Análisis de Mulaka

El guerrero se llamaba Mulaka y, como el resto de los Tarahumara, era hijo de las estrellas. Al igual que muchos de los nacidos en la Sierra Madre, Mulaka era también un brujo. Un chamán. Con su visión sukúruame podía ver lo que para nosotros quedaba oculto. Lo que la muerte nos arrebataba. Armado con una lanza, corriendo con los pies ligeros que los dioses le otorgaron a su pueblo, el joven de la leyenda tenía la más importante de las misiones: volver a traer la paz y vencer a Terégori. Convencer a aquellos que decidían nuestro destino de que poseíamos algo de valor. Mulaka era el encargado de proteger su tierra; recorriendo el desierto, escalando montañas y perdiéndose entre paisajes de ensueño, los peligros que enfrentaba el joven no eran pocos y, sin embargo, él no temía a nada. Sus fieras batallas viajaban de pueblo a pueblo. Por lo semidioses eran escuchadas y así, ganándose sus favores, Mulaka se preparaba para la épica batalla.

Así está escrito.

En estas últimas semanas ha estado sobre la mesa el tema del realismo histórico, con sus defensores abrazando el concepto como si fuera una cualidad de medida objetiva y su presencia deseable. No lo es. La historia de cualquier pueblo —sí, también el europeo— se entremezcla con creencias y ficciones, con dejes culturales e interpretaciones que depende de nuestro carácter abrazar o disimular. Nosotros decidimos negar lo que otros celebran y donde los demás reivindican, los europeos callamos. Los criaturas que habitan en nuestros bosques, que reptan húmedas por la tierra, no tienen hueco en los libros serios. Es como si fueran mujeres. Pero es precisamente esta celebración de la mitología lo que hace de Mulaka un juego tan especial. Un título fantástico que sobresale por encima de los demás por su innovación. El estudio mexicano Lienzo depura y construye a partir de sus leyendas para acercarnos, fascinados, a los indígenas del norte de México y a su rico y variado patrimonio. Y todo lo hace desde el mimo y cuidado más absoluto.

La cultura Tarahumara se encuentra presente hasta en los mínimos detalles del juego, desde la forma de presentar la salud (dividida en tres, como referencia a las creencias tradicionales) al hecho de poder encontrar todo lo que necesitamos en la naturaleza. Así, la vida proviene del aloe, podemos fabricar explosivos con chia y obtener fuerza mediante la recolección de diferentes hierbas. Mulaka tiene un interés evidente en compartir su mensaje ecologista, el mismo con el que hace sólo un mes pretendía convencernos Fe. No obstante, la aproximación directa, honesta y sin artificios del título mexicano, resulta más agradable, cálida y comprensible. En Mulaka, la naturaleza es un aliado más en el viaje. Un elemento indispensable que existe para mucho más que para enmarcar. Los paisajes son bellos, sí, pero también, como nos queda claro, necesarios para nuestro bienestar.