece mucho a él. Las crestas de Dark Void es el jetpack y la verticalidad. Sobre el primero hablaremos luego; hablemos antes de lo segundo. Como ya dije en las primeras impresiones, lo único bueno que tiene ese horror con texturas que es Damnation es la adición de cierta verticalidad en los escenarios, dimensión que casi nunca se explora. Dark Void añade al sistema de cobertura tan explotado últimamente el componente vertical: las coberturas, además de sobre tierra firme, pueden usarse en plataformas enclavadas en muros de piedra, por ejemplo, o en altísimas estructuras metálicas. Es algo muy interesante y que realmente se complementa muy bien con el jetpack, amén de aportar cierta variedad que le va de perlas al juego, que de otra forma quizá no resistiera ni una partida completa. El jetpack es la guinda de este pastel vertical que propone la jugabilidad de Dark Void. Lógicamente, dependiendo tanto de lo vertical hay que dar al jugador alguna ayuda para que no sea un infierno recorrer los mapas, y esta ayuda es la mochila con propulsores que Nikola Tesla diseña en el alocado mundo que nos presenta Dark Void. Volar y planear con el jetpack resulta un complemento bastante divertido a la jugabilidad (que, como ya hemos dicho, imita punto por punto a Uncharted 2), aunque tiene sus brechas: no resulta del todo fácil manejar con precisión el vuelo y hay algunas cosas incomprensibles, como por ejemplo el ridículo acelerón que pega el personaje cuando activamos el jetpack, que en muchas ocasiones nos lleva a morir estampados contra una pared sin haber tenido oportunidad de hacer nada para evitarlo. Cuando volamos en terreno abierto, la cosa es un poco más complicada. A priori no hay nada malo: los combates aéreos suponen un refrescante stop entre las fases a pie, podemos robar naves enemigas en pleno vuelo, en muchas ocasiones no existe «cambio de fase» propiamente dicho entre combate aéreo y fase a pie, sino que simplemente cambiamos el modo de vuelo del jetpack y nos posamos en el suelo… todo es bastante fantástico sobre el papel, pero a la hora de la verdad no es tan bonito: los combates aéreos a veces son un peñazo y cortan mucho el rollo, robar naves enemigas es tedioso y tira de QTEs más bien rancios y el ritmo vuelo/caminar no está tan bien medido como debería. Esto realmente le resta muchos puntos a Dark Void, cuyo ritmo decae a medida que avanza el juego hasta el punto de tener una primera parte bastante rejugable y divertida, un nudo simplemente normal y un desenlace al que no da ningún gusto llegar. La historia tampoco es un motivo para continuar hasta el final: un batiburrillo formado por extraterrestres, pilotos de aviones de guerra, una especie de mayas, Nikola Tesla y el Triángulo de las Bermudas más bien insulso, nada interesante en cualquier caso y generalmente aburrida. Otro detalle que hace pensar en que el equipo de desarrollo no estuvo muy fino, algo que no siempre se tiene en cuenta pero que afecta bastante a la impresión final del producto: los logros están realmente mal pensados, son un disparate en sí mismos. Que Ferrán Adriá pruebe mis espaguetis con queso y considere que son tan buenos que me pagará 400 euros por día por cocinarlos para él durante el resto de mi vida es un logro; que yo me haga mis espaguetis con queso y me los coma durante 400 días no es un logro, es inevitable si no dejo de cocinar espaguetis con queso. Así, si hay una parte del juego en la que inevitablemente matamos a 25 enemigos seguidos porque no hay otro remedio, poner un logro que sea matar a 25 enemigos seguidos es una mala idea. Esas pequeñas malas ideas aparecen a lo largo de todo el juego, y son de las que no te arruinan el juego pero sí que hacen que la experiencia sea considerablemente peor. Así pues, ¿por qué Dark Void merece la pena? O mejor, ¿cuándo merece la pena Dark Void? Dark Void es un clarísimo ejemplo de juego de 15 euros: cuando lo ves de segunda mano o de oferta por 15 euros, no pica comprarlo y de hecho descubres, gracias a ese pequeño esfuerzo extra que solemos hacer con los juegos por los que hemos pagado, que no está tan mal: que es moderadamente divertido, que no deslumbra pero tampoco deja ciego, que por algún motivo te matan y te matan y sigues jugando, algo te mueve a continuar. No es algo muy preciso ni definible, pero Dark Void lo tiene. Es un juego que en nada destaca: planteamiento trillado, historia trillada y absurda, gráficos trillados (nunca mejor dicho: pobre Unreal Engine); y nosotros, jugadores resabiados, a pesar de ello le damos una oportunidad y resulta que no es tan malo, oye. Efectivamente, es de 6 y no es un bodrio; simplemente hay que saber cuándo comprarlo, y ahora, por 60 euros, no es aún el momento. [6]