Análisis de Nihilumbra

El camino que sigue Nihilumbra es parecido al de Braid: toma una idea y la exprime hasta donde considera necesario para contarnos una historia. Es un plataformas de puzzles, pero es una historia casi en la misma proporción: la narración es una parte importante del paisaje, con esas líneas de texto que se imprimen sobre los escenarios mientras el narrador las recita, solemne. Ambas cosas, en realidad, narración y mecánicas, se llevan hasta el límite: lo que hace la primera es más discutible (no es una mala historia, y sólo pierde un poco de fuerza por manida; su alcance y las ambiciones del juego pueden llegar a chirriar un poco, pero no seré yo quien me oponga a una historia que intenta contar algo interesante desde una posición tan humilde y honesta como lo hace la de Nihilumbra), pero la balanza se termina de equilibrar en lo mecánico.

Asignando al ratón, tras su llegada a PC, lo que en iOS se hacía con los dedos, debemos pintar con los distintos colores que vamos encontrando el mundo por el que se mueve nuestro protagonista, una creación del Vacío que saca la idea para su cuerpo antropomórfico de un espantapájaros; aprovechándonos de las diferentes ventajas que nos ofrecen los colores (hacer resbaladizo el suelo, ayudarnos a saltar más alto, conducir la electricidad…), debemos llegar hasta la salida de cada nivel, divididos todos en varias salas más grandes con cierto grado de exploración, lidiando con enemigos, distintos peligros y el propio escenario.

Quizá me habría gustado que el juego se diera un par de horas más para desarrollar a fondo ciertas ideas, pero durante las tres horas que dura una primera partida Nihilumbra prefiere ser corto que repetirse; pocas veces el mismo puzzle se nos presenta dos veces, y cuando lo hace sirve casi como autorreferencia, como cuando, en los niveles finales de cada mundo (en los que el scroll avanza solo y debemos huir del Vacío, que nos persigue llevándose por delante todo lo que se cruza en su camino), vemos el mismo salto que nos requiere pegarnos a dos paredes que están a distintos niveles, o un salto que tenemos que superar congelando el suelo y aprovechándonos de la velocidad que nos da el deslizamiento. Un editor de niveles, de no parecer tan dependiente de un arte como el que tiene la campaña principal, no habría estado mal, quizá; cuando terminamos el juego, sorpresa, un nuevo modo de juego, que convierte los niveles que ya hemos superado en un infierno sobre la Tierra sirve para llevar todavía un poco más hasta el límite las mecánicas que la campaña principal, por motivos que no me parecen difíciles de comprender, no se atreve a desarrollar tantísimo. Es brutalmente difícil, y sirve para ver que las mecánicas de Nihilumbra funcionan por mérito propio; no están tan pulidas ni son tan ejemplares como las de otros indies, pero son robustas y dan para más juego del que a menudo parece querer ser.

Es un momento tan bueno como cualquier otro para darle una oportunidad a Nihilumbra, si buscamos un plataformas más o menos sencillo, con algún puzzle muy inspirado y una vida más larga de lo que parece en un principio; quizá es el mejor momento, porque en PC tiene una pinta fenomenal, con mayor resolución y una banda sonora revisada que sorprende en más de una ocasión. No es especialmente preciosista, desde luego, pero más que cojear da igual; en cuanto entramos en sus dinámicas de juego, es fácil dejar de lado las apariencias. Quizá destacara más en un catálogo como el de App Store, donde hay muchos juegos buenos pero es difícil verlos entre el bosque de miserias que le asaltan a uno cuando le da por explorar los últimos lanzamientos; en PC su posición es otra, algo menos aventajada, pero sigue siendo un juego más interesante de lo que puede parecer en un principio. [7]

Nihilumbra está ya disponible, sin DRM, en su web oficial. A Steam llegará pronto, después de ser aprobados recientemente en Greenlight. Una demo está disponible aquí.