Análisis de Godzilla: Unleashed (PS2)

El otro día, no me preguntéis cómo ni por qué, acabé sentado en la barra de un bar de carretera. El León Dorado, un sitio donde todos buscan algo: los camioneros, un poco de compañía; las putas, unos cuantos billetes; los camareros, sentido a la vida. Yo no buscaba nada pero acabé encontrándolo. Era rubia, era guapa, tenía buenas piernas. Si me preguntan, diré que siempre he sido más de piernas que de tetas, y esta tenía un buen par. No parecía una puta, desde luego, aunque por la forma en que acercó su taburete y pidió dos copas cualquiera habría apostado un dedo a que adivinaba sus intenciones. Me miró un rato sin decir nada. Las copas llegaron y seguía mirándome callada. Tocaba con el índice el borde de la copa, como tratando de sacar un sonido, hasta que al final me giré un poco y dije: —Podría preguntarte qué hace una chica como tú en un sitio como este, o podría tratar de adivinarlo y seguramente acertaría. —No me digas —dijo, tras una risita—. ¿Te atreves? —No me tires de la lengua —respondí—. ¿Cómo te llamas? —Parcialidad —dijo—. Ahora soy yo la que podría preguntarte qué anda buscando un chico como tú en un sitio como este, aunque algo me dice que a poco que me esfuerce podré deducirlo. —Vaya pico tienes, chica —dije mientras tocaba su pelo—. En realidad creo que ya he encontrado lo que andaba buscando. Salimos del bar y entramos en mi coche. Conduje unos cuantos kilómetros y paré en un área de descanso algo apartada de la carretera, cerca del río. Nunca había hecho algo así, así que lo mejor me pareció un sitio como ese. Cerré los ojos un momento y ella me empezó a acariciar la cara con el envés de la mano. Cuando abrí los ojos, ella seguía mirándome, sonriendo, como si no supiera a qué habíamos ido allí. Abrí la guantera y saqué el revólver. Le tapé la boca tan rápido como pude y, apretando el cañón fuerte contra su costado, disparé una vez; luego hice lo mismo pero en el pecho. Saqué el cadáver del coche y lo tiré al río. El asiento estaba un poco manchado, pero eso podía esperar. Volví a casa, tiré el abrigo encima del sofá y me senté frente al monitor. Ahora sí estaba preparado para hacerlo. Abrí el Word. Escribí: El otro día, no me preguntéis cómo ni por qué, acabé sentado en la barra de un bar de carretera. SKKRROAR Unos cristales aparecen misteriosamente en la Tierra y están ejerciendo una poderosa atracción sobre los monstruos gigantescos. Esto, quieras que no, es una putada porque medir 100 metros y pasear por el centro de Tokio son como el ron y el whisky: por separado bien, si los mezclas la cagas. La Fuerza de Defensa Global se pone manos a la obra para parar el por otro lado imparable avance de estos mastuerzos; los alienígenas, que tontos del todo no son, aprovechan el caos para mandar sus propios monstruos y finalmente CONQUISTAR LA TIERRA!!1OMGBBQ!1!! Esta es la excusa argumental para poner a Godzilla y compañía a patearse los traseros en las principales capitales mundiales. Antes de pasar al juego en sí, una cosa sobre el modo historia: está mal hecho. No sé qué han pretendido hacer, pero lo cierto es que está mal hecho por un motivo muy sencillo: es imposible no pasárselo. No es una hipérbole para decir que es muy fácil, es imposible no pasárselo porque ganes o pierdas, pasas a la siguiente ronda. Esto, por otra parte, no es inconveniente si el juego te gusta (puedes fliparte pensando que el argumento cambia dramáticamente si Godzilla resulta derrotado en una ronda determinada, pero NO es así). ¿Me gusta el juego? Sí, me gusta. Por eso para mí no es un problema que el modo historia sea desconcertante. Los que jugaran a Godzilla: Save the Earth pueden ir comentando sin leer el resto del análisis. El juego es exactamente igual; hay algunos cambios/mejoras, pero ninguno de importancia clave. Lo que sí es importante, BASTANTE importante es, básicamente, lo que ha tenido en vilo a los fanáticos de la lagartija atómica durante la pseudocampaña de hype que ha llevado a cabo Atari: los monstruos disponibles para partirnos la cara como si de la salida de Razzmatazz se tratase. SKREEONGK El número de monstruos disponibles es enorme. Podremos destrozar edificios en la cabeza de 26 monstruos distintos, un subidón considerable comparado con los anteriores juegos de Godzilla. Dos de ellos, como sabréis algunos de vosotros, fueron elegidos por los lectores de IGN y aparecen por primera vez en este juego. Están desde los más clásicos (Godzilla, Rodan, Anguirus –el trío inicial–, King Ghidorah) hasta otros no tan conocidos como Moguera o Titanosaurus. En este aspecto hay detalles bastante agradables, como ser atacado por el Gotengo (Atoragon en el juego), que ya rescató Ryuhei Kitamura en su fantástica Godzilla: Final Wars. La cuestión que se nos presenta ahora es crucial: de nada sirve tener mil millones de monstruos si el juego es una mierda. El juego no es una mierda; matizo: hay que saber muy bien a qué vas a jugar. Los que disfrutasen Save the Earth o Destroy all monsters: Melée (para PS2 y PS2, GC y Xbox respectivamente) disfrutarán Unleashed, porque es básicamente lo mismo. Un botón de ataque alto, uno de ataque bajo, uno de ataque especial, otro de bloqueo y otro para hacer agarres. El sistema de combate es simple y, aunque puede costar un poco cogerle el truco, se hace divertido. Ahora, juguemos a imaginar. Imaginad que tenéis tres amigos (sé que es difícil, pero es un juego, haced el esfuerzo) y que, casualmente, los tres sois fans de los kaiju eiga. Imaginad que os juntáis en una casa, ponéis el multitap y controláis cada uno a un monstruo de 100 metros, lanzándoos alientos atómicos, edificios y los unos a los otros, incluso. Eso es diversión para mí, y Godzilla: Unleashed la tiene por un tubo. RAAAAASCH El juego, hablando de los gráficos, se ve un poco mejor que los anteriores. Los modelos de los monstruos son muy buenos, fieles a los originales y visualmente buenos. Los escenarios son otro cantar, y tienen cosas de echase la mano a la cara, pero se perdonan. El gran lastre del apartado gráfico son las ralentizaciones: son más bien frecuentes y muy pronunciadas en puntos concretos del juego, y echan a perder el conjunto. Ahora resumamos. El juego es divertido, pero tiene algunos defectos de planteamiento que arruinan un poco la experiencia. Un ejemplo podría ser la forma de conseguir los monstruos: hay una tienda y, con los puntos que consigues en el modo historia, vas comprando facciones (FDG, alienígenas y mutantes) y monstruos. El problema es que los puntos se consiguen muy de poco en poco, y conseguir todos los monstruos es una tarea que requiere bastantes horas de juego. Y por si fuera poco, el resto de desbloqueables (ciudades y galería) cuestan aún más y son más difíciles de conseguir todavía. Puede que si tuviera 13 años y dependiera de mis papás para comprar los juegos, quisiera exprimir al máximo todos y cada uno de los ridículamente inalcanzables extras de los juegos, pero no es el caso. Otro problema es el tipo de público que puede disfrutar del juego. Godzilla: Unleashed nació muerto básicamente por tener un público bastante específico y que, hablando claro, se tragarán cualquier mierda que les pongan sólo porque aparece en portada the G word. Este no es el caso: el juego es divertido y, quitando los fallos de planteamiento que tiene (el modo historia absurdo, el sistema de puntos mal calibrado), tiene tantas horas de diversión como quieras dedicarle o aguantes hasta aburrirte. En mi caso van muchas. Los que me conozcáis, sabréis que llevaba mucho tiempo esperando el juego. Parecía el juego definitivo de Godzilla. ¿Lo es? No lo sé. Quizá no haya superado las expectativas, pero sí que es lo que parecía que iba a ser: un Save the Earth con una dosis moderada de esteroides. De todas formas, un juego sin demasiadas pretensiones y que consigue lo que se propone: divertir. Nota: 7,5

Ficha técnica Plataforma: PlayStation 2 Desarrollador: Pipeworks Software, Inc. Distribuidor: Atari Género: Lucha entre monstruos gigantes Código PEGI: +7 Precio: 19,95€ Idioma: Textos en castellano, voces en inglés Fecha de salida: 22/02/2008