Hay juegos más simpáticos que otros, independientemente de su calidad. Como éste. Pocas maneras mejores hay de caernos bien que mimar nuestras pobres retinas, que sólo nosotros sabemos lo que han sufrido, con un un estilo visual impecable, cielos azules y una acompañante que se da un aire y dos y tres a la amiga Portman (más en los artworks que en su forma virtual, la verdad). Así, casi todos caímos rendidos a los encantos de Prince of Persia medio milisegundo después de ver las primeras imágenes y vídeos. Nadie puede culparnos por ello, porque no se puede luchar contra los sentimientos, pero ahora, ya con el mando en las manos, el amor deja de ser platónico y toca analizarlo. Ya podemos cerrar el reproductor con el tráiler del TGS en bucle y hacer la reflexión: «Vale, es MUY bonito y poco barato, pero… ¿es bueno?» La respuesta corta es SÍ. La larga es… larga. Nueva generación, nuevo Príncipe. Algo así debieron pensar en Ubisoft Montreal al empezar a trabajar en este título, que se aleja bastante de la última trilogía que tan bien inició Las Arenas del Tiempo; esta aventura renuncia a la linealidad, las plataformas cobran más importancia y la parte de la acción se reinventa para brindarnos menos combates pero más importantes, siempre contra un único enemigo cada vez. Podría interpretarse como una vuelta a los orígenes, pero que nadie espere ni pinchos, ni trampas, ni la dificultad de 1989. La experiencia que ahora nos propone Ubisoft Montreal es mucho más contemplativa, hasta cierto punto más relajada y en todos los sentidos más fácil. Y aunque tal cambio de planteamiento no es necesariamente bueno (podéis cambiar ese «más fácil» por «demasiado fácil»), acaba convenciendo por lo que se gana en personalidad gracias a lo bien que funcionan las novedades introducidas, en general muy acertadas. La primera y más importante es que nunca estamos solos. La princesa Elika nos acompaña en todo momento, hace de guía y es el personaje con más importancia desde el punto de vista argumental. Y es que mientras el protagonista no es más que un aventurero ducho con la espada que dejó el Cirque du Soleil, ella ha recibido los poderes de Ormazd, Dios de la Luz, para enfrentarse a Arihman y sus secuaces, que han extendido la Corrupción por el que un día fue un próspero reino. Evitar que el Dios maloso abandone el templo donde había sido confinado será el único objetivo a cumplir. Para lograrlo hay que sanar distintos terrenos fértiles con preciosas explosiones de naturaleza al más puro estilo Okami, luchando antes con uno de los cuatro Corruptos que los custodian. Tras cada victoria, aparecen repartidas por esa zona semillas de luz que debemos recoger para poder acceder a nuevas áreas. Hay un único mapa y el mundo es abierto, sí, pero que ningún anti-sandbox se me alarme, porque no dejan de ser pantallas bastante definidas que se tocan por los extremos. Además, podemos teletransportarnos de una a otra al completarlas. El diseño de todos estos niveles es ejemplar, y sólo en contadas ocasiones se recurre al sucio truco de «matarnos» cuando no toca para decir «eh, que hasta aquí se llega por otro sitio». El control es algo peculiar, y requiere cierta adaptación. En un primer momento puede parecer algo tosco y poco responsivo, pero a los pocos minutos pasa a ser tremendamente cómodo. Hay que acostumbrarse a no poder cambiar de dirección durante un doble salto y renunciar al mal hábito, quien lo tenga, de pulsar botones más de lo necesario. Como comenté en las primeras impresiones, dándole dos veces al de salto, el protagonista se «guarda» la segunda pulsación para realizar un nuevo salto justo al terminar el primero. Los pulsadores compulsivos como un servidor tenemos que aguantar por unos instantes a un Príncipe emo con una preocupante tendencia a tirarse por barrancos. Pero todo tiene su explicación, y es que el sistema está pensado para dar cierto ritmo al plataformeo. El poder ordenar una acción unos segundos antes de que se ejecute permite enlazar acrobacias de un modo sencillo e incluso simplificado (ciertos movimientos están bastante automatizados), pero muy efectivo y vistoso. Hay flow en la jugabilidad, sin duda, y si bien no tiene nada tiene que ver con el de Mirror’s Edge, es igualmente satisfactorio. Algo similar pasa con los combates. Fuertemente basados en los combos y en el juego de bloqueo-contraataque, son auténticas coreografías llenas de hostias. Todo es también muy intuitivo en este sentido y los golpes se enlazan casi solos por la poca precisión que se requiere, por lo amplio que es el intervalo de tiempo en el que podemos decidir si lo próximo será un espadazo, un ataque mágico con Elika, un lanzamiento o un salto. El uso del entorno o los QTE pulsar el botón que aparece en pantalla en el momento justo (¿podemos dejar ya de explicar este concepto cada vez?) que permiten evadir los golpes del enemigo, se agradecen en tanto que aportan variedad, pero también contribuyen a eliminar cualquier posible reto para el jugador. Una vez más, esto queda en gran parte compensado por lo agradables que resultan los duelos. Esa es clave. Prince of Persia es, en una palabra, agradable. Es un paseo, sí, pero de los que se disfrutan, de los que apetece jugar «porque sí». El simple hecho de contemplar el maravilloso paisaje desde lo alto de una estructura de madera llena aquí tanto como el sudar tinta para cargarse a un bichejo lo hace en otros juegos. Resulta evidente que este título ha sabido perfectamente dónde buscar influencias más allá de sus predecesores. Para impregnarse de magia, se inspira en (o si lo prefieren, y para dejar claro que no pretendo quitar méritos a nadie, en ciertos momentos recuerda a) algunos de los mejores videojuegos de la última década: ICO, Shadow of the Colossus y el juegazo de Clover antes mencionado. Toda una muestra de buen gusto, sí señor, aunque ya puestos, el Príncipe podría podría haber pedido prestada una característica más de cada «maestro». Me explico… Del primer juego del Team ICO toma clarísimamente la idea de la compañía, aunque entendida de un modo diferente. La indefensa Yorda tenía una relación de absoluta dependencia con Ico, mientras que Elika, bastante más espabilada y «útil», no necesita órdenes para seguir al Príncipe en todo momento y coopera con él impulsándolo en los saltos, ayudando en los combates y… evitando que muera. Si caes al vacío, te rescata; si un Corrupto va a matarte, ella lo evita. Eso sí, nunca te ahorrará un salto y los enemigos recuperan su barra de vida en caso de que Elika intervenga para salvarte el cuello. Otro aspecto interesante es el de la comunicación. Podemos hablar con ella siempre que nos apetezca, aunque nunca elegimos qué decir, de modo que la conversación varía en función del momento y el lugar; la charla puede servir para ampliar ciertos aspectos de la historia y los personajes, para aclarar qué toca hacer a continuación… o puede no ser más que una gracieta de un Príncipe por momentos demasiado «payasete». Con todo, y aunque la inclusión de Elika es un acierto mayúsculo eso no admite duda, la relación entre los personajes es más light de lo que esperaba. No evoluciona y no tiene ese «algo» que la convierta en especial (como la inocencia en el caso de ICO). Los vínculos entre ellos y con nosotros no son tan fuertes como deberían y, como consecuencia, algunos momentos carecen de la intensidad que seguro parecían tener sobre el papel. En lo referente a parte de la estructura, ciertos elementos del paisaje y en la idea de minimizar los combates para, paradójicamente, potenciarlos, Prince of Persia recuerda ligeramente a Shadow of the Colossus. Lo que le falta de esa obra maestra es variedad en los enemigos. Sólo el Guerrero (cuyo aspecto, por cierto, es bastante Colossil), introduce variaciones claras en el planteamiento y desarrollo de las batallas. Me la pela, con perdón, zurrar primero al Cazador, adentrarme antes en los dominios del Alquimista o comenzar por la Concubina, porque estos Corruptos son exactamente iguales a efectos prácticos. Por eso es bastante absurdo que en pos de una libertad que aporta más bien poco, se renuncie a las ventajas que ofrece un desarrollo guiado a nivel de narrativa y argumento, de curva de dificultad… y se tenga que sacrificar lo que, precisamente, podría haber tomado de Okami: la progresión. Nuestro protagonista es exactamente igual durante todo el juego, pues no hay movimientos que aprender ni habilidades que desbloquear. No es algo imprescindible, y no estoy pidiendo ni nuevas armas ni nada por el estilo (meter menús o inventario en este juego sería un jodido pecado), pero sí vendría bien alguna característica que ayudara a diferenciar los diferentes tramos de la aventura. Esa necesidad queda especialmente patente en los puzzles: todos y cada uno de ellos creo que eran cuatro en total se basan en accionar palancas para cambiar la disposición de distintos elementos del escenario, por lo que se hacen demasiado parecidos. Sí, al avanzar nos ganamos el derecho a usar nuevas plataformas mágicas para llegar a zonas del mapa antes inaccesibles, pero no es lo mismo. Dichos «trampolines» nos regalan algunas vistas espectaculares y momentos de vuelo sin motor con un indeseable componente de prueba y error, pero a pesar de su abundancia no pasan de lo anecdótico. La duración es el otro aspecto criticable de Prince of Persia. El juego se completa en unas diez horas y no es especialmente rejugable. Una pena, porque «sólo» hacía falta añadir un Corrupto más y problema solucionado. Donde no puedo ponerle pegas, y por lo tanto se lleva matrícula de honor, es a nivel visual. De nuevo, y ojalá esto se convierta en costumbre, es imposible separar lo técnico de lo artístico. Al inmejorable aspecto del título contribuyen de igual modo los cuidados diseños de personajes, escenarios y enemigos, el uso de un cel-shading de contorno fino especialmente vistoso en alta definición, unas texturas buenísimas, un puñado de animaciones aún mejores y un tratamiento envidiable de la luz y el color. Hay vida y belleza a raudales en cada fotograma, y únicamente mencionaré las marginales bajadas de framerate y el escasos pop-in para decir que no son ni dignos de mención. La música es también realmente buena. Tal vez hay pocos temas, pero importa poco porque uno no puede cansarse del que suena casi siempre. Las voces en castellano no están mal, pero cambiando el idioma en la configuración de la consola se disfruta de un doblaje mejor en inglés.
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Joder con Ubi, no termina nunca últimamente de rematar sus juegos para hacerlos must have. Al menos parece que avanzan hacia algo.
Adoro la pinta que tiene este juego, y al mismo tiempo soy consciente de sus carencias. Pero coño, con semejante análisis (eso sí que es flow) creo que me puedo hacer un idea de por dónde cogerlo, y lo pienso hacer con ganas.
Buena reseña.
En cuanto al juego,es lo que me temia,que se fuese a quedar a medio camino y no llegar a la joya que deberia.Pero al menos espero pasarmelo bien mientras dure.
Buena reseña Pep. Menudo curre que te has pegado. Cómo se nota que el juego te ha llegado =)
Ahora me siento mal si no lo digo: buena reseña ^^
¡¡Mira mamá salgo en la reseña!! ^^
Pues antes no tenía intención de pillarlo, pero ahora tengo ganas de probarlo, y seguro que acabaré comprándolo.
Me llama, tiene buena pinta, pero… cómo va de duración? Siendo tan fácil como comentan todas las reviews, es de esos que te los terminas en 6 horas?
Buena reseña.
Una lástima que el juego no llegue a más por culpa de esas mencionadas carencias. No obstante, quizá hubiera sido peor una duración mayor a costa de añadir algo que resultara repetitivo. Sea como sea, la verdad es que entra por los ojos.
Para d-slut: «La duración es el otro aspecto criticable de Prince of Persia. El juego se completa en unas diez horas y no es especialmente rejugable.»
Lo jugaré seguro. A pesar de la duración y la facilidad se me han puesto los dientes largos con el análisis.
De todas maneras, digo lo mismo que con el Mirror’s, 60 pavos en un juego que dura 7 u 8 horas es jodido. Otra cosa es que el juego sea la hostia (como el Mirror’s, mismamente).
estoy con harle..tanto mirror´s edge como este juego me atraen, pero la duracion..buf. nose si esperar a que bajen de precio o no xd
Grande, Pep.
Juegos como este y Mirror’s son para comprárselos de aquí un año o dos a precio reducido, o de segunda mano.
A no ser que seas el dueño de Lukoil, claro.
Lo estoy jugando y es una delicia, aunque como ha dicho Pep es algo facilillo, me esta encantando.
Genial reseña Pep, sólo he echado en falta que le dieras más importancia a la música, algo parecido a como tratas los gráficos, pero la música me parece simplemente soberbia, (de hecho estoy buscando la OST del juego), y la traducción me ha sorprendido MUY gratamente, además las conversaciones con Elika me parecen un detalle bastante acertado…
*(Cuando he dicho traducción quiero decir el doblaje)