Hace poco encontré una galería de fotos mostrando el trabajo de un tal Mihai Mihu, un escultor amateur cuya herramienta de base eran las piezas de LEGO. El tío había reproducido con relativa fidelidad los nueve círculos del Infierno que Dante Alighieri recorría en La Divina Comedia. Dos años antes la revista francesa Amusement Magazine acompañaba una editorial con fotos de esculturas hechas con LEGO representando señoritas frescas en posturas que invitaban a hacer cosas de mayores. Son dos ejemplos del poder que posee LEGO como icono cultural, las connotaciones que irradia y que tanto juego dan cuando se mezclan con, digamos, cosas de temática poco infantil. El poder de evocación de un icono pop le otorga principalmente un privilegio: la inmortalidad. Todo el mundo sabe quién es Mickey Mouse, y eso que lleva décadas sin hacer apariciones estelares. Lo mismo sucede con LEGO: todo el mundo lo conoce en mayor menor medida, sus piezas nunca se deterioraron en la memoria cultural durante el más de medio siglo de vida de la compañía danesa, y la última prueba es este LEGO Batman 2: DC Super Heroes, un juego que se sirve de la misma base que la filosofía en la que se inspira la marca: estar fabulosamente diseñado y sobre todo leg godt, «jugar bien». Con las pelotas ya ulceradas de hacer juegos de LEGO, en Traveller’s Tale se morían de ganas de introducir novedades o, como mínimo, nuevo canales que optimizaran el nivel de diversión de sus títulos. Se nota. Y esta vez parece que les han dado algo más de correa: la primera novedad que sorprende es que aquí los personajes hablan, y no solo eso sino que a los diálogos y al trabajo de doblaje se les nota una especial dedicación. Si antes el importantísimo lado humorístico de los juegos LEGO (importante porque si no hubiese humor el ridículo se apoderaría de todo) se reducía a la mímica, ahora el Joker hace unos chistes cojonudos y a Batman se le notan un poco ciertos celos hacia Superman, al que todo el mundo ama. Luego está Robin, que solo dice tonterías, pero creo que aquí la clave de que el personaje nos caiga en gracia es que nos permitan pegarle mientras jugamos. Poder pegarle a Robin siempre se agradece. El otro punto gordo de inflexión ya lo describía @chiconuclear en sus favorables primeras impresiones: una Gotham City abierta dispuesta para nosotros, llena de cosas que hacer, una amplísima variedad de vehículos para recorrerla, coleccionables que recolectar (algunos en zonas de complicado acceso, lo cual le da más enjundia al asunto), y contenido secundario que consumir. El mapeado de tres islas tiene un tamaño más que respetable, a la altura de sandbox más vocacionales como Prototype 2 o InFAMOUS, aunque uno siempre tiene la sensación de que por muy de libre recorrido que sea parece más un hub, una centralita desde la que accedemos a los niveles, que un mundo abierto dentro del cual habitan esos mismos niveles. No sé si me explico. Si un sandbox es el patio del colegio en el que pueden esperarnos aventuras en cada rincón (a algunos de vosotros solo os esperaban palizas, pero echadle imaginación), lo de LEGO Batman 2: DC Super Heroes es más el pasillo donde, sí, también hay vida y cosas que hacer, pero solo sirve de unión entre las distintas aulas, que es donde está lo gordo. Lo bueno es que podemos tomar esto como un iniciático mojarse los pies de Traveller’s Tale en el género sandbox, puede que lo siguiente que hagan se comprometa más con esa estructura. La historia no creo que sea necesario detallarla mucho: Joker y Lex Luthor han unido fuerzas para cargarse a sus respectivos enemigos, Batman y Superman, y reducir Gotham a plástico fundido. Es evidente: aquí se pasan a Christopher Nolan por el forro (bien que hacen) y toman el relevo de la época sesentera de Batman, aquella de la serie de Adam West con los POUM y los SPLASH, con un devenir bastante más desenfadado y alejándose el máximo posible de cualquier atisbo de realismo oscuro. La música también ayuda: la ventaja de que te distribuya Warner Bros. es que tienes libre acceso a su propiedad, y dos de sus más preciados tesoritos deben o deberían ser sin duda la banda sonora que Danny Elfman compuso para el Batman de Tim Burton y el himno de John Williams para el Superman de 1979. Dos pequeñas maravilla. ¿Y jugarse? ¿Cómo se juega? Pues, aunque sea un juego para toda la familia, con bastante cabeza. El uso de trajes con funciones únicas para Batman y Robin (algunos un poco extraños, como el traje magnético del Chico Maravilla) para acceder a ciertos lugares o activar mecanismos, junto a la ya conocida mecánica de ir montando elementos del escenario donde se necesite, son los grandes pilares jugables. Los segmentos que jugamos con Superman son de un tono algo más arcade, básicamente porque el tipo es invulnerable (excepto a la criptonita, claro) y sus misiones están más cimentadas en la diversión que proporciona sobrevolar Gotham, destruir objetos con la mirada láser o congelar a los enemigos con nuestro fresquísimo aliento de origen extraterrestre. Y, desde luego, no es poca. Y aquí viene el mal endémico de los juegos LEGO, algo que siempre falla y no parece que piensen en arreglar: el control. No es que sea nefasto, pero sí se antoja tosco, rudimentario, torpe y en ocasiones hasta confuso, sobre todo cuando con Superman pasamos de volar a luchar en tierra. He perdido horas de mi vida tratando de activar un mecanismo porque el juego se empeñaba en hacerme colocar en el píxel exacto, y me resisto a llevar la cuenta de veces en que me he quedado atascado con algún vehículo en zonas de geometría perversa. El sistema de guardado de partidas tampoco es algo confuso, y aunque nos puede pegar más de un susto cuando nos haga creer que debemos repetir una misión tras la que habíamos guardado, al final parece que funciona con solo ir la zona en cuestión desde la Batcueva y seguir donde lo habíamos dejado. Sería estúpido no reconocer el cariño que LEGO ha logrado despertar a lo largo de tantos años. Esto no hace más que sumar méritos al hecho de que sus juegos sean decentes y que este en particular sea lo que podríamos catalogar de muy buen juego. LEGO Batman 2: DC Super Heroes funciona a las mil maravillas en lo que pretende ofrecer, y si vivisteis vuestra infancia pegados a estos ladrillitos de plástico seguramente valoraréis todavía más esta propuesta de Traveller’s Talle. Yo era más de Tente. [8]
Redactor
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He de decir que soy muy defensor de los juegos de Lego, a menudo mucho más detallistas y fieles, llenos de referencias a las franquicias que los juegos más «serios».
Cualquier juego en el que puedas pegar a Robin es GOTY, aquí, en Pekín y en Pokón.
Con el Robin que hay ahora, tendrías suerte si acabas en el hospital.
Por eso mismo lo han cambiado, por que no le gustaba A NADIE!
Debía ser porque eras pobre, como yo. Tente era una mierda.
Bueno, tampoco tanto. Pero vamos, que las piezas muchas veces no terminaban de encajar bien. Y después se desmontaban solas.
Pues yo creo que sí, a mí Tim Drake nunca me disgustó.
Si ten collons… dímelo a la cara.
Y mientras te lo dice a la cara yo le pego con un bate por detrás. Por si acaso.
@postaldude
Todos los Robins han sido bastante cojonudos, lo malo es el estigma de la serie de los 60. Tim Drake es mi Robin favorito y creo que uno de los mejores personajes de cómics de la historia.
¿Tiene cooperativo este juego?
http://www.youtube.com/watch?v=X8u7px_GzWQ
Es cierto lo que dices, y no tiene ningún sentido que ese estigma siga vigente a día de hoy, pero así es. Además, en esa serie todos los personajes eran igual de chorras.
@adrian_grayson
@taim_meich
Vale, lo entiendo. No os podíais permitir Legos. U os gustaba mucho el producto patrio. En cualquier caso:
TENTE ERA UNA MIERDA
Y lo digo con uso de razón. Yo tenía de los dos. Y los tente, aunque tenían productos chulos (ahora mismo en las estanterías tengo unos portaaviones y barcos la mar de bonicos) se desmontaban coño!
Damian. No hay más que decir. Tim no estaba mal, pero Damian.
joder no son mala idea