A mediados de la década de los 2000, Nintendo inició una nueva estrategia de marketing apelando a conceptos que en ese momento eran aún ajenos a la industria. Su intención no estaba limitada a marcar distancia con sus competidores sino que, además, tenía como objetivo convertir a la empresa en la encargada de redefinir el concepto de videojuego, un entretenimiento que en ese momento se ligaba a la juventud, la violencia, la soledad y el sedentarismo. En lugar de dirigirse a «los jugadores», Nintendo intentaba llegar a «las familias» con propuestas que, al estilo de los juegos de mesa clásicos, podían disfrutarse en compañía. En este sentido, Wii Sports puede considerarse una punta de lanza de esta filosofía de juego, este cambio de imagen, que ha hecho de la compañía japonesa una rareza que consigue marcar, incluso a día de hoy, sus propios tiempos.
Las circunstancias que rodean el lanzamiento de Nintendo Switch Sports son muy distintas a las que acogieron a Wii Sports. La consola híbrida es ya una marca conocida, y sus posibilidades más imaginativas ya han sido presentadas gracias a títulos como Nintendo Labo, Snipperclips o 1-2 Switch. La faceta de party game ha sido explotada con Mario Party, Mario Superstar o, incluso, el imbatible Mario Kart 8. Además, Nintendo ha intentado innovar y redefinir el concepto de juego en Swich a través del valioso Estudio de videojuegos o el curioso Mario Maker. Por tanto, Nintendo Switch Sports tiene poco margen para sorprender a los jugadores en una época en la que Ring Fit Adventure ha demostrado, gracias a su popularidad, el interés por los juegos casuales para hacer deporte ligados a un hardware tan dinámico como el de Switch.
Los seis deportes propuestos por Nintendo Switch Sports —tenis, bádminton, fútbol, chanbara, bolos y voleibol— presentan acercamientos distintos tanto al multijugador familiar como a la práctica del propio ejercicio, creando en conjunto una experiencia muy desigual. De todos las disciplinas, el bádminton es la mejor diseñada tanto desde el punto de vista del party game como del juego de deportes. En modo competitivo o cooperativo, local o online, el voleibol permite crear partidas para hasta cuatro jugadores en las que las propias bases del deporte fomentan la comunicación entre los participantes. Los diferentes movimientos básicos que tenemos que aplicar al jugar: el saque, la recepción, la colocación y el bloqueo, son muy intuitivos y se corresponden perfectamente con lo que vemos en pantalla. Por si fuera poco, el juego se adapta a varios niveles, aceptando con generosidad diferentes tiempos de reacción a la hora de rematar cada una de las jugadas. El tenis, el bádminton, la chanbara y los bolos aciertan a la hora de integrar los movimientos del jugador en la partida, fallando en el momento de introducir la suficiente variedad como para seducir a los jugadores experimentados. En bádminton y en chanbara, por ejemplo, podemos ejecutar un par de ataques especiales limitados pulsando, una serie de botones mientras acompañamos el movimiento. Aunque esto puede aportar variedad e, incluso, definir las primeras partidas, en seguida la experiencia se vuelve plana y monótona en su repetición.
En bolos, la principal novedad es que todos los jugadores pueden lanzar de forma simultánea, en su propia pista, en una versión mucho más ágil de las competiciones de Wii Sports. Sin embargo, y aunque muchos lo agradecerán, este cambio también limita la comunicación entre jugadores y la experiencia colectiva a la que apuntan los party games. Ante lo simple del diseño (bolos es la disciplina más sencilla de dominar), Nintendo da la posibilidad de jugar en una versión de «fantasía» en la que la pista se llena de obstáculos que ponen a prueba nuestra precisión. Este acercamiento poco formal domina totalmente el diseño del fútbol, una disciplina que, en mi opinión personal, no tiene sentido dentro de la filosofía de Nintendo Switch Sports. A diferencia del resto de deportes, el fútbol —con la excepción del juego de los penaltis— no integra en su diseño movimientos equivalentes entre jugador y personaje, haciendo la experiencia mucho menos intuitiva. Además, el fútbol es el único de los deportes que nos obliga a movernos por el campo, dependiendo para correr de una barra de estamina, algo que puede funcionar como barrera para aquellas personas que nunca han tenido contacto con un juego en 3D.
Quizás el aspecto más polémico de este Nintendo Switch Sports es la agresiva diferencia que marca entre su vertiente de juego de fiesta y de juego deportivo. Si jugamos en solitario o si deseamos ver una progresión en nuestra partida, nuestra única posibilidad pasa por competir online con jugadores de todo el mundo, usando para ello el servicio de suscripción de Nintendo, algo que hay que abonar aparte. Aún así, la progresión, que viene de la mano de un buen sistema de matchmaking, solo se traduce en el desbloqueo de varios elementos cosméticos que están disponibles de forma temporal y que difícilmente pueden conseguir generar interés a largo plazo.
Aunque Nintendo Switch Sports, con su renovado y más que atrayente apartado visual, se presenta como un sucesor de Wii Sports, lo cierto es que esta secuela no consigue inspirarnos los mismos sentimientos que el juego original. En su faceta de party game parece demasiado irregular, mientras que como juego deportivo parece una propuesta aún sin terminar. Puede que el contenido previsto de cara al futuro, como la llegada del golf, consigan darle al título la presencia y la solidez que merece. Aunque solo eso no será suficiente. Lo que necesita Nintendo Switch Sports es un sistema que nos impulse, a pesar de toda la oferta en Switch, a volver, una vez más, a jugar.
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No golf no party.
Marta matando las notas 😔
No notas no party. Buen artículo!