Cuando te planteas hacer un juego basado en una película hay dos opciones: la
old school, que es hacer un plataformas majo que a veces acabe siendo recordado por sus propias virtudes más allá de la película en que se basa (Aladdin, El Rey León, Moonwalker) y la
new school, que consiste básicamente en darle la licencia a alguien y que vea qué coño puede hacer con ella. De esta segunda opción pueden salir tanto truños del tamaño de un mamut como juegos muy dignos y que merecen la pena. Casi siempre salen truños, por desgracia.
¡¡Hulk aplasta!!
Amaze Entertainment, los desarrolladores de esta versión portátil de Hulk, han optado por el plataformeo más sencillo. El problema es cuando la sencillez se confunde con la simpleza, y por desgracia El Increíble Hulk muchas veces no sabe por cuál de las dos decantarse. Imaginemos un muro: a un lado del muro está el paraíso de los juegos sencillos pero divertidos, con un diseño de niveles interesante, una curva de dificultad mínima que te hace dominar al personaje en las primeras partidas y que, sin cambiarte la vida o la forma de ver los videojuegos, son una experiencia placentera y muy digna para los viajes de bus o las horas muertas en casa. Al otro lado está el infierno de los juegos simplones, mal diseñados, demasiado complejos en su control por intentar más cosas de las que realmente podía abarcar y que generalmente no sólo no terminas sino que acabas utilizando como arma arrojadiza para matar ratones en un descampado. Pues este Hulk está haciendo equilibrismos sobre el muro con sus enormes y bastos pies, y encima con los ojos vendados. La historia que pudiera tener la versión para consola de sobremesa, historia que no era otra cosa que la de la película pero muy diluida, en este caso simplemente no existe. Las escenas de vídeo están extraídas directamente de la versión next-gen, pero ni siquiera tienen mucho sentido dentro de su contexto. Tampoco importa, vamos a reconocerlo. Lo que importa es que manejas a Hulk y en cada nivel existe una antena parecida a las del Canal Satélite Digital pero más rollo militar. Ese es el objetivo del juego: llegar a las antenas y destruirlas. Los niveles son extremadamente simples al principio, tanto que pueden echar atrás al jugador con poco tiempo que perder en superar cinco o seis pantallas malas de un juego en el que no tiene muchas esperanzas. Luego van siendo más complejos, más divertidos de jugar, algunos incluso tienen pequeños puzles, pequeñísimos, sí, pero que dan algo de vidilla al juego. Por el camino se te presentan, para que no todo sea caminar y caminar, unos soldados con bastante mala baba cuyo único propósito es matar al pobre Hulk. La variedad de los soldados está basada, como en Contra, por ejemplo, en la posición que adoptan. Está el soldado de pie, el soldado tumbado, el soldado que vuela con un jet pack; a veces incluso está el soldado de pie pero con armadura, que necesita más golpes para matarlo. Su tipo de disparo también varía dependiendo de cómo sean, y mientras que el soldado de pie dispara una bola morada y grande, los tumbados disparan ráfagas de bolas amarillas y más pequeñas.
¡¡El martillo de Thor sólo pone más cachondo a Hulk Hippie!!
Así, con esta dinámica de juego basada en saltar, dar puñetazos y encontrar el objetivo, el juego necesita ofrecer algo más para enganchar, algún aliciente. ¿Lo ofrece? Lo intenta, al menos, pero no es suficiente, me temo. En cada nivel hay unos ítems que representan la cara de Hulk y que, cogiéndolos, desbloquean nuevas apariencias. Hulk profesor, Hulk cavernícola, Hulk etc., etc., etc. Y en esta falta de alicientes para seguir jugando está su principal defecto: si no es por absoluta pasión por el personaje o por absoluta desidia o inercia, no lo terminas. Y si lo haces te decepcionas, porque con sólo 30 niveles (que duran alrededor de tres minutos, para más inri) divididos en tres mundos se te antoja un juego demasiado corto. Y mira que soy de juegos cortos, pero este es demasiado corto. En resumen, el juego no es malo, se deja jugar, en las primeras partidas incluso me sorprendió: ¡me estaba divirtiendo! ¡Y es la adaptación de una película que, para colmo, es también una adaptación! Al pasar 15 niveles la cosa ya no era tan divertida, pero las apariencias de Hulk aún me hacían gracia. En la recta final del juego la cosa empezó a perder la gracia a un ritmo preocupante, y cuando lo terminé no sentí nada. Me fumé un cigarrillo, miré la cabeza de Hulk a mi lado, en la cama, y le pregunté: ¿tú has llegado al orgasmo? Gruñó con potencia. Yo no he sentido nada, le dije. Porque es como un paseo por una ciudad supuestamente turística pero sin encanto, como una visita a un pueblo lleno de casas iguales y sin encanto. Al principio hace gracia y seguro que no es desagradable, pero al final te deja como estabas. Y las pantallas de agua son de lo más frustrante que recuerdo desde los primeros Sonic. Hulk podrá tirar abajo el Empire State, pero como nadador me quedo con Phelps.
Nota: 5
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