Igual que el Team Ninja quiso dejar claro con Ninja Gaiden 3 que hay vida después de Itagaki, Nintendo parece haber querido usar esta versión remozada, Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge, para dejar claro que hay vida después de lo casual: su apuesta por la ultraviolencia y el juego hardcore por excelencia, de lanzamiento al otro lado del charco y que ahora llega aquí, fue un golpe sobre la mesa. Un golpe por ser lo que es, por ser más de lo que fue en las otras consolas y porque, caray, resulta muy chocante ver a un ninja cortando brazos y piernas en un contexto en el que solemos esperar princesas vestidas de rosa y pikmins. Un golpe con ceño fruncido pero que no quiere perturbar más de la cuenta, por otro lado; el resultado final de Razor’s Edge tiene más de intención que otra cosa, pero algo está claro: de los Ninja Gaiden 3 que conocemos hasta ahora, este es el más Ninja Gaiden de todos. No es así por la violencia, por mucho que no estén de más los ríos de sangre y las cabezas cercenadas, muy marca de la casa. Podrían haber ayudado a remarcar esa dualidad entre la misión a cumplir y los mil y un cadáveres que Ryu deja por el camino para conseguir su objetivo, ese ridículo dilema moral que parece querer darle algo de interés a la historia y que aquí se mantiene ridículo, aunque está rebajado en pesadez y, por el camino, también diluido por algunos de los sustitutos a esas escenas terribles del Ryu atormentado por su brazo maldito que se han incluido en Razor’s Edge: si las masacres del original nos hacían pensar y sentir poco de eso que el Team Ninja buscaba, añadir nuevas matanzas como reemplazo de esos momentos oníricos de antes sigue sin tocar las teclas adecuadas. No creo que eso deba ser un problema, en cualquier caso. Aquí hemos venido a jugar y a conseguir las máximas puntuaciones en cada nivel y a sentirnos como ninjas encadenando tajazos y movimientos finales sin que los malandrines nos corten el rollo. La cosa ha mejorado mucho desde la última vez que vimos a Ryu. Los enemigos son más agresivos y saben atacarnos mejor, saben obligarnos a usar todos nuestros recursos para evitar acabar muertos. Los golpes, tanto nuestros como de los malos, se han ajustado para que el reto sea mayor; la vida que recargamos con los ninpos es menor, y la potencia de los ataques especiales es menos disparatada: nos dan un respiro, pero no nos hacen invencibles. La variedad de armas es mayor, y además de las dos adicionales que ya conocíamos hay otras dos que vamos desbloqueando a medida que avanzamos; el sistema de mejoras quiere añadir un plus de personalización que se agradece. Sabe contenerse también con los QTE y todo lo que nos aparta del combate. Seguimos teniendo que pulsar el botón adecuado en el momento preciso, pero en la mayoría de los casos no es un problema: podrían haber sido muy creativos, pero machacar X en los segundos finales de un enfrentamiento para ver cómo Ryu se ensaña con especial crudeza con el malvado de turno, sea humano, animal o dinosaurio (no se ha dicho lo suficiente: brillante que haya un dinosaurio, raro que sea un cyborg y terrible la batalla contra él) está bien. En muchos casos no se nos indica qué botón debemos pulsar: no hay que ser muy listo para saber que si estamos a punto de caernos por un barranco hay que saltar, y que si nos dirigimos a toda velocidad hacia la vulnerable cabezota de un soldado lo que queremos hacer es arrancársela de un tajazo. Todo esto soluciona varios de los problemas del anterior juego, pero en otras ocasiones sólo consigue dejar en evidencia algunas flaquezas de diseño que tienen difícil arreglo. Había mucho que arreglar, y arreglarlo todo implicaría no sólo tiempo y esfuerzo, sino prácticamente hacer otro juego. Por ejemplo, la variedad de armas fue algo muy echado de menos, pero la variedad de enemigos le andaba a la zaga y no se ha hecho nada por solucionarlo, a pesar de ser un problema bastante más grave. Ponme una katana y unos enemigos variados y que exijan plantearse cada combate de una manera diferente y llámame tonto: Razor’s Edge se permite avanzar a base de enemigos que son apenas variaciones de los anteriores, en lugar de sorprender con retos inesperados y rutinas de ataque que vayan más allá de las diferentes variaciones posibles que pueden nacer del soldado raso, el pequeño y rápido, el grande lento pero fuerte y los coleguitas que atacan con proyectiles desde lejos.
Aunque mantiene el tipo con mucha dignidad en la mayoría de las ocasiones, algunos de los problemas técnicos del original se mantienen. Fluido durante la mayor parte del tiempo, a veces hay caídas de frames que empañan la experiencia, especialmente cuando estamos ocupándonos de grupos grandes.
Los problemas de Ninja Gaiden 3 son demasiado profundos como para solucionarse por arte de magia metiendo dos armas nuevas y subiendo el nivel de dificultad. La inclusión de Ayane como personaje jugable, a pesar de su brevedad, podría haber aportado algo significativo; por muy amigo que soy de la idea de darle a esta chica un juego para ella sola, en sus fases no vemos nada que no hayamos visto jugando con Ryu, así que sólo consiguen alargar el juego un poco y darnos un pequeño respiro del dramón del ninja y los terroristas y los magos. En el fondo, ningún problema con que el juego se alargue ni con que haya más escenas de acción: perfecto, porque Razor’s Edge es divertido. Esencialmente es un juego divertido, excepto cuando se empeña en no serlo (algunos jefes son terriblemente aburridos; la estructura de pasillos y espacios amplios es muy cansina, además de dar lugar a algunas de las paredes invisibles e incoherencias más sangrantes que recuerdo; algunos enfrentamientos con enemigos especiales matan el ritmo), y todo lo que tiene de Ninja Gaiden funciona muy bien. Hayabusa sigue controlándose muy bien, atacar, defender y esquivar sigue siendo muy satisfactorio y la sensación de progreso, reforzada ahora por el sistema de desbloqueos, es óptima. El problema es que donde antes había un ejemplo de cómo hacer un hack’n’slash, un juego al que los demás miraban con envidia, uno de los popes del género y de cierta filosofía y forma de hacer las cosas, ahora hay uno más. Razor’s Edge sigue sin ser extraordinario; es un buen juego, mejor que la versión previa, pero uno de esos que no pueden ser puestos como ejemplo, que no pueden recomendarse con la misma ausencia de miramientos a aficionados y a legos en el hack’n’slash. Cualquiera que tenga un Wii U y sea fan del género podrá disfrutar de Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge como, quizá, no hizo con el original; para todo lo demás, quizá sea mejor esperar a Bayonetta 2. [7]
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la verdad es que no me llama, next
Curioso, esto de hacer Ninja Gaiden 2.5 para mejorar —sobre eso no hay discusión, aunque no lo tuviese muy difícil— Ninja Gaiden 3. Reconocer que todas las ideas propias eran malas, como mínimo con esa implementación, es una bajada de pantalones un poco incómoda… Espero que haya servido para que el Team Ninja actual mejore.
Hablando de bajadas, viendo las del framerate tiene guasa que sea esta gente la que defienda Wii U como consola de nueva generación con potencia más que suficiente.
@pep_sanchez
Siendo usted la autoridad en materia de hack n slash, que hago si sacan esto para ps3/360 ¿yay or nay?
@razker
Lo sabrá @chiconuclear mejor que yo, que he jugado poco a éste de Wii U. Yo no he catado, por ejemplo, la actualización gratuita con Momiji y Kasumi, que no se ha podido descargar desde hoy y su gracia tendrá.
Pero bueno, me imagino que si no has jugado al 3 original te lo podrías pensar, sí. De lo contrario, solo a muy buen precio y por los logros.
Es una pena que este tipo de juegos solo sean considerados de mediocres cuando salen en según que plataformas y se les quité mala importancia cuando sale para otras. Lo que daría yo por ver las notas mundiales de Zombie U de haber salido solo en PS360, ayy…
Sabiendo lo que se sabe de esta consola, hacerse el loco cada vez que sale un juego, esperando una potencia gráfica 7 veces mejor a lo de ahora cuando Nintendo no ha prometido nada de eso me parece de tontos.
No jugué al original por lanzamientos masivos durante todo este año, pero claro tengo por lo poquito que he leido en todas las review es que si una versión del título merece bastante más la pena incluso sin sus añadidos gratuitos, es la de Wii U.
Buen análisis Chiconuclear.
@apache
Verdades como puños
@apache
@tetas_al_viento
¿En serio? No estoy seguro de haberlo entendido bien, pero si veis trato de favor hacia PS3 y Xbox 360 justo con Ninja Gaiden 3, de verdad, tenéis un problema gordo.
No, desde luego no me refiero a NG3 para las otras 2, si no a puñados de ejemplos de juegos normalitos que acaban saliendo en PS360, y con muy poquito llegan al 7 y en muchas ocasiones lo superan.
Otras consolas de otras marcas y creo que no hace falta hacer mucho hincapié en cuales, con títulos iguales o incluso mejores, como puede ser Sonic Colors en frente del Generations, si existe la suerte de que se lo pasan antes de analizarlo, no sé yo si por ausencia de HD o por alguna otra excusa barata el juego se devalúa solo porque a salido en la «inútil» de Wii.
Y por lo poquito que estoy viendo en los inicios de Wii-U la cosa pinta exactamente igual.
Y ni me refiero a este análisis ni a la nota del mismo (la cual creo más que acertada), pero los comentarios al respecto de los mismos sí que cantan.
Vamos hombre, siendo sinceros su mediocridad viene de antemano, este juego tiene problemas que un juego en su tercera entrega y en este género no debería tener, como su menos que perfecta cámara, por algo Ninja Gaiden siempre se llevado notas, no malas, pero sí que no las deseadas.
@pep_sanchez Para mí el Ninja Gaiden 3 ha recibido lo que ha merecido. Sin ser un mal juego, el de 360 me pareció normalucho y muy inferior a los dos anteriores. Me lo pasé bien, pero no creo que lo vuelva a jugar, cosa que si he hecho con los anteriores (y que volveré a jugar). Eso sí, parece que esta versión de WiiU ha mejorado bastante a las versiones ps3 y 360.