Análisis de Rabbids: Mi caaasa!!!!!

En la última AnaitFiesta, al volver al AnaitPiso, Ikael y yo nos retamos como si de Ken y Ryu se tratase. Los dos queríamos analizar la última entrega de los veleidosos Rabbids de Ubisoft, ahora protagonistas absolutos de su juego, pasando absolutamente del personaje sin brazos pero con manos. Como podéis ver, la pelea la gané yo, al ver como tras la partida del bueno de Ika a sus madrileñas tierras, el juego seguía en el piso. Así que me lo llevé y me puse a ello… Y bueno, no esta mal la cosa, pero la verdad es que uno espera algo más. Éste es el primer juego donde los conejos obra de Michel Ancel pueden dar rienda suelta a todas sus posibilidades, y la verdad es que les ha quedado algo corto. Tras la primera partida (yo la eché en alguna feria), uno dice «buah, este juego puede ser la muerte». El problema llega cuando tras varias horas de partidas la única sorpresa —gags aparte— te la llevas en ese momento. Y es que Rabbids: Mi caaasa!!!!! es, básicamente, un juego de recolección de ítems. Los que ya tengáis algo de universo videojueguil andado haréis la comparación con Katamari Damacy, pero si lo piensas fríamente en Katamari el juego evolucionaba notablemente según el tamaño que tuviera nuestra bola. Aquí, en cambio sólo cambia la jugabilidad en el caso de que al recoger algún ítem XL, éste nos aporte otras posibilidades. Durante el resto de la partida llevaremos a los tres Rabbids —uno empuja el carrito, otro pega berridos y finalmente, en una de las sorpresas que nos pegaremos al empezar el juego, dentro de nuestro Wiimote hay uno escondido que podremos lanzar a la pantalla— mientras arramblamos con todo lo que hay en pantalla, asustamos a los diferentes transeúntes y esquivamos aquellos elementos que nos puedan hacer perder alguno de nuestros tres «pensamientos» —la manera de representar la energía en este juego—. Y de vez en cuando nos encontraremos con un punto de guardado, por así decirlo, en la forma de un Rabbid con una tuba que nos permitirá almacenar los ítems que hayamos conseguido desde la última vez que los guardamos (o se perderán en el abismo de los objetos perdidos). El porqué de tanto síndrome de Diógenes viene a ser el argumento del juego: los conejos quieren volver a su casa, la Luna, y han decidido alzar una montaña de trastos hasta alcanzar nuestro querido satélite. Todo esto en un título que tiene la estructura clásica de pantalla tras pantalla, aunque hayan intentado camuflarlas ligeramente tras una ciudad que sirve para coger objetos normales, y con unas divertidas y originales cortinillas entre fases, que recuerdan bastante al estilo de animación europea de mitad del siglo XX. De hecho, si hay algo que hace recomendable este juego no es su excelsa jugabilidad (eh, no está mal, pero no es para tirar cohetes), sino lo divertidos que son sus protagonistas y la gran cantidad de carcajadas, muecas o similares que exclamaremos al ver las barrabasadas que son capaces de realizar. Eso y el aspecto sonoro, lleno de canciones míticas o voces que, como si de una Ciudad 17 se tratase, nos conminan a portarnos bien y a consumir constantemente. Añádanle a lo relatado la posibilidad de modificar a nuestro antojo al trío protagonista y que al tener el juego se activa el Canal Rabbids en la Wii, además de que si queremos podemos jugar en cooperativo con alguien más —uno maneja el carrito, el otro dispara al Rabbid de dentro del Wiimote— para llegar a la conclusión de que si bien no es un mal juego, se queda bastante lejos de la idea que teníamos al probarlo por primera vez, de un juego redondo protagonizado por estos simpatiquísimos personajes. [7]