Análisis de Football Manager 2014

Primero fue Roman Abramovich con el Chelsea. Luego llegaron el Jeque Mansour bin Zayed Al-Nahyan de Abu Dabi al Manchester City y el catarí Nasser Al-Khelaifi al Paris Saint-Germain. Hay otros ejemplos como el Jeque Al-Thani del Málaga o el magnate Dmitry Rybolovlev del Mónaco, pero solo entre los tres primeros suman ya dieciocho títulos —dos de ellos en competición europea— en menos de una década. Decir que los nuevos ricos han revolucionado el fútbol moderno sería quedarse corto.

Señores chapados en oro y diamantes que almuerzan caviar de beluga albino del Mar Caspio, cenan solomillo de wagyu de Kobe masajeado tres veces al día con salsa de trufas blancas, y no sé qué cagan pero seguro que vale mucho dinero. Caballeros hechos a sí mismos a base de pozos de petróleo o suertudos nacidos en acaudaladas estirpes, no importa, todos tienen algo en común: consideran los equipos de fútbol un juego. Un juego de rol con mucha dosis de gestión donde ganar es el objetivo y perder auténticas fortunas es solo una molestia relativa compensada por los codiciados cromos que figuran en su plantilla. Y permitidme creer que en toda esta avalancha de traspasos enloquecedores, manguerazos de millones de euros y besos al escudo con la mirada fría han tenido mucho que ver los mánagers de fútbol —el género videojuerguista, no la persona— como PC Fútbol o el más internacional Football Manager.

El primer Football Manager data de 1992 —el mismo año en que nacía PC Fútbol—, se titulaba por aquel entonces Championship Manager, y estoy bastante seguro de que cambió la forma de pensar de muchos de estos multimillonarios. Gestionar una sociedad deportiva suena a ser el puto contable del gimnasio del barrio, pero estos mánagers sacaron a relucir la pasión contenida que esconden los números y las tácticas. Han pasado los años y en esta evolución Football Manager se ha vuelto más formal pero también más accesible, más complejo pero más comunicativo, pero sobre todo mucho, mucho más adictivo.

Detallar aquí los pormenores de la mecánica de Football Manager 2014 sería un ejercicio de rigor y chaladura que no estoy dispuesto a realizar, pero sí os puedo decir qué hace muy bien el juego, cómo lo hace y qué obtiene el jugador de ello. Desde el mismo inicio ya nos dejan elegir si queremos jugar a la versión simplificada del Modo Clásico (que también ha ganado profundidad) o si queremos zambullirnos en las mil posibilidades y estadísticas de la nueva versión. En apariencia son similares, pero en el Modo Clásico uno necesita atender muchas menos obligaciones y puede delegar gran parte de sus tareas. En el modo completo, el nivel de detalle con el que nos vamos a enfrentar queda claro nada más empezar cuando asistimos a una reunión con el presidente, luego otra con el staff técnico, otra con los jugadores y una última con los medios en forma de rueda de prensa. No se trata de elegir solo el mensaje, sino también el tono, y de comprobar la reacción de nuestros interlocutores. Demasiado pesimismo con el presidente puede hacerle creer que somos unos perdedores y minar su confianza en nuestras decisiones, y demasiado entusiasmo con la plantilla puede hacer que les parezcamos unos flipados de la vida o que se confíen y se relajen más de la cuenta.El diálogo es una constante en Football Manager 2014 y, aunque con el tiempo se vuelvan repetitivos y mecánicos, se agradecen las posibilidades que ofrece tanto cuando se nos presenta una tarea pendiente como cuando decidimos hablar personalmente en alguien. En mi primera hora de juego Marc Bartra me pedía una renovación de contrato y sus condiciones eran demasiado exigentes. Podía aceptar su oferta, rechazarla, negociar otras condiciones, rescindir el contrato, retrasar el acuerdo o sugerirle que le diese la patada a su representante. No hace falta deciros qué elegí. Al día siguiente recibía un correo donde Marc me agradecía el consejo y confirmaba que su agente ya estaba en la puta calle y que le parecía fenomenal su nuevo contrato exactamente igual que el anterior para los próximos cuatro años. ¡Viva!

La bandeja del correo electrónico es el centro de todas los operaciones, no solo porque nos notifica cada movimiento dentro del club, sino porque nos ofrece un atajo rápido a cualquier pantalla. Negociaciones, gestión del fútbol base y el filial, conversaciones con jugadores, supervisión de tratamiento a lesionados, jugadas ensayadas, cambios tácticos, jerarquías a balón parado, estados contractuales, informes de ojeadores, estados de forma, cesiones, listas de posibles fichajes, preparación física… todo. Si añadimos varias ligas a nuestra partida hasta nos llegarán las noticias futbolísticas de todos los países y sus selecciones, algo que se puede personalizar a través de suscripciones. Por ejemplo, si no queremos saber todo lo que pasa en la Premier pero nos interesa enterarnos de cómo le va a Karanka en el Middlesbrough para echarnos unas risas, basta con suscribirse al feed de su club y estaremos al día de la actualidad más rabiosa.

En lo visual, este FM2014 no podría ser más sobrio. No tiene música, no tiene botoncitos que hagan ruido y ni siquiera tiene un sonido de notificación cuando llega un email. Todo son líneas rectas, limpieza, orden, concentración, etiquetas de colores, casillas equidistantes y desplegables de una rectitud casi institucional. Es completamente Safe For Work: si lo instaláis en el ordenador del trabajo vuestro jefe creerá que estáis enfrascados en una muy productiva batalla profesional contra el Factura Plus.

Es durante los partidos cuando todo se vuelve borroso y el simulador 3D demuestra que se quedó anclado en los noventa con un motor gráfico a pedales y animaciones de futbolín aunque, a pesar de sus despistes defensivos, hay que reconocerle cierta mejora respecto a versiones anteriores y un mayor realismo en las triangulaciones, el desplazamiento del balón y las jugadas individuales. Mención aparte merece la abismal influencia que se nos permite durante el partido, no solo haciendo cambios, sino regulando varias decenas de parámetros tanto tácticos como psicológicos. Hasta podemos dar charlas pre, post y durante el juego, y vigilar hasta el más mínimo detalle de nuestros jugadores, incluido el impacto de nuestras decisiones. Señalar el mal rendimiento de un delantero cambiándole pronto puede hundir su moral, pero también disparar la motivación de su sustituto y convertirle en un revulsivo que a su vez eleve la intensidad del equipo.

Es impresionante cómo Football Manager 2014 maneja las consecuencias de nuestros actos, directas o indirectas, inmediatas o a medio o largo plazo, y cómo nos da las herramientas para reconducir situaciones hacia el éxito o el desastre en todas las facetas de la gestión futbolística. O las negociaciones en tiempo real que permiten incluir multitud de cláusulas, condiciones, primas a intermediarios y definir plazos con una profundidad demencial. Si a esto le sumamos el excelso modo Desafíos (partidas condicionadas como salvarse del descenso en diez jornadas o ganar un título con una plantilla de niñatos o competir con jugadores muy propensos a las lesiones) y que no tardaremos en poder jugar el modo Clásico en Vita (con cross-save, incluso) sin tener que mordernos las uñas sentados en la taza del váter o en el metro, se hace difícil no considerarlo el mejor mánager de fútbol jamás concebido. Tal cual. [9]