Al acceder a un recuerdo podemos reescribirlo; modificarlo gracias a nuestro conocimiento actual y asociarlo a sentimientos que nada tienen que ver con la vivencia original. Si pensamos en nuestra mascota después de haberla perdido, la memoria que escojamos quedará impregnada de tristeza, mientras que las imágenes de placidez estarán ahora contaminadas por la nostalgia. Y a fuerza de revivir y reescribir, adornar y volver a revisar, creamos unos caminos en nuestra mente, unos senderos, que nos llevan de un momento a otro de nuestra vida, generando las historias que definen quiénes somos. Pero los caminos ya andados no son los únicos posibles. Los recuerdos, que no son islas, pueden encontrar otras formas de conectarse. Nuevas carreteras, vías y sendas. Nuevas historias asociadas a las personas diferentes que pueden resurgir en su lugar. 

I don’t think I’ve walked this stretch of road before es un walking simulator que se basa en la idea de que el autodescubrimiento y el entendimiento personal parten de la reflexión que podemos extraer de nuestras propias vivencias. Pero en lugar de volver una y otra vez de la misma forma a los mismos recuerdos, el juego nos invita a llegar a ellos a través de «una carretera que no hemos pisado antes», un camino tan extraño y desconocido que llegue a trasmitirnos la sensación de que ha sido creado por otra persona. Para subrayar aún más su metáfora, Hexcavator recurre también a la idea de la noche, que puede hacer que cualquier paisaje conocido durante el día se vuelva irreconocible, y de la tormenta eléctrica, un fenómeno natural tan violento que puede llegar a sentirse como irreal.

El título, que pretende ser ambiguo y surrealista, nos sitúa en una larga carretera perdida en la nada y nos obliga a avanzar por ella mientras interactuamos con diferentes objetos de nuestro pasado. Más allá de observar el entorno y controlar el avance del protagonista, como jugadores sólo podemos escuchar sus reflexiones intentando atar los diferentes cabos en una narración que parece un ejercicio de escritura libre. El tiempo y los diferentes personajes se suceden en una biografía fragmentada, cuyo único hilo conductor parece ser un trauma que se hace cada vez más grande a ojos del protagonista.

Sin entrar en específicos, I don’t think I’ve walked this stretch of road before plantea una reflexión sobre el trauma generacional y el miedo a no saber romper el ciclo de abusos. A pesar de su minimalismo, hay algo en su tono y en las anécdotas escogidas por su creador que nos trasladan al gótico sureño y a las grandes historias de dramas familiares. Sin embargo, la principal influencia de Hexcavator parece ser el cine de David Lynch y su capacidad para poner el sentimiento de las escenas por encima, incluso, de la narrativa. La aproximación de I don’t think I’ve walked this stretch of road before al realismo mágico y al surrealismo pasa por introducirnos sin darnos explicación alguna en un escenario familiar que, no obstante, parece moverse de forma paralela a la realidad, siendo el amanecer el momento en el que ambos espacios conectan.

A pesar de ser una experiencia muy breve y críptica, I don’t think I’ve walked this stretch of road before consigue trasladarnos sin problema su poderosa idea principal: la de que repetir los mismos patrones siempre nos llevará a las mismas conclusiones. El título nos invita a abrazar el miedo y a adentrarnos en la carretera impulsados por la esperanza de que algo puede (y debe) cambiar. También a pedir ayuda y a confiar en que llegará. Porque la noche es oscura si creemos que nuestro dolor puede herir a los demás.

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