Un instante tallado en madera

Análisis de Pine: A Story of Loss


Pine: A Story of Loss

13 de diciembre de 2024
PC y Nintendo Switch
Made Up Games / Fellow Traveller

Mientras la mayor parte del sector del videojuego tenía su vista puesta en The Game Awards, Fellow Traveller publicó un juego contenido, no muy largo, confeccionado con mucho sentimiento, pero también con alguna que otra aspereza, un resultado similar al que obtenemos al tallar un trozo de madera hasta descubrir la escultura que aguardaba en su interior. Pine: A Story of Loss es, como su nombre indica, un juego sobre la pérdida. Quizá no goce de la profundidad idónea para ayudarnos a superar un duelo, pero sí logra reflejar una historia con la que podemos conectar gracias a una de sus decisiones más arriesgadas: optar por un gameplay repetitivo y anodino.

Pine: A Story of Loss no es un juego aburrido o tedioso, pero gran parte de sus momentos jugables están enmarcados en un bucle de acciones que repetimos día tras día. Nuestro protagonista pasa sus días realizando las tareas necesarias para subsistir en su hogar autosuficiente: regar el huerto, extraer agua para sus plantas o segar para poner a secar lo recolectado en pos de reforzar su tejado cuando el clima se encrudezca. Estas tareas cambian en función de la estación del año, pero todas ellas se realizan con un intuitivo movimiento de ratón para completar el recorrido que aparece en pantalla o, en su defecto, con algún que otro clic.

Ninguna de estas tareas está fuera de lugar, pero el juego de Made Up Games no tiene prisa alguna por avanzar, haciéndonos pasar por la misma rutina las suficientes veces como para que más de una ceja se impaciente y comience a arquearse. Y es en este punto conflictivo donde radica uno de sus puntos fuertes. Es una decisión que puede alejar a más de un jugador, pero que consigue que entremos en el mismo bucle mecánico que el protagonista, logrando que las acciones se desdibujen y las ejecutemos sin reparar en ellas. Nos lleva a un estado mental idóneo para que cuando aparece un estímulo que haga que ella —la amada del protagonista, quien desde el comienzo está presente a través de su ausencia— entre en escena. El protagonista revive en el colorido mundo del recuerdo, de la misma forma que el jugador encuentra en estos viajes por su memoria una pequeña ventana a la preciosa relación de ambos.

Reducir toda la parte jugable a estas tareas diarias que realiza el protagonista para seguir adelante sería falta a la verdad. De vez en cuando Pine: A Story of Loss nos presenta un minijuego capaz de revitalizarnos ante la opción de abandonar este funcionamiento autómata. Estas pildoritas jugables estás enmarcadas en los recuerdos del protagonista: la distribución del huerto a través de un puzle, la elaboración de un instrumento rudimentario siguiendo la guía que marca la dulce voz de su amada o un sencillo juego de ritmo. El más potente a nivel visual es uno que rompe con la agradable propuesta visual del juego para reflejar el estado mental del viudo, una suerte de jaula mental materializada en un pinar de pesadilla.

El pinar que se yergue frente al hogar de este buen hombre tiene un peso esencial en el juego. Comenzamos Pine: A Story of Loss talando un árbol —habrá quien se haya acordado de Kratos ante este inicio, ya que en 2018 también acabó con un árbol hacha en mano tras la muerte de su esposa— y no dejamos de regresar a este lugar de cara a preparar la leñera para el invierno. Nuestro protagonista vive solo, por lo que se ve obligado a pasar sus días en completo silencio. Encuentra una vía de escape para poder transitar su proceso de duelo en la talla de madera, perfilando distintos tocones con su hacha hasta elaborar una figura de su amada. Puede que el proceso resulte algo tosco, pero una vez más, esto le aporta cierta capa de verosimilitud que potencia la inmersión.

La muerte es parte de la vida. Es una experiencia universal, sea cual sea la postura que adopte cada cultura al respecto. La muerte —que sepamos— es un punto y final para quien deja esta vida, pero para sus seres queridos es el comienzo de un proceso muy duro. «El duelo es el precio a pagar por gozar de estas conexiones que nos humanizan y dan sentido a nuestra existencia», comentaba Elena C. Alonso al reflexionar sobre la representación de este proceso en el videojuego, un tema muy presente en numerosas creaciones artísticas que han situado la pérdida en el núcleo de la obra. En Pine: A Story of Loss recorremos este proceso junto a su protagonista, con las distintas etapas asociadas a las estaciones del año y un mensaje final que no pretende aleccionar ni edulcorar, simplemente mostrar lo profundo que puede caer alguien cuando pierde a su mitad y lo gris que se vuelve su mundo al desaparecer la luz que lo bañaba todo de los colores más intensos.

La clave para que la historia de Pine: A Story of Loss atraviese las barreras que podamos tener ante este tipo de representaciones radica en el buen trabajo de Made Up Games para representar el amor entre dos personas en un puñado de breves escenas. Basta con ver un baile, una caricia o cómo se tocan la mano para que sus sentimientos emanen del juego. Una vez que somos partícipes de ese amor, el juego nos lo arrebata sin contemplaciones, devolviendo al protagonista a la realidad, logrando que esa ausencia se manifieste y resulte aún más dolorosa.

Puede que todo sea cuestión de magia —la química y las conexiones sinápticas de nuestro cerebro son la más arcana de las magias—, pero cuando el protagonista siente una caricia fantasma, el roce de su amada tiempo atrás traído al presente, me estremecí; ¡qué cosas logran a veces los videojuegos! Un sabio doctor afirmó que nadie muere mientras sea recordado y esta idea también está presente en Pine: A Story of Loss; ya es cosa de cada uno cómo moldee ese sentimiento para lograr avanzar; porque, aunque cueste, nos toca seguir adelante.

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Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la universidad de lo de Cifuentes, Juan es una de las voces de NAT Moderada y ha colaborado en medios como BreakFast, Desayuno Continental y Cocinando Fandoms. Observador nato, le encantan los gatos y si algún día ves que te mira intensamente es porque quiere grabar un podcast contigo.