En How to Do Things with Videogames, Ian Bogost cita al crítico cultural Neil Postman en relación a cómo «tecnologías concretas cambian el estilo y calidad de vida» de una sociedad; escribe Postman que «si eliminas a la oruga de un hábitat determinado, no te quedas con el mismo entorno menos las orugas: tienes un nuevo entorno, y has reconstituido las condiciones de la supervivencia». Hay muchas orugas en Diablo III. Blizzard ha tardado un par de años en terminar de quitar las que no iban bien y poner las que hacían falta; en ese sentido, Reaper of Souls y la última actualización grande, que eliminó la Casa de Subastas e hizo una serie de cambios profundos en varias áreas importantes del juego, podrían marcar el momento en que Diablo III pasó a ser otro juego, y no el mismo menos las orugas.
Puede que la eliminación de la Casa de Subastas haya sido lo más sonado, pero no es el cambio más importante que ha sufrido Diablo III, ni el que mejor le sienta. La manera en que se ha resuelto, por ejemplo, la progresión fija de los personajes, una de las novedades que peor sentaron a muchos jugadores, es mejor de lo que esperaba; me convencen bastante las alusiones al ritmo que hacía Jesse McCree, lead content designer de Reaper of Souls, en la entrevista que le hicimos a raíz del lanzamiento de la expansión. El rediseño del drop, por ejemplo, y la Mística, el nuevo personaje con el que podemos modificar las características mágicas (y el aspecto: ideal para los que quieran ir conjuntados, y una muestra de la prioridad que da Blizzard a los efectos de los objetos sobre su aspecto) de nuestro equipo, van por ahí: llevar a nuestro personaje por el lado que más nos convenza sin tener control directo sobre sus atributos.
No funciona mal, la verdad; entre estos cambios, los niveles de Paragón y los diez niveles adicionales (el límite estaba hasta ahora en 60; con Reaper of Souls podemos subir hasta el nivel 70), hay motivos para volver a calzar hachazos incluso sin tocar el nuevo personaje, el nuevo acto y el modo Aventura, las tres novedades principales de la expansión. Una de las cosas que hace bien Diablo es tener un cierto sentido del humor que lo hace especial: ese que no le impide lanzarnos a la cara a cien enemigos de colorines y crear una coherencia muy de mundo de videojuego, muy vieja escuela, donde se respira cierto aire de todo vale, donde prima la diversión por encima de todo. Nada que objetar en eso: tal y como está el juego a día de hoy, cualquier partida es divertida y tiene sus recompensas; no se siente como el pasatiempo vacío y no demasiado provechoso que podía llegar a ser en sus inicios.
Hay un quinto acto, decía. El nuevo capítulo ambientado en Westmarch merece bastante la pena: es grande, tiene un buen puñado de misiones secundarias y viene con unos cuantos jefes finales que mejoran considerablemente lo visto en los actos del juego principal; ahí nos encontramos con la Mística, también, y aunque a nivel argumental sigue no queriendo meterse en más jardines de los que puede (la cosa va de ir para aquí y para allá como excusa para combatir) es un acto variado y bien diseñado, dividido en partes bien diferenciadas que acaban dando al acto quinto un empaque y una entidad muy de agradecer.
Cuando lo terminamos de exprimir, este acto se añade al modo Aventura, una nueva forma de jugar que nos propone misiones aleatorias que podemos hacer en el orden que queramos, moviéndonos libremente por todos los portales de los cinco actos. Cada vez que iniciamos sesión se generan cinco misiones, con sus recompensas de oro y experiencia, en cada acto; cuando las terminamos, Tyrael nos espera en el pueblo para darnos otra recompensa por terminar todos los encargos del acto. Uno de los objetos más importantes que recibimos son los que nos permiten abrir Fallas Nephalem, portales a mazmorras generadas al azar en las que tenemos que eliminar enemigos hasta invocar a un jefe; de nuevo, terminar las Fallas nos da más oro, más experiencia y más objetos. La objetivo está claro: que nunca nos quedemos sin cosas que hacer, que repetir y repetir y repetir las mismas áreas, por muy aleatorios que sean los mapas, tenga un porqué y una guía, que nunca sintamos que estamos repitiendo por el mero hecho de repetir.
Personalmente, llevo unos días jugando solo al modo Aventura; en gran medida es por las Fallas, muy divertidas de jugar y muy interesantes de ver: aquí lo que se genera al azar no es solo el mapa, sino que el juego elige de forma aleatoria texturas, enemigos e iluminaciones, con resultados de todo tipo. Son mazmorras enormes y de las que no sabes qué esperar; son otro ejemplo de ese sentido del humor del que hablaba antes, áreas en las que Blizzard hace malabarismos con su propio juego, llevando un paso más allá lo que tiene Diablo III de divertido, de alocado. Durante la campaña, hay momentos en los que Diablo III todavía quiere tener algo de sentido narrativo, dar una coherencia y una densidad a su mundo y a su lore; una vez esto queda a un lado, básicamente cuando la terminas por primera vez, el resto es todo juego: el lore pasa a ser equivalente a las piezas de puzzle de Donkey Kong; los enemigos, de una forma similar a lo que puede ocurrir en Bayonetta, pasan a estar ahí para nuestro uso y disfrute, e importa más que sean divertidos de matar que cualquier otra cosa. Las Fallas Nephalem son la culminación de esta idea: todo es aleatorio porque lo que importa realmente de Diablo es que matar a cientos de enemigos, repetir esa acción una y otra y otra vez, sea siempre divertido. Diversión drone.
La trifuerza de novedades se cierra con el Cruzado, el nuevo personaje que se une al plantel. Es un tipo que no le tiene miedo a recibir palos y a meterse en líos; no es el personaje más fuerte ni el más rápido, pero tiene una serie de habilidades que lo hacen útil para mantener en pie al resto del grupo, si jugamos en multijugador, o a mantenerse vivo él mismo mientras atiza sin piedad a los enemigos. Es un personaje bien equilibrado, que compensa sus faltas con otros puntos fuertes que le permiten volverse muy robusto en situaciones límite o anular a los enemigos para luego aprovechar los ataques de área y causar daño serio a grupos grandes. No a todo el mundo le convencerá su forma de ser jugado (algo que no es exclusivo de este nuevo personaje: todos tenemos preferencias entre los personajes originales), pero es agradable comprobar que Blizzard ha conseguido darle una personalidad y un estilo tan propios al nuevo personaje.
Al final, tantos meses después, Blizzard ha conseguido con Diablo III: Reaper of Souls lo que todos esperábamos. Es un juego terriblemente divertido, infinitamente estimulante, amplísimo y lleno de detalles magistrales; lo que han aprendido desde el lanzamiento, con una versión para consolas por el camino, les ha llevado a pulir lo que fallaba, añadir lo que faltaba y eliminar lo que no hacía falta, y ahora sí: ahora ya no hay ningún motivo para no jugar a Diablo III. Puede que lo que hizo mal Blizzard sea demasiado para que se ganen la redención solo con esta expansión, pero cuesta ponerles mala cara ahora, mientras quemamos horas y no podemos parar de jugar. Han tardado su tiempo, ya digo, pero merece la pena volver a darse un paseo por el nuevo Santuario, probar la actualización, quizá darle una oportunidad a la expansión; hay muchos clics que hacer, y más motivos que nunca para hacerlos. [9]
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Decir que ayer jugue con @rojovelasco unas fallas y nos lo pasamos teta, entre toda su marabunta de bichos y meteoritos y un monje amigo suyo comiendose las hostias 😀 Ha mejorado el juego una barbaridad desde su inicio, si.
Tengo la expansión desde que salió y me parece tremenda. El acto V le mete un cambio tremendo a la ambientación de Diablo, la banda sonora es buenísima, pero la chicha de RoS es el modo aventura, el cual pienso que hace que Diablo 3 sea un juego infinito. Solo me falta probar al cruzado, que según lo que veo, es una mala bestia.
Justo acabo de terminar el acto V. En su salida (Diablo III) no me llamó la atención, pero tras leer algo de los cambios que han hecho tras la actualización y de escuchar decir que esto volvía a ser Diablo, me animé. Y menos mal, porque vaya vicio.
@arthok @rojovelasco cabritos, pero con cariño y desde el respeto. 😀
Yo me metí ayer me hice 15 contratos y 2 fallas, esta mañana 10 contratos y 2 fallas, ahora mismo estoy arrancándolo.
@frgbont Cabrito yo que vi caer 3 legendarios en 2 fallas XDDDD
Y a ver si me agregas! >:( Asi te aviso tmb!
Ah, vale, ahora entiendo por qué no había tiempo para analizar como dios manda ese GOTY para ciertas publicaciones llamado Path of Exile…
@mio_tony
Dame dos años y lo tengo listo.
Buen análisis y muy detallado. Me gusta lo que leo.
Y como @chiconuclear me lo recomendó ya cuando hablé con el en la anaitfiesta pues solo no dudé en hacerme con él, sino que me agencie la edición coleccionista. Tan solo he jugado unas pocas horas, pero se nota que los pequeños cambios que ha sufrido Diablo 3 eran lo que necesitaba para poder calificarlo de excelente.
La verdad es que pensaba que llegaba extremadamente tarde (se han tirado lo suyo para hacer una expansión). Pero tengo que decir que el juego mejora mucho mucho, el cruzado es la ostia y el nuevo acto es genial, lo han dejado mucho mas fino todo de cuando yo jugaba, hace ya más de un año, y da gustazo jugarlo.
Por criticar algo… no perdamos la costumbre :P, decir que se hecha de menos que la última cinemática del juego no sea CG, que me han puesto 10 imagenes guarrillas y me puteo un poco, esperaba ver algo mas molón :P.
Suscribo completamente el análisis de chicon. Diablo III se dejo de tonteras, y con la expansión y el loot 2.0 (que no es perfecto, pero muchisimo mejor que el anterior sistema), se siente más Diablo que nunca.
Lo único que no me sigue cuadrando es estar siempre conectado. Con este punto sería un juego perfecto.
@tardazor
Lo de la conexión me toca los cojones mucho cuando se me cae una partida (el otro día volví al pueblo antes del jefe de una falla y me echó del juego: adiós a la puta falla), que por suerte ocurre suficientemente poco como para no poder quejarme, pero la semana pasada estuve de viaje y tener todo mi juego en cualquier ordenador me dio la vida. Técnicamente me quitó la vida porque estuve jugando en lugar de disfrutar del viaje, pero vaya, se entiende.
@chiconuclear
Nice one sir.
Solo he jugado a la demo de diablo3, esta bien pero no me termino de enganchar como si hizo torchlight 2
@petete_torete
A mí me jodieron bien porque ya no rula el 2 en Mac, y me suele dar una pereza eterna pasar a Windows solo para jugar. Tengo pendiente volver a jugar los dos primeros, en todo caso, que me apetece un poco de catedralita y una partidilla con el Druida.
Ufff que pereza….!!!!! 🙄
Compré el juego de salida y aún habiendo cosas que no me convencían, como la distribución automática de los puntos de experiencia, me pareció un muy buen juego y le dediqué unas 30h a pasarme la historia. El poder cambiarte la build en cualquier momento, lejos de ser una concesión para los mancos, me parece que es una gran idea que permite modificar totalmente tu personaje dependiendo de las situaciones.
Después de muchos meses de descanso, volví a instalarlo poco antes de la expansión y el cambio que ha pegado es BRUTAL. En fin, que llevo un vicio al juego insano. Y más ahora que lo estoy jugando con un amigo.
Que ayer lo probé y en 4 horas ya estaba en el nivel 22 en Hard con el crusader y todavía no paso el primer acto.
Me pareció que está mas fácil, pero igual desbalanceado: esos enemigos que van dejando fuego en el camino me mataban muy rápido.
Pero el looteo es harto mas inteligente, y eso se agradece 😀