Análisis de Life is Strange – Episodio 4: Dark Room

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Análisis del Episodio 1: Chrysalis.
Análisis del Episodio 2: Out of Time.
Análisis del Episodio 3: Chaos Theory.

De madrugada, en Cartoon Network, el espacio de animación para adultos Adult Swim suele dar rienda suelta a la creatividad y el delirio más desaforado. Los cortometrajes que emiten a esas horas en las que nadie están mirando suelen tener formas diversas e imprevisibles, desde infocomerciales paródicos hasta montajes de videoarte de lo más lisérgico, pero fue la mañana del 31 de octubre de 2014 a las 4:00 A.M. cuando desfiló por la pantalla la que sería una de las producciones más enloquecedoras del año: Too Many Cooks. Su llegada a YouTube le otorgó el estatus de viral instantáneamente, y no son pocos los críticos y cómicos que lo han catalogado como una de las piezas de comedia experimental y absurdismo más interesantes de los últimos años.

El metraje fue grabado por el director Casper Kelly durante tres días en 2013 y editado a lo largo del año siguiente con la ayuda de algunos amigos. Too Many Cooks mostraba lo que parecían los créditos iniciales de una sitcom cualquiera de los ochenta, pero la canción y el elenco de personajes se alargaba hasta lo surrealista, y la secuencia empezaba a volverse más oscura y extraña, con un psicópata persiguiendo a varios protagonistas y la sintonía fundiéndose lentamente en un cada vez más violento y extraño cruce de géneros. Era, como dicen los americanos, combustible para pesadillas.

Varios medios lanzaron sus propias editoriales sobre Too Many Cooks, algunos centrándose en su capacidad para la viralidad, otros en su música, muchos en las referencias y unos pocos, como el New Yorker, en analizar qué subtexto tenía el corto, si es que lo tenía. Las hipótesis eran varias, pero yo me quedé con la más enrevesada, porque así soy yo: era una sátira posmoderna de la televisión y la cultura de internet directamente relacionada con el poder de la nostalgia y con una mirada a la violencia que todos llevamos dentro. Y llamadme loco, pero creo que este cuarto episodio de Life is Strange está haciendo algo muy parecido a lo que algunos creemos que se propuso Too Many Cooks.

Recuerdo haber pasado de puntillas por el concepto “first world problems” durante el análisis del primer episodio, Chrysalis, de haberme convencido la propuesta del juego pero no tanto el dramatismo de instituto que trataba de abordar. Los problemas de los adolescentes, el acoso, las jerarquías sociales, la disfunción familiar… Todo eran conflictos muy de jóvenes blancos de clase alta y, aunque es el tipo de ficción televisiva que parece querer referenciar Life is Strange, chirriaba un poco ese barniz afectado y sentimental que impregnaba algunos tramos de la historia. En el tercer episodio, Chaos Theory, algo en la espina narrativa del juego se desvió y el capítulo acabó con un inesperado giro hacia la ciencia ficción dura y un cliffhanger de los que le atraviesan a uno el pecho como una espada.

Este cuarto y penúltimo episodio lleva por título Dark Room, y no podría ser más acertado. La referencia fotográfica tiene sentido en el entorno de Max, estudiante de fotografía, pero cobra aún más fuerza al avanzar la trama y aportan el matiz sombrío que domina el capítulo: si Chaos Theory sonaba a película de ciencia ficción y eso se reflejaba en el devenir del juego, Dark Room es su equivalente al thriller de terror, al miedo y las sorpresas desagradables que coronan un tramo del argumento especialmente duro desde el mismo inicio.

Las decisiones y la capacidad de Maxine para rebobinar el tiempo siguen siendo clave, especialmente en conversaciones donde nos va a costar varios intentos dar con la salida que queremos, pero lo que más fuerza cobra en este cuarto segmento es sin duda los giros argumentales que se saca de la manga Dontnod, casi volantazos con los neumáticos chillando y la certeza de un golpe letal. Los sentimentalismos de telenovela juvenil han dado paso a la oscuridad auténtica y los sucesos truculentos, uniendo tramas distintas de la historia en una primera fase del desenlace mucho más violenta y siniestra de lo que cabía imaginar. Las continuas referencias a Twin Peaks desde el primer minuto del primer episodio cobran ahora una nueva dimensión más vívida e inquietante.

Life is Strange, “la vida es extraña” ya no suena tanto a la frase de una niña después de un día duro de colegio, sino a la aseveración profunda y llena de sentido oculto que uno de esos pesadillescos personajes de David Lynch, como el Hombre Misterioso de Carretera perdida, podría susurrarnos al oído en mitad de una fiesta, con la sonrisa más terrorífica y perversa que jamás hayamos visto. [8]