Análisis de PES 2014

Me imagino a Seabass Takatsuka inclinado en su escritorio, buceando con una concentración que solo los japoneses son capaces de alcanzar en una tonelada de papeles, de estadísticas, cifras, algoritmos, bocetos, esquemas y diagramas. Un hombre que dominó la simulación futbolística sin abandonar la diversión, y que en poco años vio cómo el prestigio de su franquicia se desintegraba y se deslizaba entre sus dedos como arena. Metódico y trabajador, seguro que dio vueltas y más vueltas a qué demonios había fallado, que lucecita se había apagado en el proceso de hacer que Pro Evolution Soccer, efectivamente, evolucionara con los años y, sobre todo, cómo combatir el brío insultante y apuesto de su rival. La solución al problema nunca estuvo clara, ni para él ni para nadie, pero con Pro Evolution Soccer 2014 se confirma que ahora al menos Konami tiene un plan. Y eso no es poca cosa.

Amigo, te garantizo que con Baptista, Pablo García y Diogo, el Madrid no solo será el equipo que mejor juegue con la pelota sino también el que mejor juegue sin ella.

—Tomás Roncero

En plenos estertores finales de la actual generación, cualquiera que sepa un poco de qué va esto tenía claro que no cabía esperar grandes cambios en las nuevas ediciones de PES y FIFA, pero la saga japonesa se ha marcado un giro Shyamalan que no responde a lo habitual. El nuevo PES 2014 no solo se somete a una refundación visual usando el FOX Engine de Kojima y sus ingenieros ninja cibernéticos, sino que también ha hecho un «fold» en las nuevas máquinas de Sony y Microsoft, retirándose y dejándole todo el pastel de la next-gen a EA por primera vez desde hace casi dos décadas. Sumadle a esto que Seabass ni tocó la edición de 2013 y solo ha trabajado a medias en este 2014 y el plan parece más o menos evidente: el «all in» viene en PES 2015, quedando PES 2014 con un juego de transición.

El concepto de «juego transicional» es una tontería como un castillo, pero quizá también es justo reconocerle cierto espíritu transitorio, como una suerte de experimento-sonda para ver qué debe cambiar en el primer intento serio de devolver la franquicia a lo alto del trono. El resultado es un juego descompensado, un juego chachachá que da un paso adelante y otro atrás casi de forma sistemática. Donde los modelados de las estrellas son tan detallados que rozan lo inquietante pero el resto de futbolistas parecen sacados de Los Sims. Donde las animaciones de cada jugador son fluidas y elaboradas y auténticas, pero ralentizan el ritmo de juego y devienen en pesadilla cuando reciben un plano corto —en la presentación del partido, las celebraciones o la moviola de repeticiones—, bajando la tasa de frames por segundo hasta casi desconectarse del resto del juego, como un mal vídeo insertado ahí sin venir a cuento.

A PES 2014 le pierde el trabajo a medio a hacer, un proceso de pulido que seguramente ni siquiera se produjo, y una presentación inicial que sigue sin saber cómo venderse. Los menús y el tono general de la interfaz se han apartado un poco de aquel aire japonés incómodo y poco accesible, pero sigue adoleciendo de una precariedad gris y deprimente. Nada más arrancar el juego por primera vez, nos asalta una avalancha de opciones de configuración ineludibles acompañadas del Nessun Dorma, y al quinto recuadro de texto uno ya no sabe si está intentando jugar a la consola o rellenando un formulario infinito en una sala de espera con hilo musical. En Konami siguen sin enterarse de una presentación bonita no muerde.


Por fortuna, una vez sobre el nuevo césped renderizado por la gracia de Kojima, vuelve a ser donde PES se sacude las pulgas y empieza lo bueno. Este año hay novedades en el control, como un nuevo sistema de pase en profundidad que nos permite marcar la trayectoria exacta del balón además de la velocidad una vez dominado —y creedme si os digo que no es nada fácil— y el nuevo tiro, que también otorga más libertad de acción —aunque sigue existiendo una paradoja: tan difícil es disparar fuera de los tres palos como acertar en el sitio por donde queremos disparar—. Ambas opciones se pueden desactivar y volver al sistema de siempre, algo que los menos familiarizados con la idiosincrasia PESera quizá prefieran.

El aspecto de los partidos sigue siendo estupendo, con un ambiente menos colorido (y más realista) que ahora parece más vivo que antes gracias al nuevo público, que se mueve más y mejor y que también parece más condicionado por lo que sucede en el campo. Una patada por detrás a la altura del gemelo del equipo visitante al local y subid el volumen para oír el odio mismo convertido en abucheo. El comportamiento del balón sigue siendo un poco errático, pero la interactividad entre el jugador y la pelota vuelve a compensarlo con un control tan exigente en capacidad de memorización de combinaciones y exactitud en el timing como satisfactorio cuando uno logra domarlo. El toque en medio campo y los pases tensos y verticales para batir líneas adversarias siguen marcando la identidad de PES y alzándose como su punto fuerte. Es más divertido hacer rondos que atacar, driblar o rematar centros, algo que convence o repele al jugador según sus gustos y estoy seguro de que Xavi Hernández sería más PESero que FIFÁn.

Los modos de juego en PES 2014 se han puesto a régimen y ahora hay menos variedad, pero la Liga Master sigue siendo la columna vertebral de la experiencia offline, ahora con el suculento añadido de que podemos irnos a otros equipos e incluso dirigir selecciones nacionales si alguna federación nos hace una oferta. La IA de los equipos controlados por la máquina sigue en la tónica habitual en la franquicia: casi siempre estupenda y digna rival pero con alguna pájara, como las que también tiene el árbitro cuando de vez en cuando se come fueras de juego clarísimos o faltas dignas de la UFC.

Pro Evolution Soccer 2014 sigue fiel a sus propios principios, incluso en esta época convulsa de cambio y reinvención, pero en esta edición «transicional» las propias mejoras y novedades parecen jugar un poco en su contra. La forma de arrastrarse gráficamente en algunos momentos deja claro que quizá el nuevo motor le viene algo grande a estos cacharros moribundos, y da la sensación de que los rasgos definitorios de la saga no han terminado de acoplarse del todo con los engranajes del progreso que prometen un resurgimiento futuro. PES 2014 es un adolescente de voz errática y acné severo, un proyecto a medio hacer de lo que, juran y perjuran, será —tiene que ser— el salto de calidad y la puesta al día con los nuevos tiempos que todo el mundo exige. De momento, otra vez, nos tocará esperar.