Es inevitable situar en los últimos meses de 2018 una suerte de gran fiesta para todo aquel que tuviera a Spider-Man como superhéroe cabecera —que supondría, en realidad, cualquier persona interesada mínimamente en estos personajes. Esto se debió sobre todo al estreno de Spider-Man: Un nuevo universo; la película dirigida por Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman que perseguía ser tanto un homenaje a la historia del personaje creado por Stan Lee y Steve Dikto como un ambicioso estudio de su relevancia a un nivel tanto existencial como cultural. Sumando a esto la increíble apuesta visual del film, la conversación hubo de dejar atrás inevitablemente el hecho de que, menos de cuatro meses antes, había salido a la venta para PlayStation 4 Marvel’s Spider-Man. Una obra que no le andaba a la zaga en ambiciones, ni en personalidad, al celebrado film de animación.
Un nuevo universo defendía que «todos somos Spider-Man», o que todos podíamos serlo. Marvel’s Spider-Man suscribía este mantra anticipadamente solo por el hecho de ser un videojuego y de haber asimilado las enseñanzas del Spider-Man 2 de Sam Raimi, también en su mítica versión para consolas. «Todos somos Spider-Man» siempre ha significado lo mismo que «cualquier pobre diablo puede Spider-Man», cosa que en lo relativo a adaptaciones nunca quedó más clara que cuando Tobey Maguire era incapaz de que le sirvieran un cóctel durante la fiesta en la que descubría que su ex se había prometido con un astronauta. El juego de Insomniac Games era el heredero natural de escenas como esta, pero en vez de la cara de pringao de Maguire teníamos que darnos prisa en salvar nuestras cosas de un deshaucio con el traje de faena puesto, o dejar que los balanceos ilustraran nuestro nerviosismo mientras teníamos una conversación vital por WhatsApp con MJ. Marvel’s Spider-Man no era un gran juego de acción. Ni siquiera un buen mundo abierto, lleno de agobiantes ítems y genéricas misiones secundarias. Sin embargo, en ese momento, era el mejor juego de Spider-Man al que podíamos aspirar.
Si de algo podía presumir la obra de Insomniac Games —además de lograr que perseguir palomas por Nueva York fuera de lo más adictivo— era de haberle cogido perfectamente la medida al personaje, y de caminar por una senda independiente tanto de los cómics como, en lo relativo al cine, de la opresiva continuidad del MCU de Kevin Feige que Un nuevo universo pretendía igualmente demoler. Marvel’s Spider-Man llevaba tan lejos su propósito de sumergirnos en un mundo donde el valor partía de cualquier individuo anónimo, sin importar los lazos de sangre o su carencia de poderes, que incluso contaba con unas fases de sigilo muy cuestionables protagonizadas por gente que no era Spider-Man. En otras palabras, estaba perfectamente diseñado para compartimentar las sensibilidades e inquietudes de Un nuevo universo —incluso le presentó a Miles Morales al público ajeno a cómics o series de animación antes que esta—, y bañarse llegado el momento en todo aquello que propuso el film de Persichetti y compañía. Marvel’s Spider-Man: Miles Morales es, por tanto, la orgánica asimilación de dos hitos: el que supuso Un nuevo universo, y el que supuso su propio juego precedente.
Esta secuela de Marvel’s Spider-Man carece por concepto, longitud y tiempo de gestación de las considerables ambiciones de la obra original, pero mantiene todo aquello que hizo de ella una adaptación tan formidable, combinándolo sabiamente con las especificaciones de Miles Morales y todo lo que le rodea. El Nueva York es el mismo con nieve por encima y con neoyorquinos empeñados en seguir de terraceo pese a quien pese. Los controles también, y el aspecto gráfico ha variado lo justo para que ciertos momentos puedan sacarle partido a la salida de PlayStation 5. Solo ha cambiado el punto de vista, llevado al joven Miles gracias a una artimaña tan ridícula —pero por eso mismo tan simpática— como que Peter Parker se ha ido de viaje con Mary Jane. Pero este punto de vista es fundamental.
Miles Morales nació en 2011 de la mano de Brian Michael Bendis y Sara Pichelli. Las correspondientes quejas por el hecho de que un Spider-Man biracial viniera a sustituir al canónico Peter Parker fueron apaciguadas con los años, según hasta el fan más integrista era consciente del carisma del personaje y del modo en que enriquecía la mitología de su reverenciado arácnido. Los motivos por los que Marvel’s Spider-Man: Miles Morales se revela tan fresco pese a su carácter de juego de transición son, pues, los mismos que en primer lugar afianzaron el estatus del nuevo personaje durante la etapa de Axel Alonso como editor en jefe de Marvel, y que en segundo ya cristalizaron en Un nuevo universo. La obra de Insomniac Games se limita a introducirnos en este nuevo microcosmos, ya insinuado en el juego precedente, dejando que conozcamos más de cerca todo lo que rodea a Miles: su madre Rio, que se presenta a concejala. Su tío Aaron, que esconde un par de secretos. Su amigo Ganke, encargado de asesorarle técnicamente como demanda el cliché. La gente de FESTÍN, que Miles acude a ayudar periódicamente. O su amiga de la infancia Phin, quizá el personaje más genuinamente interesante de Spider-Man: Miles Morales.
El título llamado a vender las bondades de la nueva generación se crece en las distancias cortas, en ese Harlem desbordante de vida que Miles puede recorrer saludando sin la máscara puesta, siendo un amigo y vecino en el que el matiz superheroico puede ser entendido incluso como algo cosmético. Hay un gran trabajo y (sobre todo) un gran cariño en todo lo que rodea el entorno social de Miles, terciado por la excelente construcción de personaje que ya bocetó Marvel’s Spider-Man, y que aquí llega a ser aún más entrañable por cuanto el hecho de que sea un justiciero en su primerito día afecta a sus movimientos, sus diálogos e incluso su forma de relacionarse con los neoyorquinos. Ver a Miles nada más terminar una pelea lamentando que no se le haya ocurrido un buen chiste malo durante la misma es la experiencia más Spider-Man que pudiéramos imaginar. Más que nada, porque ni siquiera el Spider-Man al que estábamos habituados hasta entonces era tan loser.
Que Miles y todo lo que le rodea esté tratado con tanto cuidado no implica, sin embargo, que el desarrollo narrativo de esta secuela brille al mismo nivel que el de su predecesora. Resulta pertinente en este punto recordar que los creadores asociaron en su momento a Spider-Man: Miles Morales con otra secuela de buscada humildad como Uncharted: El legado perdido. Ambas suponían desvíos dóciles de la saga principal, partían con un nuevo enfoque y buscaban una aventura más sintética y ligera que aquello a lo que sus jugadores estaban acostumbrados. Miles Morales es eso, claro, pero también es un juego notoriamente más irregular que El legado perdido al no saber asumir que, si el juego es más pequeño, lo suyo es que la aventura que lo contenga sea más pequeña también. Lejos del equilibrio que exhibía el juego protagonizado por Chloe y Nadine, la historia de Miles Morales se revela atropelladísima y congestionada por los márgenes, así como narrada con una torpeza tal que ciertas inconsistencias aparejadas a la propia figura de Spider-Man —como es el hecho de que todo el mundo que rodea al héroe tenga superpoderes o sea en realidad un supervillano— brillan con una intensidad especialmente desagradecida.
Sin apartarnos del influjo de Naugthy Dog, resulta evidente cómo ciertos manierismos el estudio —sobre todo en tanto a aparatosos walking simulators— ya permearon en el primer Spider-Man, y en lo referente a Miles Morales esta influencia se ha agudizado hasta extremos algo embarazosos. Más allá de que cierta fase tardía del juego recuerde muchísimo a un escenario recurrente en The Last of Us Parte II, los guionistas de Miles Morales parecen convencidos de que no hay nada como emular los estilemas de esta compañía para endosarle altura dramática a su obra y que esta sea mucho más que un juego de hostias con protagonista achuchable. La mayor parte del tiempo no molesta demasiado —incluso conduce a secuencias realmente emotivas, como aquélla que canaliza un espíritu navideño que no deja de cimentar el juego al completo— , pero sí hay algún que otro punto donde la pretensión de ser una «historia de personajes» deriva en graves arritmias y malogra el impacto de una obra que, quitando estos delirios, parece siempre ser muy consciente de cuáles son sus metas y del campo donde las debe perseguir.
Frente a los resultados de Marvel’s Spider-Man —cuya narrativa y trabajo de personajes elevaba unas mecánicas entendidas como la versión definitoria de elementos que llevaban años trabajándose— en Miles Morales se da la curiosa tesitura de que, acaso por sus servidumbres como embajador de una nueva generación, el espectáculo dispensado por la propia jugabilidad supera con creces cada una de las derivativas ambiciones del guion. Los nuevos poderes de este Spider-Man inyectan tanto pirotecnia a los combates como convicción a sus fases de sigilo, y la app de reciente creación permite que, en su gestión de las misiones secundarias, el mapa urbano no te agobie con demasiados lugares a los que acudir. No estamos hablando, por supuesto, de una mejora rotunda con respecto a los presupuestos del juego anterior, pero sí de un acercamiento más pulido, de un limado de todo aquello que pudo hacer que frunciéramos el ceño en Marvel’s Spider-Man. Miles Morales es continuista porque tampoco ha tenido tiempo de ser otra cosa, pero es que hay un lugar demasiado satisfactorio desde el que continuar.
El obsceno disfrute que proveía Marvel’s Spider-Man aquí es replicado con una variopinta serie de alicientes: desde las ya citadas mejoras en el reparto de tollinas hasta unas batallas mucho más elaboradas contra los bosses, pasando evidentemente por la posibilidad de balancearse por Nueva York portando el traje de Un nuevo universo mientras suena algún temazo de hip hop. El compromiso de Insomniac con el placer de sus jugadores no ha perdido fuelle, y es este compromiso lo que termina haciendo de Marvel’s Spider-Man: Miles Morales el estupendo juego que estaba destinado a ser. Otros compromisos, como el referente a la historia de Miles o a la contemporaneidad estadounidense —destilada a través de la carrera política de Rio Morales, el Black Lives Matter en plano sostenido o la cercanía del lanzamiento del juego a las elecciones presidenciales— son valorables por su intención más que por sus resultados, pero a la larga todo ha de sumar de cara a seguir celebrando esta época como la mejor para ser fan de Spider-Man.
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Vaya si ha salido peor que el primero debe de ser el horror, o quiza es esta la nota que debio haberse llegado el primero, a saber, a mi insomniac me parece un estudio bastante mediocre, supreproducciones de 5 raspado
+1 este aliño de ensalada.
@sinve
A mi el 1 me pareció muuuuy divertido. Entiendo que la nota le baja por «refrito» aunque sea más pulido y por duración.
@nessin
El 1 tiene una buena historia principal (midiendo buena como «buena para ser un juego de superhéroes»), pero las secundarias tienen un diseño de la época de PS2. Destruir aires acondicionados antes de que exploten unos edificios? De repente hay una niebla fucsia venenosa en la parte baja de la ciudad y tienes que ir siempre por encima? wtf…
Lo mejor del juego es lo divertido de sentirse Spiderman balanceándose por la ciudad y las set pieces, lo demás está entre disfrutón y diseño viejuno.
@sinve
El 1 tiene mucho relleno aun siendo divertido. Este les ha quedado mas redondo y pulido en todo. Yo lo he disfrutado como un enano.
@thegrifter
Y a esto +1.
El primero está sobre valorado, tiene muchos componentes para ser un juegazo, pero al final hace un poco bluff pasada unas horas. Este al menos va al turrón.
@sinve
Lo ha analizado otra persona.
@sinve
Pues leyendo el texto, entiendo que este mejora al anterior. No se trata de si 7<8, y menos cuando son diferentes personas quienes los analizan. Ay, las notas, los numericos.
Vaya, yo tenía metido en la cabeza que Pep iba a analizar esto!
PD. Buen análisis!
@demo_one
Emmmm…. tu y todos 😮
Al Marvel’s Spider-Man le ocurre un poco como al Tsushima, desde mi punto de vista. Que cargan con el peso de ser los mascarones de proa de «lo-Playstation» y no se les mira solo por ser lo que son. Juegos bien disfrutones con todos sus defectos (lo poco original, lo repetitivo, lo formulaico) y sus virtudes (valores de producción de triple A y un cariño por lo que están contando que se nota constantemente). Juegos que se pasean por el notable y se van más arriba si estás tan enamorado del tema como sus autores.
Y si el Miles Morales es más de lo mismo y en una dosis más concentrada, count me in.
El primer Marvel’s Spider-Man era un juego mediocre como poco, siendo las mecánicas de combate y el manejo del personaje lo único salvable pero que se quedaba en agua de borrajas al no saber muy bien qué hacer con ellas. Este Miles Morales mantiene y mejora eso que funcionaba ignorando todo lo que no, mirando a Into the Spider-Verse como referencia en tanto a guión y tono cosa que se agradece enormemente. Sigue siendo un juego más cerca de Days Gone y Tsushima que de The Lost Legacy pero progresa adecuadamente, como me decían en la escuela.
Ya si se dejaran de chorradas y para el siguiente tocho hicieran un Into the Spider-Verse: The Videogame instead sería la hostia.
@john_doe
Mientras jugaba con el traje del spiderverse (y sus gadgets) no dejaba de pensar en la oportunidad perdida de hacerlo entero de esta manera. Ojala un DLC, les echaria los euros a la cara sin pensarlo.
@thegrifter
No un DLC, un juego standalone y tocho! xD
Pues yo me lo he fumado bien a gusto platinico incluido.
Me gustaria que la gente pudiera catalogar VUESTRO trabajo tan facil como se lee aqui.
Sinceramente decir que spiderman es mediocre o de 5 raspado se puede sacar la pipa del culo y espero que todo lo que hace en su vida sea pura excelencia.
La hipocresia de no maltraten a los desarolladores hostia que peñazo de secundarias, suspenso.
@jhonny_hd
Pura excelencia siempre caballero
tranquilo, son opiniones en comentarios de una web. No estan mandando mails a los desarrolladores insultando su trabajo.
No sé si ha ido cambiando el tono de la comunidad de la web, o si el que ha cambiado he sido yo. Pero cada vez me sorprenden más ciertos comentarios menospreciando a algunos juegos.
Igual acá, parece que los juegos que me gustan ya no gustan a los compañeros, a menos que les metan pretensiones artísticas y/o existenciales. @airrel
@airrel supongo que es el año… un abracito
Menuda sarta de vinagres en los comentarios macho.
Sois los grinch de la navidad.
Pelijuego DLC a 60€, de 10
El primero lo jugué durante el confinamiento y me gusto más de lo que esperaba, es increíblemente divertido y la historia supera a la de varias películas.
Este lo jugaré seguro cuando pueda en PS5… soy de esos que quizás se esperen unos añitos a la pro o como quiera que la llamen.
Genial análisis Alberto, me ha encantando leerte. Espero verte más por aquí.
A mi este Miles Morales me gusto bastante (mas de lo que esperaba), vale que la historia no es mejor que el del 2018, pero su estructura más contenida me hizo disfrutarlo un montón. Hasta las secundarias chorras dan gusto hacerlas por la forma como se mueve uno por el mapa. Me dejo hasta con ganas de más que termine comprando los DLC del juego del 2018.
Yo estoy disfrutando del videojuego ahora y he de decir que me está pareciendo excelente. Es verdad que es muy continuista respecto al título anterior, pero opinó que el cambio de protagonista, las novedades en la jugabilidad y los cambios en la ciudad en la que transcurre la trama justifican, y de paso elevan, esta secuela.