Análisis de New Super Mario Bros. Wii

Aún recuerdo mi decepción cuando, hace unos diecinueve años, probé el Super Mario Bros. original en casa de un amigo por primera vez. Mis avanzados conocimientos de inglés, heredados de ese gran maestro llamado Muzzy, me permitieron deducir que «2 player game» debía de significar «dos jugadores». Y como en esa época las consolas aún incluían dos mandos de serie, nos decidimos a jugarlo así. Sin embargo, la cosa no fue como esperábamos; primero jugaba uno, manejando a Mario, y después el otro, controlando a un personaje idéntico, pero con color verde. Eso de jugar por turnos, con un personaje desteñido, no nos gustaba nada, así que rápidamente volvimos al modo para un solo jugador, aplicando esa máxima, hoy casi extinta, de “vida o pantalla” para ir pasándonos el mando. New Super Mario Bros. Wii es el primer título de la saga que permite juego cooperativo al mismo tiempo, y no sólo para dos jugadores, sino que hasta cuatro personas pueden pegar brincos a la vez por el Reino Champiñón. El juego comienza con la fiesta de cumpleaños de la Princesa Peach, a la que, por supuesto, han acudido los hermanos fontaneros. Tienen una tarta ((En la que no hay ninguna vela; me pregunto qué edad tendrá Peach.)) gigantesca que haría las delicias de Gabe Newell, y guarda una sorpresa en su interior. No, no hay un boy, para desgracia de Peach, sino siete Koopa Kids y un Bowsy. Su intención no es darle un regalo, precisamente, así que meten a la princesa en la tarta y huyen, por lo que Mario, Luigi y dos Toad salen en su busca. El estilo visual el juego es idéntico al de New Super Mario Bros. de DS, con personajes modelados en tres dimensiones que se mueven por escenarios en 2D, a la antigua usanza. También conserva los movimientos que incorporó aquél, como el triple salto (heredado de los Mario en 3D) y el rebote en la pared, que es realmente útil para salir de algún que otro apuro. Además, añade nuevas acciones, como un salto giratorio, parecido al de Super Mario World, al agitar el Wiimando, que sirve también para eliminar la niebla que tapa la pantalla en algunas zonas. Aunque Camps no sea un personaje seleccionable, hay tres trajes nuevos. Con el Champicóptero (sic), los héroes salen despedidos en vertical al mover el mando y caen poco a poco, por lo que es ideal para alcanzar sitios elevados o escapar de los problemas. La Flor de Hielo sirve para lanzar bolas de ídem que se deshacen al de un par de botes y que congelan a los enemigos durante unos segundos. Podemos aprovechar ese momento para coger el bloque y lanzarlo, subirnos sobre él para llegar a otros lugares o simplemente aplastarlo salvajemente con el habitual salto bomba. El último ítem nuevo es el Traje Pingüino ((Me niego a emplear el término “Traje Polar” que aparece en el manual de instrucciones.)), que transforma al personaje en el ave más gracioso, con permiso del dodo y el kiwi. Se trata del mejor traje, ya que otorga la capacidad de lanzar bolas de hielo, además de deslizarse con su tripa por la superficie e incluso sobre el agua, en una nueva muestra de que Mario tiene poco que envidiar de los superpoderes de Jesucristo. De esta forma puede acabar con enemigos e incluso romper bloques. Por si fuera poco, cuando cambia el buzo de fontanero por el de pingüino puede nadar mucho más libre y rápidamente que sin él. Seguro que la NASA ya está trabajando para conseguir que el próximo bañador de Phelps tenga características similares ((¿Os imagináis al ‘Tiburón de Baltimore’ compitiendo en una Olimpiada vestido de pingüino?)). New Super Mario Bros. Wii se juega con el dichoso Wiimando en horizontal, como si de una NES se tratase, aunque también existe la posibilidad de jugar con el Nunchuk. La idea no está mal, pero al de un tiempo, el pulgar acaba doliendo por culpa de la pequeña cruceta. Puede que sea cosa mía, pero creía que tenía los pulgares ya suficientemente curtidos a estas alturas. Esto se podría haber evitado si se pudiera usar el mando clásico, que teóricamente se creó para juegos clásicos y en 2D. Desgraciadamente, no es así, ya que el sensor de movimiento se emplea para varias acciones. Aparte de las ya citadas, a alguien se le ha ocurrido la brillante idea de que ahora, para coger algunos objetos (como barriles o muelles), además de mantener el botón de correr pulsado, hay que agitar el mandito. Afortunadamente, los caparazones se siguen cogiendo y lanzando igual que siempre. También existe una serie de plataformas pensadas para usar el sensor de movimiento, con la intención de inclinarlas, hacerlas avanzar, etc. Éste es el uso del Wiimote mejor implementado, ya que aporta algo de variedad a un conjunto al que, francamente, estamos más que acostumbrados. El diseño de niveles es similar al de DS: pantallas no muy largas, con checkpoint intermedio y poca acción por los cielos (azules). No están mal, pero tampoco son el colmo de la originalidad. Quizá esté malacostumbrado a obras maestras en el diseño de escenarios, como los vistos en Super Mario Bros. 3 y Super Mario World ((Amo Yoshi’s Island sobre todas las cosas, pero no lo meto en el mismo saco.)). El objetivo en los Mario bidimensionales es simplemente llegar al final de la pantalla y subirse a la bandera, o lo que sea, de turno. Pero en los mejores de la saga hay elementos ocultos por todo el escenario, incluso en el que no se ve a simple vista, como el cielo. En muchas pantallas, la acción transcurría a diferentes niveles, el jugador elegía por dónde ir, y acababa llegando al final, o encontrando alguna salida secreta. En éste, apenas existen alternativas, carece de elementos que motiven al jugador a explorar un poco el escenario. En las obras magnas de la saga era habitual que en ciertas pantallas se nos acabara el tiempo y muriéramos por ello, al haber estado dando vueltas para encontrar alguna tubería oculta o una llave secreta, o simplemente porque el propio escenario nos invitaba a visitar hasta el último píxel. Aquí, en cambio, rara vez veremos un ‘Time Over’, ya que basta con tirar pa’lante. El aliciente es, nuevamente, encontrar las tres monedas estrella de cada nivel. La mayoría están ocultas en paredes falsas que se transparentan en cuanto entramos, parecidas a las vistas en Yoshi’s Island, o se consiguen fácilmente volando. En mi primera partida, sin detenerme especialmente a buscarlas, he dado con la mayoría de ellas. La gracia del juego está especialmente en su multijugador, obviamente. De esa forma, la experiencia resulta tan divertida como caótica. En el modo normal, los jugadores colaboran por el bien común. Cuando están muy separados, el propio juego aleja el zoom para que todos estén siempre en pantalla a la vez, aunque en ocasiones alguno puede quedar fuera y acabar muriendo por algún enemigo que no ve. Cada uno tiene sus propias vidas, y al morir, vuelve a aparecer en unos cinco segundos dentro de una burbuja, que estalla en cuanto es tocada por otra persona. Eso provoca que haya momentos de gran confusión en pantalla, con varios ítems saliendo de cada bloque, gente muriendo por doquier y volviendo a aparecer constantemente. Además, hace que el juego sea infinitamente más fácil, ya que a menos que todos hayan muerto a la vez (o en un lapso de cinco segundos), seguirán resucitando en el mismo punto en el que se encuentren los demás. Obviamente, cuantos más jugadores, menos probable resulta que todos fallezcan al mismo tiempo, y esto es aplicable también contra los jefes finales. Ahora, un jugador puede coger a otro para compartir su capacidad de vuelo o lanzarlo a otros lugares. Sin embargo, al contrario que en ‘Splosion Man— el mejor plataformas 2D de esta generación– la colaboración no es estrictamente necesaria. Cada uno puede hacer la guerra por su cuenta, que con llegar vivo al final de la pantalla es suficiente. Además, todas las monedas estrella se pueden conseguir jugando solo, por si no tienes amigos. En cualquier caso, lejos de lo que afirmaban algunas publicaciones hace meses, New Super Mario Bros. Wii no es nada complicado. Creo que es la primera vez que me paso la última pantalla de un juego de Mario a la primera, y eso que jugaba solo. Afortunadamente, aquí no regalan tantas vidas como en el de DS, pero es fácil tener más de cincuenta hacia la mitad del juego, sin hacer grandes proezas. Aunque han regresado los geniales barcos voladores de Super Mario Bros. 3, al menos tres de ellos, no suponen ningún reto. Yo incluso me detuve a conseguir vidas rebotando en balas de cañón, y no soy precisamente este tío. A esta falta de dificultad también contribuye el hecho de que disponemos de un inventario de objetos para usar antes de entrar a cada pantalla, como en la tercera entrega de NES. Y es muy fácil acumular gran cantidad de ellos. Al contrario que en el de DS y SNES, no existe un ítem en reserva para utilizarlo en plena acción. Claro que, yo soy demasiado fan de los Super Mario clásicos y me los suelo pasar cada cierto tiempo. Puede que no todo el mundo sea tan hábil como yo, no haya tenido infancia o, peor aún, fuera seguero. Para ellos, Nintendo ha incorporado un par de sistemas que les facilitarán las cosas. Al perder ocho vidas en una pantalla, para lo cual hay que ser rematadamente torpe, aparece un bloque de admiración verde. Si lo golpeas, sale un mensaje indicando que, si quieres, te muestran un vídeo en el que Luigi te enseña cómo superar el nivel. También existe la posibilidad de gastar monedas estrella en comprar vídeos con consejos sobre cómo encontrar ídems escondidas, salidas secretas o ver cómo sería una jugada maestra en una determinada pantalla. Cuando juega una sola persona, se puede volver a algunas pantallas ya pasadas para rescatar a Toad. Hay que sacarlo de un bloque, cogerlo y llevarlo hasta el final de la pantalla. Sí, amigos, las malditas misiones de escolta han llegado a Super Mario. Y todo para que nos dé una vida o tres putos champiñones; yo a partir de la tercera vez, dejé de salvarles. Como ya he dicho, el multijugador cooperativo es bastante caótico, así que la opción más divertida para cuatro jugadores es el modo competitivo, llamado Caza de Monedas. Es parecido al de DS, pero aquí se puede jugar en cualquier pantalla existente en el juego, además de cinco específicamente creadas para tal efecto. El objetivo es, como su propio nombre indica, conseguir la mayor cantidad de monedas. Para ello tendremos que putear a nuestros rivales de todas las maneras posibles. Tragarse a un amigo con Yoshi y escupirlo directamente a un barranco produce una sensación realmente gratificante. Es lo más cruel que ha hecho Nintendo desde el Virtual Boy. Resulta irónico que el propio título del juego alardee de “novedad”, cuando en realidad es un pastiche todos los juegos 2D de la saga, plagado de homenajes y guiños a diestro y siniestro. SMB3, SMW, SMW2, SM64 y Galaxy sí que fueron rompedores respecto a sus predecesores, incorporando elementos, mundos e incluso mecánicas originales, pero no necesitaban anunciarlo en su nombre. Parece que Nintendo le ponga a éste (y al de DS) la etiqueta “New” porque es realmente consciente de que apenas incluye nada novedoso; eso es lo único nuevo. New Super Mario Bros. Wii es un buen juego. Tiene lo que cualquier nintendero puede desear: plataformas bien pensadas, scroll persiguiéndote, algún que otro salto desafiante, toneladas de encanto y caparazones. Sin embargo, carece de la chispa de genialidad que atesoran los mejores de la saga. Se echa en falta unos niveles más inspirados y una mayor dificultad. El modo multijugador, el único añadido junto al uso del sensor de movimiento, es ideal para disfrutar con los colegas, aunque frustrará a más de uno por el caos generado. Es la misma fórmula de siempre, pero sin alardes. Ocho mundos (más uno secreto) con sus respectivos jefes finales y un total de 77 pantallas. Definitivamente, el “vida o pantalla” ha quedado desterrado. Que eso sea bueno o malo, ya depende de cada uno. [7]