Análisis de Mirror's Edge

Como apuntaba Xavi, seguro que no fue lo que se DICE fácil convencer a Electronic Arts para que pusiera pasta en un proyecto tan arriesgado y poco convencional como Mirror’s Edge. Bien por los suecos, aunque a cambio tengan que hacer tres mil Battlefields. Como comentaban en… Sería fácil hablar de este juego copiando y pegando cosas que han escrito otros, porque se ha dicho mucho sobre él. Pero no, no voy a hacerlo. Primero, porque Mirror’s Edge es un juego sobre el que apetece hablar. Segundo, porque es tan personal que lo que puedan decir los demás (y desde tu perspectiva, eso me incluye), debería importarte una mierda. Claro que todos los juegos son diferentes para cada uno, que los disfrutamos (o no) y vivimos (o tampoco), de formas distintas. Claro que un análisis es, en tanto que es una opinión, subjetivo por definición. Claro que es mejor probar un título durante veinte minutos que leer decenas de artículos. Claro que sí. Pero con Mirror’s (hay confianza, nos conocemos desde hace ya bastante), MÁS. No me siento, pues, capacitado para terminar este análisis recomendando el juego «a los amantes de eso y de lo otro». Prefiero contar mi experiencia y que cada uno saque sus conclusiones. Empezaba a las cinco de la madrugada de un lunes raro y lo hacía con Faith presentándose en la intro. Ella es una runner, una disidente que se niega a aceptar las normas impuestas en una ciudad que unos años atrás cambió la personalidad y la privacidad por seguridad, rascacielos blancos y calles sin colillas. Ella, y otros como ella, sacan partido de su agilidad y su dominio del parkour para pasar información en lugares no vigilados y de difícil acceso, como azoteas. Un buen día (justo el que empezamos a jugar), la cosa se pone chunga de golpe: los polis deciden disparar antes de preguntar y alguien se carga al candidato a la alcaldía que tenía intención de cambiar las cosas. Un punto de partida genial y un escenario magnífico que deberían haber sido un marco inmejorable para tramas elaboradas, críticas de todo tipo a la sociedad actual… pero no. Todo se queda en un argumento mediocre, poco interesante, confuso y mal llevado, que desaprovecha totalmente el carisma de la acertada protagonista. Un desperdicio de los gordos, señoras y señores. Y aun así, mi historia terminaba por primera vez ese mismo lunes, a la una y pico del mediodía ((Un día de estos os cuento más sobre mi afición por pasarme juegos de una sentada.)). Algo más de de ocho horas (tardé un poco más de lo habitual porque jugué desactivando las guías e intentando (¡y consiguiendo!) desbloquear el logro de no disparar a ningún enemigo) que se me hicieron muchas menos y durante las que el café se enfrió en la mesilla sin que diera un solo sorbo. Y eso, creo yo, dice mucho a favor de la calidad y la intensidad de Mirror’s Edge. Lo genial y original es que esa intensidad la consigue siendo un plataformas. Sí, en primera persona y con armas, pero un plataformas. Un juego de saltitos, vaya, no de disparos. A Faith lo que se le da bien es correr y esquivar, ser la que va delante en la persecución y huir para llegar al objetivo. De todos modos, durante los 10 episodios (9 más un breve prólogo) que conforman el modo Historia hay momentos para todo; para ir con calma, disfrutando de la incómoda belleza de la ciudad entre salto y salto, para avanzar a toda leche sin mirar atrás y también para inevitables encontronazos con fuerzas de seguridad. La combinación de situaciones está realmente bien pensada y se traduce en un buen desarrollo de ritmo siempre excelente, al que, aun con sus clímax aquí y allá, le falta alguna escena verdaderamente memorable, de esas que recuerdas siempre y que pones en los Tops de… escenas y cosas. El inicio podría haber sido ese momento, quién sabe, si no lo hubiéramos visto cuarenta veces en tráilers, demos, imágenes y presentaciones. El apoyo de los amiguetes durante los “paseos” es más bien nulo más allá de instrucciones por radio, así que nuestros compañeros de aventura son otros; un muy buen diseño de escenarios y un sistema de control poco menos que perfecto. Asignar el botón de salto a uno que no sea A en Xbox 360 o X en PS3 parece una mala idea; hacer que sea LB/L1, parece una maldita locura. Soy el primer sorprendido, debo confesar, pero lo cierto es que funciona y de qué manera. Controlar a Faith es delicioso e intuitivo, a pesar de lo poco convencional de su sistema, que da una importancia enorme a la parte superior del mando. La adaptación no es instantánea, por la recreación de la inercia y la necesidad de ajustar bien algunos saltos, pero en pocos minutos corremos con soltura y dominamos la gama de movimientos que podemos ejecutar con los botones contextuales. Por ejemplo, LT/L2 sirve para agacharse, deslizarse por el suelo, encoger las piernas o hacer una voltereta para amortiguar la caída, en función de si Faith está quieta, corriendo, en el aire o a punto de aterrizar. Esto, junto con un comportamiento muy real de la cámara situada en los ojos de la heroína, transmite una sensación absoluta de control sobre su cuerpo. No sé cómo explicarlo, pero la jugabilidad es muy, muy ¿”orgánica”? y, desde luego, efectiva. Decía que, del mismo modo, el diseño de los niveles es realmente inspirado. Las distintas localizaciones son más variadas de lo que podría parecer y casi siempre admiten y proponen varias formas de llegar a un destino. No tanto ofreciendo varios caminos, que muchas veces también, como diferentes formas de pasar por el mismo. Más o menos rápido, con más o menos estilo, encadenando mejor o peor los saltos, con más o menos fluidez. No hay barras de energía ni nada similar para representar este flow (ni para representar nada más, de hecho). Los indicadores son la propia sensación de velocidad y la satisfacción de saber que estás jugando como es debido. Existe la opción de que uno de los caminos se marque pintando de rojo algunos de los elementos con los que podemos interactuar o debemos seguir. La verdad es que no altera demasiado la experiencia, ni para bien, ni para mal, e incluso sin esa guía es imposible perderse o estancarse: simplemente pulsando un botón, la protagonista dirige su nuestra mirada hacia donde hay que ir. Los enemigos son otro aspecto importante. Faith, aparte de runner es persona, y por lo tanto resiste muy pocos disparos. De algún modo había que compensar la ausencia de pinchos, lava y plataformas móviles flotantes que normalmente nos complican las cosas en este género. A veces es posible escapar, pero en ocasiones es más recomendable enfrentarse a la policía. Existen varios combos y movimientos de ataque, además de la posibilidad de desarmar al enemigo con una llave, pulsando un botón en el momento preciso. Activar el Tiempo de Reacción (el bullet time o cámara lenta de turno) es tan útil aquí como en los saltos más arriesgados. Como es lógico, podemos utilizar la pistola, escopeta o rifle del enemigo de turno. Pero es evidente que esto no va de marines calvos, así que no esperes emular al Jefe Maestro ni nada parecido. Poca precisión y menos munición para unas armas que van en contra de la esencia del juego, pues limitan enormemente la movilidad. Mirror’s Edge invita de forma descaradamente consciente a apretar el gatillo sólo como última opción. Las “pegas” que pone al uso de las armas no son un fallo del control, sino una virtud del diseño. Y la prueba es que nadie echará de menos las armas en el modo Contrarreloj. El gran extra, el “alargavidas” oficial es un Time Trial de los de toda la vida en el que debemos completar pequeños trocitos de la aventura, pasando por distintos checkpoints, en el menor tiempo posible. Carreras sin más, sí, pero que apelan al orgullo y a la competición de mala manera, y te enganchan hasta que logras bajar ese medio segundo para ganar al fantasma que te has descargado. Tiene pinta de añadido de última hora, sin duda, pero es un monumental acierto. A aquellos que analizan explícitamente por apartados, con titulillos y todo, les recomendaría que hicieran un pequeño cambio de etiquetas con este juego; en lugar de “gráficos”, deberían poner “estilo”. Ver un par de imágenes es más que suficiente para darse cuenta de que DICE se ha salido con la suya al crear un juego visualmente único. Todo es extremadamente plano, recto, con poquísimos colores (incluso hay plantas blancas) y carente de alma o calor. El ambiente es opresivo y sin embargo tan bello que a veces entendemos la decisión que han tomado la mayoría de habitantes de la ciudad. También tiene los polígonos que necesita, buenas texturas y animaciones y mejores efectos de luz (saluda al juego que te enseñará lo que es la radiosidad). Por tener, tiene incluso fallos, como alguna textura que tarda en aparecer, jaggies, y algún movimiento bastante ortopédico, pero… ¿y? La única decisión que me chirría en este aspecto es la que se ha tomado con las cinemáticas. Pienso que en una carta de amor a la vista en primera persona como es este juego (no me atrevería a hablar de inmersión en ningún otro plataformas, y aquí la hay a cubos) había que hacer un esfuerzo para ceñir la narrativa a esa perspectiva; ya hemos sido testigos varias veces de lo bien que puede quedar eso. Pero es que además, de ese modo se podrían eliminar transiciones y alargar fácilmente la duración del juego. Si al terminar un episodio nos obligaran a ir al parking de al lado a hablar con ese tío y la conversación fuera una parte más de la aventura, en lugar de cortar y poner un vídeo, la cosa ganaría. De hecho, hay un par de momentos más o menos así, que patean en todos los sentidos a los terribles dibujitos en Flash que tienen un poquito de gracia hasta que descubres que, por mucho que dé esa impresión, Cartman no va a salir. De la música no esperaba nada, porque nunca me había parado a pensar o preguntarme como sería, y he de decir que me ha sorprendido. Es electrónica, casi siempre tranquila, de la que te gustaría escuchar mientras tomas algo en un bar de moda y acompaña más que bien en todo momento. El tema principal, Still Alive, es igualmente bonico a pesar del desafortunado título. El sonido, por su parte, peca de simplón en ocasiones, pero nunca llega a ser demasiado criticable. Lo mejor, la respiración de Faith, que noté especialmente durante esa primera partida en la que, por motivos evidentes, opté por usar auriculares. Lo peor, el doblaje, que a pesar de la gran cantidad de voces conocidas (y que han hecho muy buenos trabajos en cine y televisión), es muy mejorable y denota desgana, incluso falta de respeto por el medio, en más de un momento.

Conclusión

Tal vez por la falta de referencias, tal vez porque no es trivial escoger esas referencias, en un primer momento es complicado saber hasta qué punto Mirror’s Edge es un buen juego. Al terminarlo, estaba satisfecho y tenía clarísimo que me había hecho pasar un buen rato, pero no sabía hasta qué punto me había marcado. Seguía dándole vueltas precisamente a eso cuando salí a la calle y encontré la respuesta justo delante, en todas partes. Me invadieron unas ganas locas de correr y de saltar, veía vallas en las que agarrarme y paredes en las que hacer wall rides. Maldita sea, ¡quería ser un runner! Pero no podía ser, así que simplemente fui a comprar la comida pensando en la segunda partida que empezaría… después de una buena siesta. A pesar de su aspecto de superproducción, Mirror’s Edge es como una película independiente. Es fresco, único y con una tremenda personalidad. Sus defectos cuentan relativamente poco al lado de un montón de virtudes, muchas de las cuales son las mismas que han dado al calificativo de indie las connotaciones positivas que tiene actualmente. Y también como toda buena película independiente, este juego enamorará a unos, gustará sin más a otros, dejará indiferentes a muy pocos y unos más, pobrecitos, ni siquiera lo entenderán. Pero hay que probarlo sí o sí.

Nota: 9

Ficha técnica Plataformas: PlayStation 3, Xbox 360 (analizada), Windows. Desarrollador: DICE Distribuidor: EA Género: Plataformas Precio: 69,95 € Código PEGI: 16+ Idioma: Totalmente en castellano. Fecha de salida: 13/11/2008 en consolas. Principios 2009 en PC