Un análisis de Lost Records: Bloom & Rage

El verano de nuestras vidas

Don’t Nod vuelve a brillar con esta historia adolescente noventera. A falta de la Cinta 2, Swann y su grupo de amigas ya se han ganado nuestro corazón.

Poco después de la pandemia, como demuestra una mascarilla abandonada sobre el salpicadero o un bote de gel hidroalcohólico en la entrada del bar, Swann regresa al que fue su hogar hace casi treinta años para reencontrarse con sus amigas. Allí, en Velvet Cove, conoció a sus mejores amigas durante la adolescencia, en su último verano antes de mudarse a Canadá. Un periodo estival idílico en el que nuestra protagonista logró crecer y conocerse mientras forjaba un vínculo irrompible con otras tres chicas… pero algo sucedió. Algo tan fuerte como para que prometieran no volver a verse y no hablar de ello. No obstante, alguien le envía un mensaje a una de ellas y esta avisa al resto ante la gravedad de la situación. ¿Qué pasó hace 27 años? ¿Quién ha enviado este mensaje? En esta primera mitad de Lost Records: Bloom & Rage no resolveremos ninguna de estas incógnitas, pero sí disfrutaremos de algo fundamental: la construcción de una amistad preciosa capaz de calentar el corazón de cualquiera. 

El juego de Don’t Nod alterna entre las dos líneas temporales con naturalidad. Cuando controlamos a Swann en su presente lo hacemos desde una primera persona que evita que sepamos cómo luce nuestra protagonista tanto tiempo después, mientras que al transitar sus recuerdos la cámara se sitúa a su espalda, permitiéndonos poner el foco en ciertos objetos en momentos concretos. La primera persona en el colorido mundo de los años 90 está reservada para cuando Swann utiliza su videocámara, un objeto clave para el gameplay de Lost Records: Bloom & Rage, además de dotar de sentido a la división del mismo en dos cintas.

La videocámara es la herramienta con la que podemos captar multitud de detalles de nuestro alrededor para después agruparlos en forma de coleccionables. Son un estímulo opcional muy bien integrado, ya que Swann los transforma en breves montajes con un tema central bastante lógico: animales del bosque, naturaleza muerta, especiales de nuestras amigas, puntos de interés de la localidad, objetos relacionados con la brujería o esa extraña cabaña en el bosque que apareció de la nada. No hace falta dedicar mucho tiempo a observar el cuarto de Swann para saber lo que le apasiona el cine, por lo que este recurso encaja a la perfección.

Cuando grabamos a las amigas de Swann no se limitan a permanecer estáticas ante el objetivo, sino que comentan la jugada y le proponen a nuestra protagonista cosas interesantes que grabar. No son estas las únicas invasiones amistosas que contiene el juego, ya que mientras viajamos por el pasado podremos escuchar comentarios de quienes se encuentran juntas de nuevo en un bar en el presente; esas amigas que intentan recomponer todo lo que ocurrió aquel verano para tratar de averiguar qué sucedió. Al principio solo están Swann y Autumn, quien propuso este reencuentro, pero más adelante se sumará una tercera integrante a la reunión.

El paso del tiempo —y un más que probable trauma que haya enterrado ciertos sucesos— es motivo más que suficiente para que ambas amigas tengan que hacer un esfuerzo por recordar qué demonios pasó ese verano, más allá de que si cualquiera de nosotros se reuniera con alguien a quien no ve desde hace tanto tiempo por supuesto que acabaría hablando de sus recuerdos en común. No resulta nada forzado, por tanto, este prolongado repaso al verano en el que las cuatro amigas se conocieron y formaron la vibrante banda Bloom & Rage. Queda en manos del jugador optar por ciertas opciones en la conversación que nos lleven a conocer más de la vida de estos personajes en la actualidad.

En un juego como Lost Records: Bloom & Rage la rejugabilidad está presente desde su concepción, pero dada la potencia de lo que se está cociendo tras esta primera entrega me he limitado a jugar una única versión de la historia y apechugar con mis decisiones hasta terminar por primera vez el juego completo. Pero vaya que si importa lo que elijamos, ya que más allá de alguna curiosidad como que un poco de sensatez en el pasado por nuestra parte permita que nuestra amiga conserve su llavero años después o que nuestro gato sea de cierto color, tendremos que elegir todo el rato qué decir, qué hacer y a quién dedicar más tiempo entre Kat, Autumn y Nora, las tres amigas de Swann. No hay decisión buena, tampoco elección fácil, pero nadie dijo que ser adolescente fuera sencillo.

La decisión de poner la formación de este grupo de amigas en el centro es el gran acierto de Lost Records: Bloom & Rage. El misterio es llamativo, pero lo es sobre todo por su relación con estas cuatro muchachas que disfrutan de un verano inolvidable juntas. Son cuatro personajes con las suficientes capas como para que merezca la pena dedicar tiempo a hablar con ellas y conocerlas, solo así sabremos por qué Autumn se niega a participar en cierto pacto de sangre, cuál es la situación de Nora en casa o de dónde viene la potencia en las letras de Kat. Ocurre algo similar con ciertas piezas de información en el presente, pero a ver quién es el guapo que no le pregunta a sus amigas por su situación actual tras revivir las preciosas escenas de bonding que conforman los primeros compases del juego. 

Puede que se deba a haber pasado muchos veranos en solitario, pero, pese al buen trabajo del equipo de Don’t Nod para que la construcción de esta amistad goce de todo el foco, el punto con el que Lost Records: Bloom & Rage me conquistó fue con su protagonista. Swann consigue convertirse muy rápido en uno de esos personajes que querría defender ante cualquier mal. Es todo un acierto que las respuestas que más refuerzan la confianza en ella misma sean las que mejor reciben sus amigas, sin necesidad de aparentar lo que no es y dándole valor a sus gustos y aficiones. Es una amistad sanísima la que construyen en muy poco tiempo estas cuatro.

Incluso la luz más cálida genera sombra al toparse con algún obstáculo y la burbuja de felicidad que crea este grupo se siente constantemente amenazada por un una entidad invisible. No sabemos qué pasó, pero sí que algo rompió ese verano de ensueño. El cuñado malote de Kat parte con papeletas, pero el fantástico cliffhanger con el que termina esta 1.ª parte parece apuntar en otra dirección… Lost Records: Bloom & Rage consigue construir muy bien la tensión, tanto por ese gran suceso que dinamitó todo como por los pequeños momentos en los que logra ponernos la piel de gallina pese a que, aparentemente, no ocurra nada. ¡Pero a ver quién es el valiente que de noche y en una cabaña malrollera no sospecha de cualquier crujido en la oscuridad!

No es sencillo hacerse un hueco en nuestra memoria, ya que son muchos los personajes que pasan por nuestras manos juego tras juego, por lo que el mérito del guion de Lost Records: Bloom & Rage es innegable. Sería injusto, por muy brillante que sea este apartado, ignorar otros que también consiguen destacar en el buen sentido. El juego se ve bastante mejor de lo que esperaba, tanto por algunos detalles en el modelado —ignoremos al gato, ya que los felinos son el nuevo valle inquietante cuando se trata de gráficos realistas, y centrémonos en personajes como Autumn en el presente, con esos rizos canosos o la piel de su rostro bañada por el paso del tiempo, o las perfectas imperfecciones de Nora en su etapa adolescente— que facilitan la inmersión en la historia como por la estupenda elección detrás del uso del color, un elemento que colabora estrechamente con la iluminación del juego para dibujar estampas de ensueño; es un juego en el que desgastar el botón de captura de pantalla ante la variedad de escenarios y su refrescante paleta de color.

Lost Records: Bloom & Rage goza del suficiente corazón como para volar libre de comparaciones, pero es cierto que la campaña promocional del juego de Don’t Nod hizo que mucha gente pensara en Stranger Things. Aquí no encontraremos referencias ochenteras baratas ni criaturas de pesadilla, la presencia de cierto fenómeno paranormal tiene un espacio mínimo, al menos en esta Tape 1. Lo importante, lo que está en el centro, lo que da sentido a nuestra partida es conocer y revivir el verano que pasaron juntas estas cuatro amigas, una vacaciones en la que todavía tenemos más de una incógnita por resolver, pero también un periodo en el que sabemos a ciencia cierta que se forjó una relación preciosa de esas por las que merece la pena cualquier esfuerzo.

Puede que por su retraso mucha gente le perdiera la pista a lo nuevo de Don’t Nod Montreal, quizá muchos torcieron el gesto al detectar ciertas similitudes con aquella serie en la que pasaban cosas extrañas y que hay quien señala, junto a la proliferación de los Funkos, como un punto de inflexión previo al deterioro de las obras más seguidas dentro de la cultura popular. Sea como fuera, Lost Records: Bloom & Rage es un juego lo suficientemente interesante como para librarse de comparaciones absurdas.

Sí tiene lugar la que lo sitúa junto al primer Life is Strange, aunque sea porque esta suerte de heredero espiritual sí tiene el potencial necesario para cautivar a un fandom algo decepcionado tras Double Exposure. Eso sí, pese a que disfruté en su día de la historia de Max, la autenticidad del grupo de cuatro amigas que protagoniza Lost Records: Bloom & Rage me parece más genuina, bien construida e interesante; quizá se deba a una nostalgia bien enfocada que es capaz de apelar incluso a quienes nunca vivimos un verano repleto de aventuras junto a nuestras amigas en un bosque encantador. Dentro de un mes sabremos cómo termina la historia de Kat, Nora, Autumn y Swann, por ahora esta primera parte ha logrado cautivarnos.

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Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la universidad de lo de Cifuentes, Juan es una de las voces de NAT Moderada y ha colaborado en medios como BreakFast, Desayuno Continental y Cocinando Fandoms. Observador nato, le encantan los gatos y si algún día ves que te mira intensamente es porque quiere grabar un podcast contigo.