Paper Trail cuenta la historia de Paige, una joven que decide irse de casa para cumplir sus sueños académicos, después de que su familia se oponga a su intención de estudiar astrofísica. Explorar el mundo es la forma que encuentra Paige de conocerlo; para ello, tú, al otro lado de la pantalla, tienes que ayudar a la joven a encontrar los caminos correctos, haciendo pliegues aquí y allá para resolver los puzzles que componen el mapa del juego y acercar a Paige a su sueño de entrar en el mundo académico.
La mecánica principal de Papel Trail es sencilla, pero sus ramificaciones y las variaciones que va proponiendo el juego la llevan por lugares sorprendentes. Por un lado, podemos mover a Paige por los niveles, como a un personaje estándar de videojuego; por otro, cogiendo y arrastrando los bordes o las esquinas de cada pantalla podemos doblarla, plegándola sobre sí misma para hacer los ejercicios de papiroflexia necesarios para abrirle camino a la joven académica. Alrededor de esta idea se diseñan los puzzles que componen Paper Trail, sumando nuevas mecánicas a medida que avanzas por los distintos capítulos en que está organizada la historia; al principio basta con encontrar los pliegues que formen el camino que necesitas para avanzar, pero pronto entran en juego las casillas numeradas, que te permiten formar puentes conectando caminos según las caras de dado que muestran, o las balsas que se mueven por el agua siguiendo una dirección específica, por poner dos ejemplos más o menos tempranos. Es un juego de puzzles bonito, que quiere transmitir algo (sensaciones, más que una historia muy concreta, seguramente); no es uno de esos que se pueden permitir el lujo de ser feos y ponerte en aprietos constantes, y de ahí que la curva de dificultad sea suave aunque estricta: hay que pensar, pero se reserva los puzzles más enrevesados y complejos para los coleccionables (figuras de origami escondidas en las partes más inaccesibles de algunas pantallas) y quizá para el tramo final.
No se busca aquí encontrar los retruécanos gongorinos de un Can of Wormholes o un Stephen’s Sausage Roll, sino encontrar un equilibrio a veces más complejo de lo que parece entre un diseño de puzzles robusto y la delicadeza y exquisitez de una dirección de arte, de nuevo, más inteligente de lo que quizá se deduce viendo unas cuantas capturas de pantalla o incluso un vídeo. Las pequeñas escenas interactivas con las que se cuenta la historia son un buen ejemplo del excepcional gusto de Paper Trail, que invade cada nivel y hace que exploremos cada puzzle con la misma mirada con la que se recorre un libro ilustrado. Son, aunque puedes saltártelas, minúsculos rompecabezas en los que vas descubriendo nuevos dibujos a medida que pliegas papeles, mientras la voz de la protagonista narra diferentes episodios de su vida. No son un reto, pero su misma presencia refuerza, haciendo que el origami sea una mecánica incluso durante los momentos menos cerebrales, la conexión que tienes con el mundo del juego: es natural, acabas sintiendo, la idea de que en esta realidad hay que hacer pliegues para encontrar la manera de avanzar. Esta metáfora de la papiroflexia es suficientemente flexible como para usarla en más de una dirección, y Paper Trail es consciente de ello, y lo aprovecha.
Es, al mismo tiempo, un juego menos hot que otros de su estilo. Si fuera un emoji, posiblemente fuera este: 🤔; creo firmemente que hay espacio para todos los tipos de juego en este mundo, y que en ocasiones, de hecho, el paladar agradece lo templado, pero a una mecánica como la de Paper Trail quizá le habría ido bien algún momento más decididamente 🤯 aquí y allá, o ser un poco más 🥵 y tenerte con la intriga de cómo se resolverá tal o cual puzzle durante más tiempo que el que pasas delante de la pantalla. Quizá así habría sido más fácil sentirse más cerca de Paige, entender mejor su pasión por el conocimiento, empatizar más con los motivos y traumas del pasado que la han hecho ser como es; quizá entrelazar con más fuerza fondo y forma habría estado bien, no tanto porque se le noten ausencias como por la sensación de que el excepcional trabajo de Newfangled Games está algo más condicionado de la cuenta por unas ambiciones (artísticas, visuales, narrativas) que en alguna ocasión limitan, limitándose ellas mismas a la vez, el desarrollo libre de un diseño de puzzles por lo demás muy agradable y calculado con una precisión genial, relajado sin resultar tonto e inteligente sin ir de listo. Lo peor que se puede decir de Paper Trail es que es un pasatiempo brillante que se las apaña para apelar al mismo tiempo al corazón y al cerebro, y que cuenta una historia delicada y sensible sobre la curiosidad y el hambre de conocimiento incluso cuando las circunstancias parecen hacerlo imposible. Ya le gustaría a la mayoría poder presumir de ese defecto.
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El finísimo uso de emojis es muestra de lo buen escritor que eres.