Análisis de New Little King’s Story

Vaya por delante que nunca tuve la oportunidad de jugar a Little King’s Story, el juego de Wii sobre el que se construye este New Little King’s Story. Sé que ha habido cambios gráficos y artísticos, que se han añadido funciones táctiles y que el argumento no es el mismo, pero poco más. Este reboot comienza cuando el castillo del joven rey protagonista es atacado por un demonio. El rey y sus consejeros más cercanos logran escapar con lo puesto y ahora tienen la difícil tarea de reconstruir el reino, recuperar su castillo y rescatar a un puñado de princesas que estaban de visita. Ahí entramos nosotros. Nosotros controlamos únicamente al rey y debemos ir reclutando seguidores entre las ociosas y despreocupadas gentes de nuestro reino para que nos ayuden en nuestra misión. Cada ciudadano que reclutamos empieza a seguirnos y podemos darle órdenes con el botón cuadrado o la pantalla táctil. Así, podemos hacer que cargue contra un enemigo o mandarlo a cortar un árbol, cavar un agujero y tareas por el estilo. A medida que avanzamos construiremos una serie de talleres o gremios de distintas profesiones. Si enviamos a un ciudadano a uno de estos talleres se convertirá en soldado, granjero, leñador, cazador, etc. Cada profesión es experta en una tarea determinada: los soldados son mejores en combate, los granjeros cavan a mayor velocidad que el resto, los cazadores pueden atacar a enemigos a distancia con sus flechas… Lo vais cogiendo, ¿no? La mecánica jugable básica de New Little King’s Story es la de movernos por el reino seguidos por nuestro séquito (que va creciendo a medida que avanza la historia) y buscar tesoros, eliminar enemigos, construir accesos y llegar a nuevas áreas. Como cada profesión es experta en una cosa, nos pasaremos la vida ordenando nuestro pequeño ejército. Cada pulsación del botón triángulo hace que los miembros de una profesión se pongan en cabeza y sean los primeros en cargar cuando demos una orden. El problema es que al final tenemos unas veinte profesiones diferentes y podemos llevar miembros de todas ellas en nuestro séquito. Es un sistema por tanto muy engorroso y se me ocurren formas más sencillas de haberlo hecho, sobre todo si tenemos en cuenta que 1) hablamos de un juego que intentaba mejorar a otro anterior y 2) existen Pikmin y Pikmin 2, que logran utilizar un sistema similar con mucha mayor solvencia. Eliminar obstáculos o enemigos nos proporciona experiencia, dinero y objetos. La experiencia hace que nuestra guardia real suba de nivel; el dinero nos sirve para ir mejorando el reino, conseguir nuevos talleres y profesiones o adquirir nuevas habilidades que nos hagan la vida más fácil; y los objetos pueden ser de varios tipos. En su mayor parte son simplemente botín que canjeamos por dinero, pero algunos funcionan como ingredientes que podemos combinar para obtener nuevos ítems y otros son armas y trajes con los que podemos mejorar las estadísticas de nuestros personajes. Los objetos que equipamos cambian la apariencia de nuestros personajes y son en general muy absurdos. A las pocas horas de juego llevaréis soldados vestidos de ninja que usan como arma una silla plegable o un periódico enrollado, por poner un ejemplo. Además de la historia principal, que nos lleva a ir recorriendo nuevas zonas y eliminar a un jefe final para liberar a unas princesas (todo muy tópico, como veis), el juego también tiene un sistema de misiones opcionales que generalmente consisten en llegar hasta un punto concreto del gran mapeado y derrotar a uno o varios enemigos de nivel medio. Cuando liberamos a las princesas éstas nos asignan otras misiones que consisten en ir encontrando determinados objetos o recopilando información. Vaya, que nunca nos faltarán cosas que hacer. Gráficamente el juego es bonito, con unos modelados super deformed totalmente adorables e ilustraciones muy japonesas que adornan los diálogos y algunos acontecimientos destacados. La banda sonora usa con mucho acierto arreglos de famosas piezas de música clásica tan reconocibles como la Novena Sinfonía de Beethoven, el Réquiem de Mozart, algún fragmento de La Traviata de Verdi o Tocata y Fuga en Re Menor de Bach. Todo bastante bien, ¿verdad? No exactamente. El juego está también cargado de problemas y algunos son serios. La parte inicial del juego, en la que te explican todas las mecánicas, es un coñazo. Primero, porque no son tan complicadas como para requerir esas tediosas explicaciones y tutoriales, y segundo, porque hay una sección de ayuda en el menú que podemos consultar en cualquier momento. También debemos poner en la columna de cagadas la terrible traducción al español. El 80% de las frases suenan (es un decir, porque no hay doblaje al español) forzadas y hay graves errores de traducción en los menús que demuestran que nadie ha dedicado ni cinco minutos a revisar la traducción. Sin embargo, el mayor problema que presenta New Little King’s Story es que, cuanto mayor es nuestro séquito, más petardea el frame rate. Si sólo llevamos al rey y a un pequeño puñado de seguidores no hay problema y todo va suave. A partir de 17 la cosa ya empieza a molestar. Los escenarios son grandes y tener que recorrerlos con esa desesperante lentitud no ayuda a mejorar la experiencia. De hecho, toda la gestión de nuestro ejército está mal planteada y pobremente ejecutada: lo que ya he comentado antes de ordenar según profesiones, la precisión que exige dar órdenes cuando hay varios objetivos, lo difícil que es moverse en determinados terrenos sin que la mitad de tu ejército acabe cayendo a un nivel inferior… El encanto propio del juego y lo reconfortante que resulta ir ampliando tus fronteras y haciendo crecer a tu población hacen que sigas jugando, pero no son capaces de ocultar errores que posiblemente se podían haber evitado durante el desarrollo. [6]