Análisis de New Super Mario Bros. 2

No creo que vaya a ser poco común la opinión de que, habiendo jugado al primero, es sencillo prever qué ofrece New Super Mario Bros. 2; es razonable, tanto por el salto tecnológico, más parecido a un timidísimo paso hacia delante con los pies de puntillas, como por las pocas diferencias que se dejar ver en los vídeos promocionales: un par de poderes nuevos, un par de ayudas para jugadores mancos que sólo ayudan a provocar polémica tonta y poco más, porque al final la cosa va de avanzar y saltar. Va de avanzar y saltar, sí: es un juego de plataformas; lo que hace que esta continuación pueda presumir de estar por encima de su sucesor se aprecia en las distancias cortas, que es donde uno, ya sabemos, más se la juega.

Hay algunas novedades que llaman la atención nada más comenzar a jugar. La cantidad salvaje de monedas, por ejemplo: tenemos un contador que va de cero a noventa y nueve, que es el que tomamos como referencia para las habituales (y aquí muy comunes) vidas extra al conseguir cien monedas; pero también tenemos otro, que llega a las cuatro cifras y que cuenta el total de monedas que hemos conseguido en el nivel. Estos totales se suman, cada vez que terminamos una pantalla, a un contador de siete cifras que recuenta todas las monedas que se han conseguido en los tres slots de salvado que tiene el juego; además, activando SpotPass podemos contribuir con nuestras monedas en un contador global que junta todas las pipitas que han conseguido todos los jugadores de New Super Mario Bros. 2 del mundo.

La cosa va de avanzar y saltar, pero también y en gran medida de recoger monedas. La cantidad totalmente hiperbólica y exagerada de monedas que podemos recoger en cada nivel, la cantidad de oro que desfila por la pantalla, ¡los enemigos, incluso, que pueden volverse dorado recogiendo el objeto adecuado!; todo esto resulta hipnótico: es como estar frente a una pantalla en la que se retransmiten simultáneamente todas las bodas gitanas del planeta. El cebo es triple: tenemos los récords de los niveles individuales, mejor cuantificables vía monedas que vía puntos; tenemos el modo Fiebre del Oro, en el que se nos lanzan tres niveles aleatorios y, con un tiempo muchísimo más limitado que en el juego normal y sólo una vida, debemos conseguir el mayor número de monedas que podamos, multiplicadores y demás incluidos; y tenemos el gran cebo: la sorpresa que se desbloquea cuando llegamos al millón de monedas, objetivo último del juego. (De esto no puedo hablar demasiado: una partida entera, con una segunda vuelta por encima para conseguir más monedas estrella, no todos los mundos secretos terminados y unas cuantas partidas a Fiebre de Oro apenas llegan a las 30.000 monedas. Se dice, no obstante, que es una sorpresa por la que merece la pena conseguir el millón.)

Pretender que la gente juegue hasta conseguir una cantidad tan enorme de monedas sería una insensatez si el camino hasta el objetivo no mereciera la pena; New Super Mario Bros. 2 merece la pena, por suerte. No sólo es más divertido que el primero, sino que además se nota que su desarrollo fue más divertido. El diseño de niveles es imaginativo y está lleno de sorpresas de principio a fin; poquísimas veces nos encontramos con la misma idea repetida dos veces, sino que la gran mayoría de niveles son únicos. Ni siquiera cuando coge cosas de Super Mario Bros. 3 se conforma: la referencia suele ser más visual que jugable, y resulta muy refrescante encontrarse con tantas variantes tan bien pensadas de niveles que ya habíamos visto explotados (en el peor de los sentidos) sin demasiada sorpresa en el primer New Super Mario Bros.

Si funciona tan bien New Super Mario Bros. 2 es porque conoce perfectamente qué es: el equipo de desarrollo ha sabido trasladar las sensaciones del control de los Mario en dos dimensiones a esta nueva entrega, y todo, desde el salto y carrera hasta el vuelo del mapache o la velocidad por la que trepamos las rejas en los castillos es la perfecta. Es Super Mario tal y como lo conocemos y queremos, unido a un diseño de niveles formidable que sabe ponernos las cosas un poco más difíciles de lo que muchas veces esperamos en los momentos justos: salvando todas las distancias que se tienen que salvar en estos casos, me vino a la cabeza más de una vez The Lost Levels mientras jugaba a New Super Mario Bros. 2. No es que terminarlo sea un reto desesperante, sino que su dificultad está más en conseguir algunas monedas estrella o encontrar caminos secretos; hace tiempo que las vidas dejaron de ser una preocupación.

Exprimir el modo para un jugador como se merece es algo que requiere cierto tiempo y dedicación, pero si por el camino nos apetece probar otras cosas también podemos. Tenemos, por un lado, el modo Cooperativo: como en la edición de Wii, existe la posibilidad de que un colegui nos acompañe desde su 3DS y jugar juntos, uno como Mario y otro como el canalla de Luigi, los mismos niveles del modo individual. No va nada mal colaborar por el bien del equipo, sobre todo porque se comparten las vidas y las monedas, que cuentan para el contador total y multiplicadas por dos.

También tenemos el modo Fiebre de Oro, del que ya hablé antes. Viene a ser una variación con extra de arcade del juego principal: el tiempo más limitado nos lleva a ir más rápido y a medir mucho más cada movimiento, y las partidas, al limitarse a únicamente tres niveles (que varían en función de qué elijamos: pueden ser del 1 y 2, del 3 y 4 o del 5 y 6, con un extra en cada uno), son más breves. Invita mucho a rejugar y perfeccionar nuestra forma de afrontar los niveles; qué camino seguir para optimizar las monedas conseguidas y cómo llegar al final para alcanzar lo más alto del asta de la bandera y conseguir el multiplicador x2, esencial para hacer buenas puntuaciones. Es una variación del sistema de base mucho más divertida de lo que parece sobre el papel, e ir consiguiendo mejores puntuaciones a base de intentarlo una y otra vez es un aliciente que siempre está bien. (Y además las monedas se suman al total, con lo que cada vez te acercas más al millón. ¡Es el truco perfecto!)

Ni los gráficos ni el audio sorprenden, más allá de un par de efectos de sonido nuevos y algunos modelos de enemigo, como los peces macarras o los pájaros, muy rollo Yoshi’s Island; sí me sorprendió el efecto 3D, muy superior al de la mayoría de juegos del catálogo de la consola, por no decir todos: no sólo no es directamente molesto como ocurre tantas veces, sino que además está mejor pensado, con algunos juegos de desenfoques muy bien traídos.

No sé dónde leí que es mejor no tomarse New Super Mario Bros. 2 y sus semejantes como nuevas entregas, sino como spin-offs. Creo que es la forma más sana de afrontarlos: sometiéndolos a menos presión se disfrutan más y mejor. En este caso, además, creo que consigue ir un paso más allá de su predecesor añadiendo un diseño de niveles muy inspirado, el estilo de juego monedacéntrico (que parece que no, pero lo hace muy diferente al primero) y un par de extras, el multijugador y Fiebre del Oro, que no pasarán a la historia por ser los que más alargan la vida de un juego de la historia, pero sí que consiguen terminar de redondear este nuevo Super Mario que esta vez sí se siente de veras suficientemente nuevo como para hacer honor a su nombre. [9]